I. DIOS PROMETIÓ LA SALVACIÓN DE LA FAMILIA
Ahora trataremos el tema de la unidad básica en
lo que respecta a la salvación. Todo se mide por unidades, y la unidad básica
con respecto a la salvación es la familia.
De acuerdo a la Biblia, Dios, al relacionarse y
comunicarse con el hombre, le hizo muchas promesas. Conocer tales promesas nos
reportará grandes beneficios, y si las desconocemos, sufriremos gran pérdida.
Al prometer la salvación, Dios tomó la familia
como su unidad, no al individuo. Si una persona que recién ha sido salva
comprende esto al inicio mismo de su vida cristiana, se ahorrará muchos
problemas y obtendrá muchos beneficios. Cuando Dios salva al hombre, Él no toma
al individuo como unidad, sino a toda la familia.
Con respecto a la vida eterna, la Biblia toma al
individuo como unidad, no a la familia. Sin embargo, con respecto a la
salvación, la Biblia indica que las personas son salvas familia por familia.
Así pues, la unidad de la salvación es la familia. A continuación, quisiéramos
examinar algunos pasajes bíblicos que nos mostrarán claramente que la salvación
es para toda la familia. Después, podremos indagar con Dios en conformidad con
esos versículos, y podremos relacionarnos con Dios ya no solamente por nosotros
mismos, como individuos, sino también por toda nuestra familia.
Esperamos que en el futuro ninguno de nuestros
niños requiera de un esfuerzo extraordinario para conducirlos a la salvación y
rescatarlos de este mundo. Debemos asegurarnos que aquellos a quienes
engendramos en la carne, también lleguen a pertenecer a nuestra familia
espiritual. No podemos permitir que nuestros hijos se extravíen año tras año
para luego vernos obligados a pugnar por rescatarlos. No podemos simplemente
traerlos a este mundo, sino que además, tenemos que conducirlos al Señor.
Si todos los hermanos y hermanas concuerdan en
que debemos optar por este camino, entonces tendremos entre nosotros tantos
salvos como el número de los que han crecido en el ceno de nuestra familia. El
Señor nos ha confiado a nuestros hijos. No debemos permitir que se pierdan,
sino que tenemos que asegurarnos que
sean salvos. De otro modo, cuando hayan crecido tendremos que esforzarnos mucho
para rescatarlos del mundo. Todos los pececillos que hayan engendrado nuestros
peces mayores deben permanecer con nosotros y no debemos permitir que la
corriente los arrastre alejándolos de nosotros, para luego tener que luchar por
pescarlos nuevamente.
Por lo que, todos nuestros hijos deben pertenecer al
Señor y así la iglesia seguirá adelante por medio de su segunda generación.
Espero que los hermanos y hermanas vean cuán
importante es este asunto. Si la iglesia podrá seguir avanzando con la siguiente
generación, y si aquellos que vienen después de nosotros podrán proseguir, va a
depender de si nosotros podemos conducir nuestros hijos al Señor. Si el número
de los que se alejen de nosotros es igual al número de los nacidos en nuestras
familias, entonces careceremos de una segunda generación. Si aquellos que hemos
engendrado permanecen firmes generación tras generación y, además, algunos de
afuera se añaden a nosotros, la iglesia será fuerte y aumentará en número.
Jamás deberíamos engendrar un hijo para luego perderlo. Es imprescindible que
los que han nacido entre nosotros sean regenerados.
II. ALGUNOS EJEMPLOS DE LA BIBLIA
La Biblia revela el principio básico de que Dios
salva a los hombres familia por familia. ¿Cómo podemos demostrar esto? Para ello,
debemos examinar algunos pasajes bíblicos.
A. En el Antiguo Testamento
1. Fue una familia completa la que entró al arca
Génesis 7:1 dice: ―Dijo luego Jehová a Noé: Entra
tú y toda tu casa en el arca‖, y 1 Pedro 3:20 dice: ―...el
arca, en la cual algunos, es decir, ocho almas, fueron llevadas a salvo por
agua‖.
El arca no era para un solo individuo, sino para
toda una familia. En Génesis 6 se nos muestra a un hombre que era justo delante
de Dios, Noé. La Biblia no dice que los hijos de Noé, ni tampoco sus esposas,
fueran personas justas. La Biblia únicamente afirma que Noé era un varón justo
delante de Dios. Sin embargo, cuando Dios preparó el medio por el cual Noé
sería salvo, Él mandó que la familia completa de Noé entrara en el arca. Por
tanto, toda la casa, y no un individuo, fue la que entró en el arca. Un nuevo
creyente debe introducir a cada uno de los miembros de su familia en el arca.
