Aparezca Cristo
EL OBJETO de todo ministerio es mantener oculto el yo y hacer que aparezca Cristo. La exaltación de Cristo es la gran verdad que han de revelar todos los que trabajan en palabra y doctrina.
Los que trabajan en la causa de la verdad debieran presentar la justicia de Cristo, no como una luz nueva, sino como una luz preciosa que por un tiempo ha sido perdida de vista por la gente. Hemos de aceptar a Cristo como a nuestro Salvador personal, y él nos imputa la justicia de Dios en Cristo.
Repitamos y destaquemos la verdad que ha descrito Juan: "En esto consiste el amor: no en que nosotros hayamos amado a Dios, sino en que él nos amó a nosotros, y envió a su Hijo en propiciación por nuestros pecados" (1 Juan 4: 10) .
En el amor de Dios se ha manifestado la más maravillosa hallazgo de verdad preciosa, y se exponen delante de la iglesia y del mundo los tesoros de la gracia de Cristo. .. Qué amor es éste, qué maravilloso, insondable amor que indujo a Cristo a morir por nosotros cuando todavía éramos pecadores. Cuánto pierde el alma que entiende las vigorosas demandas de la ley y que, sin embargo, no llega a comprender la sobreabundante gracia de Cristo.
Es cierto que la ley de Dios revela el amor de Dios cuando es predicado como la verdad en Jesús, pues el don de Cristo para este mundo culpable debe tratarse extensamente en cada discurso. No es de admirar que los corazones no hayan sido conmovidos por la verdad, cuando ésta se ha presentado de una manera fría y sin vida. No es de admirar que haya vacilado la fe en las promesas de Dios cuando los ministros y obreros han dejado de presentar a Jesús en relación con la ley de Dios. Con cuánta frecuencia debieran haber asegurado a los presentes que "el que no escatimó ni a su propio Hijo, sino que lo entregó por todos nosotros, ¿cómo no nos dará también con él todas las cosas?" (Rom. 8:32).
Satanás está determinado a que los hombres no vean el amor de Dios que lo indujo a dar a su Unigénito para salvar a la raza perdida, pues es la bondad de Dios la que guía a los hombres al arrepentimiento. ¿Cómo tendremos éxito en presentar delante del mundo el profundo y precioso amor de Dios? En ninguna otra forma podremos abarcarlo, a menos que exclamemos: "Mirad cuál amor nos ha dado el Padre, que seamos llamados hijos de Dios" (1 Juan 3: 1).
Digamos a los pecadores: "He aquí el Cordero de Dios, que quita el pecado del mundo" (Juan 1: 29). Presentando a Jesús como el representante del Padre, podremos despejar la sombra que Satanás ha proyectado sobre nuestro sendero a fin de que no veamos la misericordia y el inexpresable amor de Dios como se manifiestan en Jesucristo. Mirad a la luz del Calvario. Es una promesa permanente del ilimitado amor, de la infinita misericordia del Padre celestial.
El Espíritu Santo
Cristo, el gran Maestro, tuvo una infinita variedad de temas para elegir, pero del que más se ocupó fue de la dádiva del Espíritu Santo. Cuán grandes cosas predijo para la iglesia debido a ese don.
Sin embargo ¿cuál es el tema que menos se trata ahora? ¿Qué promesa es la que menos se cumple ? Ocasionalmente se da un discurso sobre el Espíritu Santo, y luego se deja el tema para una consideración posterior.!! ASI MUCHOS OTROS TEMAS IMPORTANTES DE LA BIBLIA, EL PECADO, EL INFIERNO ETC
Enseñemos los pasos de la conversión
Los ministros necesitan usar una forma más clara y sencilla para presentar la verdad como es en Jesús. Su propia mente necesita comprender más plenamente el gran plan de la salvación. Entonces podrán apartar las mentes de sus oyentes de las cosas terrenales a las espirituales y eternas. Hay muchos que desean saber qué deben hacer para ser salvos. Necesitan una sencilla y clara explicación de los pasos requeridos en la conversión, y no debiera presentarse un sermón a menos que se trate una parte de lo que especialmente aclara el camino para que los pecadores puedan ir a Cristo y ser salvos. Como lo hizo Juan, debieran señalar a Cristo y con sencillez conmovedora, con sus corazones encendidos con el amor de Cristo, debieran decir: "He aquí el Cordero de Dios que quita los pecados del mundo". Debieran extenderse vigorosas y fervientes exhortaciones para que se arrepientan y conviertan los pecadores.
Los que descuidan esta parte de la obra, necesitan convertirse ellos mismos antes de aventurarse a dar un discurso. Aquellos cuyo corazón está lleno del amor de Jesús, con las preciosas verdades de su Palabra, podrán sacar de la tesorería de Dios cosas nuevas y viejas. No encontrarán tiempo para relatar anécdotas; no se esforzarán por llegar a ser oradores que se remonten tan alto que no puedan llevar a la gente consigo, sino que en lenguaje sencillo, con fervor conmovedor, presentarán la verdad tal como es en Jesús.
C O N T I N U A R A
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