La forma como se han celebrado las reuniones en la mayoría de la Iglesias Protestantes, con ruido y confusión, no las recomienda a las mentes concienzudas e inteligentes. Estas demostraciones no contienen nada capaz de convencer al mundo de que poseemos la verdad.
El ruido y el alboroto en sí mismos no constituyen ninguna evidencia en favor de la santificación, o del descenso del Espíritu Santo. Esas demostraciones extravagantes crean únicamente disgusto en las mentes de los no creyentes. Cuanto menos haya de esta clase de demostraciones, tanto mejor será para los participantes y para el pueblo en general.
El fanatismo, una vez que ha comenzado y se ha dejado sin control, es tan difícil de apagar como un fuego que se ha posesionado de un edificio. Los que han tenido una conducta extremista y han sustentado este fanatismo, habrían hecho muchísimo mejor en dedicarse a trabajos seculares, porque mediante su conducta inconsecuente están deshonrando al Señor y poniendo en peligro a su pueblo.
Surgirán muchos movimientos semejantes en este tiempo cuando la obra del Señor debería estar en una condición elevada y pura, y no adulterada con supersticiones y fábulas. Debemos estar en guardia a fin de mantener una estrecha comunión con Cristo y para no ser engañados por las artimañas de Satanás.
El Señor quiere que sus servicios se caractericen por el orden y la disciplina, y no por la agitación y la confusión. No estamos ahora en condiciones de describir con exactitud las escenas que ocurrirán en nuestro mundo en el futuro, pero sí sabemos que éste es un tiempo cuando debemos velar y orar, porque el gran día del Señor está cercano. Satanás está reuniendo sus fuerzas.
Necesitamos ser precavidos y permanecer serenos, y contemplar las verdades de la revelación.
La agitación no favorece el crecimiento en la gracia que conduce a la verdadera pureza y santificación del espíritu. Dios quiere que nos relacionemos con la verdad sagrada. Solamente esto convencerá a los contradictores.
Hay que realizar un trabajo sereno y sensato para convencer a las almas de la condición en que se encuentran, para mostrarles cuál es la formación del carácter que deben efectuar si quieren erigir una hermosa estructura para el Señor.
Las mentes que son despertadas al conocimiento de la verdad deben ser instruidas con paciencia para que comprendan correctamente y aprecien en forma debida las verdades de la Palabra.
Dios exhorta a su pueblo a que ande con sobriedad y con santa compatibilidad con los principios. Deberían tener mucho cuidado de no desfigurar ni deshonrar las santas doctrinas de la verdad mediante actuaciones extrañas, confusión y alboroto.
Cuando ocurren estas manifestaciones, los no creyentes son llevados a pensar que los PROTESTANTES constituyen un conjunto de fanáticos. Así se crea una situación de prejuicio que impide que las almas reciban el mensaje para este tiempo. Cuando los creyentes proclaman la verdad como está ejemplificada en Jesús, manifiestan una calma santa y serena, y no una tormenta de confusión
CULTO CON RUIDO DESCONCERTANTE
Es imposible estimar en demasía la obra que el Señor quiere llevar a cabo mediante los que se consideran vasos o instrumentos suyos, para poner en acción sus pensamientos y propósitos. Esas mismas cosas que hemos explicado que ocurrían en LA iGLESIA. Se manifestará toda clase de cosas extrañas. Hay vocerío acompañado de tambores, música y danza. El juicio de algunos seres racionales quedará confundido de tal manera que no podrán confiar en él para realizar decisiones correctas. Y a esto consideran como la actuación del Espíritu Santo.!!!
El Espíritu Santo nunca se manifiesta en esa forma, mediante ese ruido desconcertante. Esto constituye una invención de Satanás para ocultar sus ingeniosos métodos destinados a tornar ineficaz la pura, sincera, elevadora, ennoblecedora y santificadora verdad para este tiempo.
Es mejor no mezclar nunca el culto a Dios con música ESTRIDENTE La verdad para este tiempo no necesita nada de eso para convertir a las almas.
El ruido desconcertante aturde los sentidos y desnaturaliza aquello que, si se condujera en la forma debida, constituiría una bendición. El influjo de los instrumentos satánicos se une con el estrépito y el vocerío, con lo cual resulta un carnaval, y a esto se lo denomina la obra del Espíritu Santo.
Cuando termina la serie de reuniones de “reavivamiento”, el bien que debería haberse hecho y que podría haberse efectuado mediante la presentación de la verdad sagrada, no llega a verificarse. Los que participan en el supuesto reavivamiento reciben impresiones que los dejan a la deriva. Son incapaces de decir qué creían anteriormente concerniente a los principios bíblicos.