Usted podría decirle al Señor: ―Yo he creído en Ti y Tú has dicho que toda mi
casa puede entrar en el arca.
Ahora Señor,
por favor, trae a toda mi familia y ponla en el arca‖. Dios honrará su fe.
2. La circuncisión fue prescrita para toda la
casa
Génesis 17:12-13 dice: ―Y de edad de ocho días
será circuncidado todo varón entre vosotros por vuestras generaciones; el
nacido en casa, y el comprado por dinero a cualquier extranjero, que no fuere
de tu linaje. Debe ser circuncidado el nacido en tu casa, y el comprado por tu
dinero; y estará mi pacto en vuestra carne por pacto perpetuo‖.
Dios llamó a Abraham e hizo pacto con él
diciendo: ―Y estableceré mi pacto entre mí y ti, y tu descendencia después de
ti‖ (v. 7). La señal de que existía un pacto entre Dios y Abraham era la
circuncisión. Todos aquellos que habían sido circuncidados, pertenecían a Dios,
y aquellos que no habían sido circuncidados, no pertenecían a Dios. Dios
también le dijo a Abraham que toda su casa debía ser circuncidada, incluyendo
tanto a los nacidos en su casa como a los que pasaron a formar parte de ella
por haber sido adquiridos con dinero. Por tanto, la promesa que corresponde a
la circuncisión no le fue hecha únicamente a Abraham, sino a toda su casa. Así
pues, en lo que a la circuncisión se refiere, la familia es la unidad básica.
La promesa de Dios le fue hecha a la casa de Abraham, no solamente a Abraham.
3. Un cordero pascual por familia
Éxodo 12:3 y 7 dice: ―Hablad a toda la
congregación de Israel, diciendo: En el diez de este mes tómese cada uno un
cordero según las familias de los padres, un cordero por familia ... Y tomarán
de la sangre, y la pondrán en los dos postes y en el dintel de las casas en que
lo han de comer‖.
Es claro que el cordero pascual era entregado a
una familia, no a un individuo. Así pues, nuevamente vemos aquí la importancia
que tiene la familia para Dios. El cordero que se sacrificaba en la Pascua era
para la familia y no para un individuo.
No se preparaba un cordero para cada
persona, sino para cada casa. Asimismo, la sangre untada sobre los postes y el
dintel de la puerta cumplía la función de proteger a toda la casa, y el ángel
aniquilador dejaba ilesa a toda la familia.
Resulta maravilloso ver que la salvación
preparada por medio del Señor Jesucristo, al igual que con el cordero pascual,
no está destinada a individuos, sino a la familia en su totalidad. Si un
individuo come del cordero, esto significa que solamente él es salvo, pero si
toda la casa come del cordero, esto significa que toda la familia es salva,
porque la salvación es para toda la familia. La familia entera come del cordero
y, asimismo, toda la familia se beneficia de la sangre, y todos
juntos disfrutan de estas cosas. Quiera el Señor abrir los ojos de nuestro
entendimiento para que lleguemos a comprender que la salvación es un asunto que
involucra a toda la familia, no solamente a individuos.
4. El sacerdocio fue confiado a una familia
Asimismo, la promesa del sacerdocio fue hecha por
Dios a toda una familia, a una sola casa. No fue algo que se otorgara a uno o
dos individuos. Números 18:1 dice: ―Jehová dijo a Aarón: Tú y tus hijos, y la
casa de tu padre contigo, llevaréis la iniquidad del santuario‖.
El versículo 11 dice: ―Esto también será tuyo: la
ofrenda elevada de sus dones, y todas las ofrendas mecidas de los hijos de
Israel, he dado a ti y a tus hijos y a tus hijas contigo, por estatuto
perpetuo; todo limpio en tu casa podrá comer de ellas‖. Dios encomendó todos los sacrificios y ofrendas a la casa de Aarón.
Los sacrificios pasaban a ser pertenencia de la casa de Aarón, no de Aarón
solamente. Esto se debe a que Dios acepta a la familia como una sola entidad.
Por favor, recuerden que el sacerdocio le fue dado a la casa de Aarón y no
solamente a Aarón. El sacerdocio tomó la familia como una sola unidad.
5. La salvación de una familia
Josué 2:19 dice: ―Cualquiera que salga fuera de
las puertas de tu casa a la calle, su sangre será sobre su cabeza, y nosotros
sin culpa. Mas cualquiera que se estuviere en casa contigo, su sangre será
sobre nuestra cabeza, si mano le tocare‖. Y Josué 6:17
dice: ―Y será la ciudad dedicada para destrucción a Jehová, con todas las cosas
que están en ella; solamente Rahab la ramera vivirá, con todos los que estén en
casa con ella, por cuanto escondió a los mensajeros que enviamos‖.
