martes, 14 de septiembre de 2010

Como aumentar la Fe y la Confianza p2

Uno de los últimos mandamientos que Cristo diera a sus discípulos fue: "Que os améis los unos a los otros: como os he amado".* ¿Estamos obedeciendo este mandato, o estamos condescendiendo con rasgos de carácter hirientes y no cristianos? Si de alguna forma hemos agraviado o herido a otros, es nuestro deber confesar nuestra falta y buscar la reconciliación. 

Esta es una condición esencial para que podamos presentarnos a Dios con fe y pedir su bendición.

Hay otro asunto demasiado a menudo descuidado por los que buscan al Señor en oración. ¿Habéis sido honrados con Dios? El Señor declara mediante el profeta Malaquías: "Desde los días de vuestros padres os habéis apartado de mis leyes, y no las guardasteis.  Tornaos a mí, y yo me tornaré a vosotros, ha dicho Jehová de los ejércitos. Mas dijisteis: ¿En qué hemos de tornar? ¿Robará el hombre a Dios?  Pues vosotros me habéis robado.  Y dijisteis: ¿En qué te hemos robado?  Los diezmos y las primicias".*

Como dador de todas las bendiciones, Dios reclama una porción determinada de todo lo que poseemos.  Esta es la provisión que él ha hecho para sostener la predicación del Evangelio.  Y debemos demostrar nuestro aprecio por sus dones devolviendo esto a Dios. 

Pero si retenemos lo que le pertenece a él, ¿cómo podemos pretender sus bendiciones?  Si somos mayordomos infieles en las cosas terrenales, ¿cómo podemos esperar que él nos confíe las celestiales?  Puede ser que aquí se encuentre el secreto de la oración no contestada. Y ESTO NO ES EVANGELIO DE LA PROSPERIDAD.

Pero el Señor, en su gran misericordia, está listo para perdonar, y dice: "Traed todos los diezmos al alfolí, y haya alimento en mi casa; y probadme ahora en esto... si no os abriré las ventanas de los cielos, y vaciaré sobre vosotros  bendición hasta que sobreabunde.  Increparé también por vosotros al devorador, y no os corromperá el fruto de la tierra; ni vuestra vid en el campo abortará...Y todas las gentes os dirán bienaventurados; porque seréis tierra deseable, dice Jehová de los ejércitos".*

Tal ocurre con todos los demás requerimientos de Dios. Todos sus dones son prometidos a condición de la obediencia.  Dios tiene un cielo lleno de bendiciones para los que cooperen con él.

Todos los que le obedezcan pueden con confianza reclamar el cumplimiento de sus promesas.
Pero debemos mostrar una confianza firme y sin rodeos en Dios.  A menudo él tarda en contestarnos para probar nuestra fe o la sinceridad de nuestro deseo.  Al pedir de acuerdo con su Palabra, debemos creer su promesa y presentar nuestras peticiones con una determinación que no será denegada. ESTO NO ES LO QUE COMUNMENTE SE CONOCE COMO”DECRETAR”

Dios no dice: Pedid una vez y recibiréis. El nos ordena que pidamos. Persistid incansablemente en la oración.  El pedir con persistencia hace más ferviente la actitud del postulante, y le imparte un deseo mayor de recibir las cosas que pide. Cristo le dijo a Marta junto a la tumba de Lázaro: "Si creyeres, verás la gloria de Dios".*

Pero muchos no tienen una fe viva.  Esta es la razón por la cual no ven más del poder de Dios.  Su debilidad es el resultado de su incredulidad.  Tienen más fe en su propio obrar que en el obrar de Dios en favor de ellos.  Ellos se encargan de cuidarse a sí mismos.  Hacen planes y proyectos, pero oran poco, y tienen poca confianza verdadera en Dios.  Piensan que tienen fe, pero es sólo el impulso del momento. Dejan de comprender su propia necesidad, y lo dispuesto que está Dios a dar; no perseveran en mantener sus pedidos ante el Señor.

