Cristo dijo: "Todo lo que orando pidiereis, creed que lo recibiréis, y os vendrá". "Todo lo que pidiereis al Padre en mi nombre, esto haré, para que el Padre sea glorificado en el Hijo".*
Y el amado Juan, por la inspiración del Espíritu Santo, dice con gran claridad y certeza: "Si demandáremos alguna cosa conforme a su voluntad, él nos oye. Y si sabemos que él nos oye en cualquier cosa que demandáremos, sabemos que tenemos las peticiones que le hubiéremos demandado".*
Presentemos, pues, nuestra petición ante el Padre en el nombre de Jesús. Dios honrará tal nombre.
El arco iris rodea el trono como una seguridad de que Dios es verdadero, que en él no hay mudanza ni sombra de variación.
Hemos pecado contra él, y somos indignos de su favor; sin embargo, él mismo ha puesto en nuestros labios la más maravillosa de las súplicas: "Por amor de tu nombre no nos deseches, ni trastornes el trono de tu gloria: acuérdate, no invalides tu pacto con nosotros".* Cuando venimos a él confesando nuestra indignidad y pecado, él se ha comprometido a atender nuestro clamor.
Él honor de su trono está empeñado en el cumplimiento de la palabra que nos ha dado.
A semejanza de Aarón, que simbolizaba a Cristo, nuestro Salvador lleva los nombres de todos sus hijos sobre su corazón en el lugar santo. Nuestro gran sumo sacerdote recuerda todas las palabras por medio de las cuales nos ha animado a confiar. Nunca olvida su pacto.
Todo el que pida recibirá. A todo el que llame se le abrirá. No se presentará la excusa: No me seas molesto; la puerta está ya cerrada; no quiero abrirla. A nadie se le dirá jamás: No puedo ayudarte. Aquellos que pidan pan a media noche para alimentar a las almas hambrientas, tendrán éxito.
En la parábola aquel que pedía para el forastero recibió todo lo que había menester. ¿Y en qué medida nos concederá Dios a fin de que podamos impartir a los demás? "Conforme a la medida del don de Cristo".* Los ángeles observan con intenso interés para ver cómo trata el hombre a sus semejantes. Cuando ven que alguien manifiesta la simpatía de Cristo por el errante, se apresuran a ir a su lado, y traen a su memoria las palabras que debe hablar y que serán como pan de vida para el alma.
Así "Dios, pues, suplirá todo lo que os falta conforme a sus riquezas en gloria en Cristo Jesús".* El hará que vuestro testimonio, con su sinceridad y su verdad, sea poderoso con el poder de la vida venidera. La Palabra del Señor será en vuestros labios cual verdad y justicia.
El esfuerzo personal por otros debe ser precedido de mucha oración secreta; pues requiere gran sabiduría el comprender la ciencia de salvar almas. Antes de comunicaros con los hombres, comunicaos con Cristo. Ante el trono de la gracia celestial, obtened una preparación para ministrar a la gente.
Quebrántese nuestro corazón por el anhelo que tenga de Dios, del Dios vivo. La vida de Cristo ha mostrado lo que la humanidad puede hacer participando de la naturaleza divina. Todo lo que Cristo recibió de Dios, podemos recibirlo también nosotros. Pedid, pues, y recibiréis. Con la fe perseverante de Jacob, con la persistencia inflexible de Elías, pedid para vosotros todo lo que Dios ha prometido.
Dominen nuestra mente las gloriosas concepciones de Dios. Enlácese nuestra vida con la de Cristo mediante recónditos eslabones. Aquel que ordenó que la luz brillara en las tinieblas, desea brillar en nuestro corazón, para darnos la luz del conocimiento de la gloria de Dios en el rostro de Jesucristo.* El Espíritu Santo tomará las cosas de Dios y nos las mostrará, transfiriéndolas al corazón obediente cual vivo poder. Cristo os conducirá al umbral del Infinito. Podrémos contemplar la gloria que refulge allende el velo, y revelar a los hombres la suficiencia de Aquel que siempre vive para interceder por nosotros.
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