No resumiré toda la historia de lo que esta pasando ahora con estas “manifestaciones espirituales”, porque es demasiado penosa.
El Espíritu Santo no tiene nada que ver con ese desorden perturbador. Satanás trabaja en medio del estruendo y de la confusión producida por esa clase de música, la cual, si fuera dirigida debidamente, serviría para alabar y glorificar a Dios. El diablo hace que tenga el mismo efecto que la mordedura ponzoñosa de la serpiente.
Las cosas que han ocurrido en el pasado también acontecerán en el futuro. Satanás convertirá y esta convirtiendo la música en una trampa debido a la forma como es dirigida. Dios exhorta a su pueblo, que tiene la luz ante sí en la Palabra y los testimonios, a que lea y considere, y luego que obedezca. Se han dado instrucciones claras y definidas a fin de que todos comprendan.
Pero la comezón que experimentan ciertas personas por originar alguna cosa nueva, determina el surgimiento de doctrinas extrañas, y destruye en gran medida la influencia de aquellos que podrían ser un poder para realizar el bien, si mantuvieran firme su confianza en la verdad que el Señor les ha dado.
"Por tanto, es necesario que con más diligencia atendamos a las cosas que hemos oído, no sea que nos deslicemos. Porque si la palabra dicha por medio de los ángeles fue firme, y toda transgresión y desobediencia recibió justa retribución, ¿cómo escaparemos nosotros, si descuidamos una salvación tan grande? La cual, habiendo sido anunciada primeramente por el Señor, nos fue confirmada por los que oyeron"(Heb. 2: 1-3).
"Mirad, hermanos, que no haya en ninguno de vosotros corazón malo de incredulidad para apartarse del Dios vivo; antes exhortaos los unos a los otros cada día, entre tanto que se dice: Hoy; para que ninguno de vosotros se endurezca por el engaño del pecado. Porque somos hechos participantes de Cristo, con tal que retengamos firme hasta el fin nuestra confianza del principio"(Heb. 3: 12-14).
Una presentación defectuosa del Espíritu Santo
Se está hablando mucho acerca del derramamiento del Espíritu Santo, y algunas personas han interpretado esto en forma tal que ha resultado perjudicial para la iglesia. La vida eterna consiste en recibir los principios vivientes de las Sagradas Escrituras y en hacer la voluntad de Dios. Esto es comer la carne y beber la sangre del Hijo de Dios.
A los que hacen esto les son reveladas la vida y la inmortalidad mediante el Evangelio, porque la Palabra es verdad, espíritu y vida. Todos los que creen en Jesucristo como su Salvador personal tienen el privilegio de alimentarse de la Palabra de Dios. La influencia del Espíritu Santo convierte a esa Palabra, la Biblia, en una verdad inmortal, que proporciona fibra y músculo espirituales a quien investiga con espíritu de oración.
Cristo declaró: "Escudriñad las Escrituras; porque a vosotros os parece que en ellas tenéis la vida eterna; y ellas son las que dan testimonio de mí"(Juan 5: 39). Los que cavan debajo de la superficie encuentran las gemas de la verdad que están ocultas. El Espíritu Santo acompaña al investigador fervoroso. Su inspiración fulgura sobre la Palabra, estampa la verdad sobre la mente y le da una importancia renovada y actual. El investigador se siente invadido por una sensación de paz y de gozo que nunca había experimentado. Comprende como nunca antes el inmenso valor de la verdad. Una nueva luz celestial brilla sobre la Palabra, y la ilumina como si cada letra estuviera matizada con oro. Dios mismo ha hablado a la mente y el corazón, y ha hecho que la Palabra sea espíritu y vida.
Cada verdadero investigador de la Palabra eleva a Dios su corazón e implora la ayuda del Espíritu. Y pronto descubre aquello que lo lleva por encima de todas las declaraciones ficticias de quien se considera maestro, cuyas teorías débiles y vacilantes no están respaldadas por la Palabra del Dios viviente. Esas teorías fueron inventadas por hombres que no habían aprendido la gran lección: que el Espíritu de Dios y la vida están en su Palabra. Si hubieran recibido de corazón los principios eternos contenidos en la Palabra de Dios, verían cuán insustanciales e inexpresivos son todos los esfuerzos realizados para obtener algo nuevo a fin de crear sensación. Necesitan aprender los primeros rudimentos de la Palabra de Dios; después de eso podrán poseer la palabra de vida para el pueblo, que pronto distinguirá la paja del trigo, porque así lo prometió Jesús a sus discípulos.
Por John J. Alvarado D. COMUNIDAD BIBLICA DE LA GRACIA DE JESUCRISTO
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