Nuestras oraciones han de ser tan fervorosas y persistentes como lo fue la del amigo necesitado que pidió pan a media noche.  Cuanto más fervorosa y constantemente oremos, tanto más íntima será nuestra unión espiritual con Cristo.  Recibiremos bendiciones acrecentadas, porque tenemos una fe acrecentada.

Nuestra parte consiste en orar y creer.  Velad en oración. Velad, y cooperad con el Dios que oye la oración. Recordad que "colaboradores somos de Dios".* Hablad y obrad de acuerdo con vuestras oraciones.  Significará para vosotros una infinita diferencia el que la prueba demuestre que vuestra fe es genuina, o revele que vuestras oraciones son sólo una forma.

Cuando se suscitan perplejidades y surgen dificultades, no busquéis ayuda en la humanidad.

 Confiadlo todo a Dios.  La práctica de hablar de nuestras dificultades a otros, únicamente nos debilita, y no les reporta a los demás ninguna fuerza.  Ello hace que la carga de nuestras flaquezas espirituales descanse sobre ellos, y éstas son cosas que ellos no pueden aliviar.  Buscamos la fuerza del hombre errante y finito, cuando podríamos tener la fuerza del Dios infalible e infinito.

No necesitáis ir hasta los confines de la tierra para buscar sabiduría, pues Dios está cerca.  No son las capacidades que poseéis hoy, o las que tendréis en lo futuro, las que os darán éxito.  Es lo que el Señor puede hacer por vosotros. 

Necesitamos tener una confianza mucho menor en lo que el hombre puede hacer, y una confianza mucho mayor en lo que Dios puede hacer por cada alma que cree. 

El anhela que extendáis hacia él la mano de la fe.  Anhela que esperéis grandes cosas de él.  Anhela daros inteligencia así en las cosas materiales como en las espirituales.  El puede aguzar el intelecto.  Puede impartir tacto y habilidad.  Emplead vuestros talentos en el trabajo; pedid a Dios sabiduría, y os será dada.

Haced de la Palabra de Cristo vuestra seguridad. ¿No os ha invitado a ir a él?  Nunca os permitáis hablar de una manera descorazonada y desesperada.  Si lo hacéis perderéis mucho.  Mirando las apariencias, y quejándoos cuando  vienen las dificultades y premuras, revelaréis una fe enferma y débil.  Hablad y obrad como si vuestra fe fuera invencible.  El Señor es rico en recursos: el mundo le pertenece.  Mirad al cielo con fe.  Mirad a Aquel que posee luz, poder y eficiencia.

Hay en la fe genuina un bienestar, una firmeza de principios y una invariabilidad de propósito que ni el tiempo ni las pruebas pueden debilitar.  "Los mancebos se fatigan y se cansan, los mozos flaquean y caen: mas los que esperan a Jehová tendrán nuevas fuerzas; levantarán las alas como águilas; correrán, y no se cansarán; caminarán, y no se fatigarán".*

Hay muchos que anhelan ayudar a otros, pero sienten que no tienen fuerza o luz espiritual que impartir.  Presenten ellos sus peticiones ante el trono de la gracia. Rogad por el Espíritu Santo.  Dios respalda cada promesa que ha hecho.  Con nuestra Biblia en la mano, decid: Yo he hecho como tú has dicho.  Presento tu promesa: "Pedid, y se os dará; buscad, y hallaréis; llamad, y os será abierto".

No solamente debemos orar en el nombre de Cristo, sino por la inspiración del Espíritu Santo.  Esto explica lo que significa el pasaje que dice que "el mismo Espíritu pide por nosotros con gemidos indecibles".* Dios se deleita en contestar tal oración. Cuando con fervor e intensidad expresamos una oración en el nombre de Cristo, hay en esa misma intensidad una prenda de Dios que nos asegura que él está por contestar nuestra oración "mucho más abundantemente de lo que pedimos o entendemos".*

Por John J. Alvarado D. COMUNIDAD BIBLICA DE LA GRACIA DE JESUCRISTO

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