domingo, 19 de septiembre de 2010

¿PREDESTINACION? Veamos que nos dice la Biblia

Término que no aparece en la Biblia como tal, pero su forma verbal, "predestinar" (griegp. proorízÇ, "determinar de antemano"), se emplea en Ro. 8:29, 30; 1 Co. 2:7 y Ef. 1:5, 11. 

De acuerdo con Ro. 8:28, 29, Dios predestinó a todos los que él sabía que aceptarían la salvación "para que fuesen hechos conformes a la imagen de su Hijo".  A los tales llamó, justificó y glorificó (v 30). 

Según Ef. 1:4, Dios hizo provisión para que los pecadores fueran "santos y sin mancha delante de él" por medio de la fe en Cristo antes de la fundación de este mundo y de la entrada del pecado, habiéndolos "predestinado para ser adoptados hijos suyos por medio de Jesucristo, según el puro afecto de su voluntad" (v 5).

La predestinación opera dentro de la órbita del propósito de Dios de "reunir todas las cosas en Cristo, en la dispensación del cumplimiento de los tiempos, así las que están en los cielos, como las que están en la tierra" (Ef. 1:10, 11; cf Jn. 1:12). 

En 1 Co 2:6 y 7 se habla de que el conocimiento del plan de salvación estuvo determinado de antemano para que todo ser humano lo conozca.

A partir de estos pasajes, algunos han supuesto erróneamente que Dios arbitrariamente predestinó, o "señaló de antemano", a personas individuales para salvarse y a otras para perderse, sin tomar en cuenta la elección que pudieran hacer ellas mismas, imponiendo así arbitrariamente los beneficios de la salvación sobre algunos y negándolos a otros.

El contexto y la analogía de las Escrituras demuestran en forma concluyente la falacia de este razonamiento.  Estas enseñan explícitamente que Dios "quiere que todos los hombres sean salvos y vengan al conocimiento de la verdad" (1 Ti. 2:4), y que no quiere "que ninguno perezca, sino que todos procedan al arrepentimiento" (2 P. 3:9). 

Los escritores inspirados no afirman en parte alguna que Dios desea que alguien perezca.  La idea de que designó arbitrariamente a algunos hombres para la salvación y a otros para la reprobación es una ficción de invención humana. 

Que ninguno está excluido de los beneficios de la salvación se hace evidente en Is. 55:1 y Ap. 22:17.  Todos los que tengan sed son invitados a tomar "del agua de la vida gratuitamente".  Dios no se goza con "la muerte del impío", sino de "que se vuelva el impío de su camino, y que viva" (Ez. 33:11). 

La naturaleza de la predestinación bíblica está presentada claramente en Jn. 3:16-21, donde se afirma que "amó Dios al mundo" y dio a su Hijo como su Salvador; no que amó a ciertas personas y aborreció a otras.  El v 17 afirma específicamente que "no envió Dios a su Hijo al mundo para condenar al mundo, sino para que el mundo sea salvo por él".

De acuerdo con Jn. 1:12 y 3:16, el factor decisivo en cada caso individual es la disposición de aceptar al único Hijo de Dios como su Salvador personal y creer en él.  "Todo aquel que en él cree" puede tener la vida eterna (3:16). 

Dios no rehúsa el beneficio de la salvación a ninguno que sinceramente escoge el camino de la vida y está dispuesto a cumplir con los requisitos que la hacen posible. 

La forma en que una persona es condenada o reprobada está claramente expresada en los vs 18-21, donde se afirma que el factor   determinante es la respuesta individual a "la luz"; es decir, a Jesucristo como "la luz de los hombres" (1:4-9). 

Mientras éstos estén en tinieblas no hay condenación (véase Sal. 87:4, 6; Ez. 3:18-21; 18:2-32; 33:12-20; Lc. 23:34; Jn. 15:22; Ro. 7:7, 9; 1 Ti. 1:13). 

Sólo los que deliberadamente rechazan la verdad, claramente presentada ante ellos, "no tienen excusa por su pecado" (Jn. 15:22). 

De acuerdo con Jn. 3:18, una persona que rehúsa la salvación en Cristo automáticamente incurre en condenación, no por algún imaginario acto arbitrario de Dios, sino sencillamente "porque no ha creído en el nombre del unigénito Hijo de Dios". 

Este pensamiento es enfatizado en el v 19, donde se afirma que "los hombres amaron más las tinieblas que la luz, porque sus obras eran malas". 

Todos los que eligen aferrarse a sus malos caminos lo hacen por causa de su odio a la luz, y la evitan para que "sus obras no sean reprendidas" (v 20).  Por el contrario, los que buscan un mejor camino para su vida reciben el beneficio de la luz del amor divino que ablanda sus duros corazones.

La enseñanza que distorsiona la predestinación bíblica al punto de hacer aparecer a Dios como predeterminando que ciertas personas se salven y otras se pierdan es una consecuencia de la ignorancia de la verdad básica de la Biblia: cada persona tiene el poder de elegir su propio destino.  Dios nunca traba el libre ejercicio de la facultad humana de decidir (Ez. 18:31, 32; 33:11; 2 P 3:9). 

Antes de la fundación del mundo (1 P. 1:20) él hizo provisión para que los pecadores fueran restaurados al favor divino, y predeterminó -preordenó o predestinó (Ef. 1:4)- que los que aceptaran esta provisión encontrasen la salvación en Jesucristo y fueran restaurados a su condición de hijos.  Esta es ofrecida libremente a todos, pero no todos aceptan la invitación. 

