Ante el resurgimiento paulatino de esta doctrina que fue necesaria en las épocas del Yugo papal es necesario hacer un análisis objetivos hermanos de esta teología que procura levantar una bandera de imposiciones teologicas levantando primero los muros del error antes que la verdad bíblica ante un mundo protestante en decadencia en el cual se procura ayudar lo mas posible a la comunidad bíblica que procura volver a sus raíces de leer la Biblia y salir del Sistema Babilonico en el cual esta sumergido gran parte de las iglesias evangelicas de todas las denominaciones.
La palabra clave de este análisis es el talante, esto es, el carácter o espíritu de una ideología o corriente de pensamiento. Lo explicamos así, en la introducción de Catolicismo y protestantismo...:
El sentimiento, estado de ánimo o talante es una disposición espontánea, pre-racional —próxima a la pura sensibilidad de la terminología escolástica—, un encontrarse, sin saber por qué, triste o alegre, confiado o desesperanzado, angustiado o tranquilo en medio del mundo.
La actitud, sería un talante informado, apoyado en la tradición, que produce un sentido o estilo de vida. La distinción de talantes entre catolicismo y protestantismo es el tema de todo el libro, para lo cual estudia primero a Lutero y su teología, así como su actualidad, para luego abordar a Calvino y el calvinismo contemporáneo, en la segunda parte se acerca al anglicanismo, el catolicismo de la Contrarreforma y el jansenismo de Pascal, para al final ocuparse de el catolicismo de Unamuno, la situación del catolicismo actual y reflexionar sobre la lejanía y cercanía de Dios en la época contemporánea (es la crisis existencial del hombre separado de Dios).
Algo que llama poderosamente la atención es la lectura de Karl Barth como trasfondo inevitable de todo el libro, algo inevitable para quien escribió a mediados del siglo XX. Así, se ocupa de la “teología dialéctica” al rastrear la presencia de Lutero y su continuidad en las ideas de Kierkegaard y Rudolf Otto, sobre la alteridad absoluta de Dios, rasgo característico de la teología barthiana.
En la primera parte, “Calvino y su doctrina”, el autor diferencia a la tradición reformada de la luterana al subrayar que “la Reforma latina” fue creación del humanista Calvino, a tal punto, que su esfuerzo confluye con la Contrarreforma en el sentido de que intentó conciliar el Renacimiento con la fe cristiana. Sobre la predestinación, Los eruditos y filósofos CRITICOS de Calvino advierten que es el punto central de la teología calviniana y señala: “Aparentemente hay una inconsistencia en el hecho de que a una doctrina como la calvinista de la Predestinación, mucho más aterradora que la luterana, corresponda un temple vital más calmoso y sereno”. Luego de referirse a la supuesta e Calvino, afirma que éste hizo del protestantismo todo un sistema y que sus seguidores iniciaron el proceso moderno de reducción de la religión a simple moralidad.
Quiero subrayar la creencia eclesiológica de Calvino y ve en ella el surgimiento de una nueva seguridad que ya no se fundamenta en la Iglesia sino en la inadmisibilidad de la justicia humana y en la certeza de la salvación.
Observa, además, que la interiorización religiosa de Calvino es mucho más radical que la de Lutero, así como su perspectiva de los sacramentos como simples signos exteriores por medio de los cuales Jesucristo representa y testifica su buena voluntad y su promesa. En cuanto a la liturgia, también se recuerda la enorme desconfianza calviniana en relación con la magnificencia exterior de las ceremonias. El análisis concluye con una crítica a la eclesiología de Calvino, donde percibe un cierto “racismo” al trasladar las consecuencias profundas de la predestinación.
En “Karl Barth, otra vez”, se ensaya una caracterización de la obra del teólogo suizo como continuador de Kierkegaard, sobre todo por la Epístola a los Romanos (1919). Las conexiones que encontramos entre esta teología y el existencialismo se ven matizadas por la relación con la teología de Calvino, pues aunque reconoce que Barth se aparta en buena medida de la doctrina de aquél sobre la predestinación, ubica a ésta inmediatamente después de la doctrina de Dios e inmediatamente delante de la doctrina de la creación.
En “Karl Barth, otra vez”, se ensaya una caracterización de la obra del teólogo suizo como continuador de Kierkegaard, sobre todo por la Epístola a los Romanos (1919). Las conexiones que encontramos entre esta teología y el existencialismo se ven matizadas por la relación con la teología de Calvino, pues aunque reconoce que Barth se aparta en buena medida de la doctrina de aquél sobre la predestinación, ubica a ésta inmediatamente después de la doctrina de Dios e inmediatamente delante de la doctrina de la creación.
Donde percibe mayor discontinuidad con los reformadores es en la doctrina de la fe fiducial, pues, comenta: “Barth ‘regresa’ a una fe que ‘vive de su objeto’ y consiste en asentimiento a la Revelación”, además de que “acentúa, siguiendo a Calvino, el aspecto obediencial y adoracional de esta última, y reconoce la imposibilidad de construir una teología completamente separada de toda filosofía”.
Por John J. Alvarado D. COMUNIDAD BIBLICA DE LA GRACIA DE JESUCRISTO
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