martes, 12 de octubre de 2010

p1 A PROPOSITO DE LA MARCHA PARA JESUS

LA PROCLAMACIÓN DEL MENSAJE

La comisión que Cristo dio de enseñar.

Las últimas palabras que Cristo dijo a sus discípulos fueron: "He aquí yo estoy con vosotros todos los días, hasta el fin del mundo".  "Por tanto, id, y haced discípulos a todas las naciones" (Mat. 28: 20, 19).  Id hasta los más apartados confines del globo habitado, y sabed que doquiera presencia os asistirá.. . .

A nosotros también se nos da la misma comisión.  Se nos ordena que avancemos como mensajeros de Cristo, a fin de enseñar, instruir y persuadir a hombres y mujeres, instándoles a prestar atención a la palabra de vida.  A nosotros también se nos asegura la permanente presencia de Cristo. 

Cualesquiera fueren las dificultades con las cuales tengamos que contender, cualesquiera las pruebas que debamos soportar, la siguiente promesa llena de gracia nos pertenece constantemente: "He aquí yo estoy con vosotros todos los días, hasta el fin del mundo"

A la Iglesia se le confió el mensaje.-

Vivimos actualmente en las escenas finales de la historia de este mundo. Que los hombres tiemblen al percatarse de la responsabilidad de conocer la verdad. El mundo está llegando a su fin. La consideración correcta de todas estas cosas inducirá a todos a consagrar a su Dios cuanto tienen y cuanto son...

Recae sobre nosotros la grave responsabilidad de amonestar un mundo con respecto a su condenación venidera.  De todas partes, de lejos y de cerca, nos llegan pedidos de ayuda. La iglesia, piadosamente consagrada la obra, ha de llevar este mensaje al mundo: Venid al banquete del Evangelio; la cena está preparada, venid. . . Han de ganarse coronas, coronas inmortales. 

Ha de conquistarse el reino de los cielos. Ha de ser iluminado un mundo que perece en el pecado.  Ha de ser hallada la perla perdida.  Hay que volver a poner la oveja perdida a salvo en el redil.

¿Quién se unirá al grupo de los que buscan? ¿Quién llevará la luz a aquellos que andan errantes en la oscuridad del error?

La crisis actual.-

Debiéramos sentir ahora la responsabilidad de trabajar con intenso fervor en impartir a otros las verdades que Dios ha dado para este tiempo.  No podemos excedernos en nuestro fervor. . . Ahora es el momento de dar la última amonestación.  Hay un poder especial en la presentación de la verdad en el tiempo actual; pero ¿cuánto tiempo durará?  Tan sólo un poquito.  Si alguna vez hubo una crisis es ahora.

Es necesario despertar a los hombres para que comprenden la solemnidad del tiempo, la proximidad del día en que terminará el tiempo de prueba de los hombres.  Deben hacerse esfuerzos definidos para presentar a la gente y en forma descollante el mensaje para este tiempo.  El tercer ángel ha de ir con gran poder
En medio de la confusión de lo últimos días.-

Las palabras de Cristo fueron pronunciadas para nosotros los que vivimos ahora, en la etapa final de la historia de esta tierra. "Cuando estas cosas comiencen a suceder, erguios y levantad vuestra cabeza, porque vuestra redención está cerca"(Luc. 21:28). Las naciones están desasosegadas.

Vivimos en tiempos de perplejidad. Rugen las olas de la mar; los corazones de los hombres desfallecen por el temor y la expectación de las cosas que han de sobrevenir a la redondez de la tierra; pero aquellos que creen en el Hijo de Dios oirán su voz en medio de la tormenta, la cual les dirá: "Yo soy, no temáis" (Mat. 14:27) ... Contemplamos el mundo que yace en maldad y apostasía. Pareciera casi universal la rebelión contra los mandamientos de Dios. En medio del tumulto de la excitación acompañado de confusión que reina por doquiera, hay una obra que debe ser hecha en el mundo

Millones en las ciudades pronto deberán decidirse.-

Las tinieblas espirituales que cubren la tierra actualmente, se ven agravadas en los densos centros de población. Es en las ciudades de las naciones donde el obrero evangélico encuentra la mayor impenitencia y la mayor necesidad...

Los crímenes y la iniquidad que campean en las ciudades populosas han alcanzado un nivel abrumador. La perversidad de los impíos casi escapa a toda comprensión. Muchas ciudades se están convirtiendo en otras tantas Sodomas ante la vista del cielo.