No es impuesta al hombre en contra de su voluntad, ni le es negada en contra de su deseo.  El preconocimiento divino y la predestinación no eliminan la libertad de elección ni la hacen ineficiente, sino otorga a los hombres el privilegio de escoger el camino de la vida eterna.  Los que creen en Jesucristo son justificados por su fe en él, mientras que los que rehusan creer automáticamente se excluyen a sí mismos.  Dios ha predeterminado que los que creen sean salvos, y los que no creen se pierdan, pero ha dejado que cada persona elija su destino.

Una lectura superficial de Ro. 9:9-16 y 1 Co. 3:12-15 ha conducido a algunos a la conclusión errónea de que Pablo aquí enseña la predestinación individual sin tomar en cuenta su elección personal.  Que en ninguno de los 2 casos es así resulta evidente de una lectura cuidadosa del contexto. 

En Ro. 9:9-16, Pablo trata del rechazo divino de Esaú como heredero de la primogenitura y la elección de Jacob para este sagrado oficio.  El contexto pone en evidencia que el apóstol no está aquí tratando un asunto de salvación personal, sino exclusivamente la elección de los instrumentos humanos como sus agentes para realizar su voluntad en la tierra. 

El rechazo divino de Esaú como heredero de la primogenitura no le niega las bendiciones de la salvación más que la posterior negación de la primogenitura a Rubén, el hijo mayor de Jacob, que no lo excluyó de tener parte en la herencia de la Canaán terrenal y la celestial (cf Gn. 49:3, 4). 

En su contexto, el pasaje: "No depende del que quiere, ni del que corre, sino de Dios que tiene misericordia" (Ro. 9:16), no se refiere a las misericordias de la salvación, sino a la herencia de la primogenitura. 

En forma similar, el pasaje: "De quien quiere tiene misericordia, y al que quiere endurecer, endurece" (v 18), habla acerca de Faraón como un instrumento de la voluntad divina, y no trata acerca de su salvación o reprobación personal. 

En la ilustración del alfarero que tiene "potestad... sobre el barro" para hacer un vaso para honra y otro para deshonra (Ro. 9:21-23), Pablo no se ocupa del carácter intrínseco de los respectivos vasos, sino del uso que se les dará, donde algunas funciones son más honrosas que otras. 

Ningún alfarero hace un vaso con la intención específica de destruirlo, sino diferentes para servir a propósitos distintos.  Uno que es útil para un fin humilde puede ser tan valioso y bueno como otro que se emplea para un objeto más elevado. 

En Ro. 9  Pablo trata con la nación judía como los representantes elegidos por Dios y su rechazo final, y su preferencia por los gentiles (vs 24-26).  En forma similar, en 1 Co. 3:12-15 la recompensa de la que se habla es por el servicio en el ministerio evangélico, no por la vida personal como cristiano.

Presciencia

Aspecto de la omnisapiencia de Dios por el que los acontecimientos futuros son conocidos por él de antemano y sin mediar ninguna indicación objetiva de que están por ocurrir. El término sólo aparece en 1 P. 1:2, pero en el texto griego 943 también está en Hch. 2:23 ("anticipado conocimiento"). En Ro. 8:29; 11:2; etc., se usa la forma verbal proginoskÇ, "conocer de antemano".

Las Escrituras no circunscriben de ningún modo el preconocimiento de Dios; en realidad, señalan su capacidad de discernir el futuro como una evidencia primaria de que él es Dios (Is. 42:9; 45:21; 46:10; 48:3-8).

Es importante distinguir entre preconocimiento y predestinación.* "Conocer" no significa "determinar", y no se debe forzar "preconocer" para que signifique "predeterminar". En Hch. 2:23 el conocimiento previo de Dios con respecto a la muerte vicaria de Cristo está relacionado con su "plan" o propósito infinito de que Cristo muriera por los pecadores. Dios previó, también, que algunos aceptarían la salvación provista, y a los tales quiso darles el privilegio de llegar a ser hijos de Dios (Jn. 1:12).

Ordenó de antemano, o predestinó, a todos los que voluntariamente aceptaran el don de la salvación a "que fuesen hechos conformes a la imagen de su Hijo" (Ro. 8:29). De este modo, en el caso de los seres humanos como agentes morales libres, la predestinación está relacionada con el preconocimiento. De acuerdo con el v 30, de los que están así predestinados a conformarse a la imagen de Cristo se dice que son "llamados", "justificados" y "glorificados". En forma similar, en 1 P. 1:2, la elección divina se debe considerar como basada en el "preconocimiento de Dios" con respecto a los que aceptarán su don de la salvación.

 
Por John J. Alvarado D. COMUNIDAD BIBLICA DE LA GRACIA DE JESUCRISTO

1 comentario:

  1. John, cuando leas el libro de John Owen, Vida por Su Muerte, podrás entender por qué realmente la Biblia no dice ésto y tendrás todas las evidencias de que las posturas semipelagiana y la arminiana van en contra de la Palabra de Dios.

    John, cómo interpretas entonces ésto:
    10 Como está escrito: No hay justo, ni aun uno;
    11 No hay quien entienda. No hay quien busque a Dios.
    12 Todos se desviaron, a una se hicieron inútiles; No hay quien haga lo bueno, no hay ni siquiera uno.

    Puedes leer algo similar en Salmo 14.

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