El aumento de la maldad es tan grande que las masa se aproximan rápidamente a un punto en su experiencia personal más allá del cual resultará sumamente difícil alcanzar a los individuos con el conocimiento salvador del mensaje del tercer ángel. El enemigo de las almas trabaja con toda pericia para obtener un pleno dominio de la mente. Y lo que los siervos de Dios realicen para amonestar y preparar a esa gente para el día del juicio deben hacerlo prestamente.

Las condiciones a que hacen frente los obreros cristianos en las grandes ciudades, constituyen una solemne exhortación a un esfuerzo incansable en favor de los millones que viven a la sombra de la condenación inminente. Los hombres pronto se verán obligados a efectuar grandes decisiones, y deben tener oportunidad de oír y de comprender la verdad bíblica, a fin de que puedan decidirse inteligentemente por el camino recto. Dios pide ahora  a sus mensajeros, en términos definidos, que amonesten a las ciudades mientras la misericordia todavía perdura y mientras las multitudes son aún susceptibles a la  influencia convertidora de la verdad bíblica

En la marcha de la muerte.-

Satanás trabaja laboriosamente en nuestra ciudades populosas. El resultado de su trabajo se advierte en la confusión reinante, en las luchas y las discordias entre las fuerzas trabajadoras y el capital, y en la hipocresía que ha entrado en las iglesias. Con el fin de lograr su propósito de que los hombres no tengan tiempo para meditar, Satanás los mantiene ocupados en la búsqueda de la alegría y el placer, y dedicados a beber y comer. Los llena de ambición por llevar a cabo empresas que exalten su propia personalidad. El mundo se está aproximando paso a paso a la 24 condición que existía en los días de Noé.  Se perpetran todos los crímenes imaginables. 

Los instrumentos satánicos desempeñan su parte en la estimulación de la concupiscencia de la carne, los deseos de los ojos, la manifestación de egoísmo, la extralimitación en el poder, la crueldad y la fuerza empleadas para unir a los hombres en confederaciones y sindicatos, disponiéndolos en atados para el terrible fuego de los últimos días.  Los hombres llaman "vida" a esta sucesión de crímenes y locuras...

El mundo, que actúa como si no hubiera Dios, absorto en propósitos egoístas, experimentará pronto una súbita destrucción, y no escapará.  Muchos continúan en una complacencia descuidada del yo hasta que llegan a estar tan disgustados con la vida que terminan con su existencia. Bailando y parrandeando, bebiendo y fumando, complaciendo sus pasiones animales, marchan como bueyes al matadero. 

Satanás está trabajando con todo su arte y encantos para mantener a los hombres marchando a ciegas, hasta que el Señor se levante de su lugar para castigar a los habitantes de la tierra por sus iniquidades, cuando la tierra devolverá su sangre y no cubrirá más sus muertos.  El mundo entero parece empeñado en la marcha de la muerte

Proyectos ambiciosos.-

En las ciudades viven hombres y mujeres que cada vez se enredan más en sus asuntos comerciales.  Trabajan desesperadamente en la construcción de edificios cuyas torres se elevan hacia el cielo.  Tienen sus mentes llenas de planes y proyectos ambiciosos .

Si las amonestaciones celestiales no son escuchadas.-

Todo el mundo será advertido de que existe un Dios que hará notoria su autoridad como Dios.  Sus agentes invisibles causarán destrucción, devastación y muerte. Todas las riquezas acumuladas serán como la nada...

Acontecerán calamidades, calamidades de lo más pavorosas, de lo más inesperadas; y estas destrucciones se seguirán la una a la otra.  Si se presta atención a las amonestaciones que Dios ha dado, y si las iglesias se arrepienten y regresan a la lealtad, entonces otras ciudades serán perdonadas por un tiempo.  Pero si los hombres que han sido engañados continúan en el mismo camino en el cual han estado andando, sin prestar atención a la ley de Dios y presentando falsedades ante el pueblo, Dios les permite sufrir calamidades, para que sus sentidos  sean despertados...

El Señor no desechará repentinamente a los transgresores o destruirá a naciones enteras; sino que castigará a ciudades y lugares donde los hombres se han prestado para ser poseídos por los agentes satánicos. Las ciudades de las naciones serán tratadas con estrictez, y sin embargo, no serán visitadas con la extrema indignación de Dios, porque algunas almas renunciarán a los engaños del enemigo, y se arrepentirán y convertirán, mientras que las masas estarán atesorando ira para el día de la ira

Por COMUNIDAD BIBLICA DE LA GRACIA DE JESUCRISTO

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