Aquí vemos cómo Rahab la ramera y su casa fueron
salvos. ¿Qué hizo ella? Ella recibió a los espías. Cuando ella recibió a los
espías, Dios le concedió una señal. Ella debía atar un cordón de grana a una de
las ventanas de su casa. Luego, todos los que estuvieran en aquella casa que
exhibía el cordón de grana serían librados, mientras que el resto de habitantes
de Jericó sería aniquilado. El cordón de grana simboliza la salvación. La
salvación tipificada por el cordón de grana salvó a toda la casa de Rahab, no
solamente a ella.
Es necesario que conozcamos en toda su extensión
el espectro que abarca la salvación. El capítulo 2 de Josué nos relata la
promesa hecha a Rahab, mientras que en el capítulo 6 se nos relata la ejecución
de dicha promesa. Tanto la promesa en el capítulo 2, como la ejecución de la
misma en el capítulo 6, nos muestran que toda la casa de Rahab fue salva. Todos
aquellos que estaban en la
casa que tenía el
cordón de grana fueron salvos. La salvación de Dios es para toda la familia y
no tan solo para individuos.
6. Una familia es bendecida
En 2 Samuel 6:11 dice: ―Y estuvo el arca de
Jehová en casa de Obed-edom geteo tres meses; y bendijo Jehová a Obed-edom y a
toda su casa‖.
En el Antiguo Testamento la bendición de Jehová
era derramada sobre toda la familia. Mientras el arca permaneció en la casa de
Obed-edom, Jehová bendijo a toda su casa. En lo que se refiere a la bendición
de Jehová, la familia es la unidad y no el individuo.
Ya hablamos acerca de la salvación. Ahora veremos
que este principio no está confinado solamente a la salvación, sino que además
rige muchos otros asuntos, tanto del Antiguo Testamento como del Nuevo
Testamento. La casa es considerada como una unidad. Los hijos de Dios, en
especial aquellos que son jefes de familia, deben darse cuenta que Dios se
relaciona con los hombres en función de sus familias. Si usted no toma en
cuenta este hecho, sufrirá gran pérdida. Si usted es jefe de familia, tiene que
aferrarse a este hecho. Necesita decir: ―Señor, Tú me has dicho que Tú te
relacionas con mi familia y no solamente conmigo. Así pues, te ruego que salves
a toda mi familia‖.
No solamente quien es cabeza de familia debe
apoyarse en este hecho, sino que también los otros miembros de la familia deben
pedir al Señor con respecto a la casa de sus padres. Rahab no era la cabeza de
su casa, ella tenía un padre. Pero Rahab se aferró a Dios, y su casa fue
bendecida y salvada. Es muy bueno que usted sea la cabeza de su hogar, pues
ello le permite hablar en representación de toda su familia. Pero incluso si
usted no es la cabeza del hogar, usted puede hablar por fe, tal como lo hizo
Rahab, y decir: ―Señor, haz que mi familia se vuelva a Ti para recibir Tu
gracia y bendición‖.
7. Nos regocijamos con toda nuestra familia
Deuteronomio 12:7 dice: ―Y comeréis allí delante
de Jehová vuestro Dios, y os alegraréis, vosotros y vuestras familias, en todo
lo que emprendieres en lo cual Jehová tu Dios te hubiere bendecido‖. Usted y toda su casa reciben la bendición de Dios y se regocijan en
ello.
Deuteronomio 14:26 dice: ―Y darás el dinero por
todo lo que deseare tu alma, por bueyes, por ovejas, por vino, por sidra, o por
cualquier cosa que deseare tu alma; y comerás allí delante de Jehová tu Dios, y
te alegrarás tú y tu familia‖.
¿Comprenden esto?
Dios prometió a los israelitas que, en aquel día, ellos comerían, beberían y se
alegrarían delante de Dios casa por casa. En otras palabras, la bendición es
dada a toda la casa, y no a individuos.
B. En el Nuevo Testamento
¿Y con respecto al Nuevo Testamento? En el
Antiguo Testamento, Dios salvaba a los hombres casa por casa, y lo mismo sucede
en el Nuevo Testamento.
1. La casa de Zaqueo
Lucas 19:9 dice: ―Jesús le dijo: Hoy ha venido la
salvación a esta casa‖. ¡Esto es maravilloso! El Nuevo Testamento proclama el mismo
principio. Me temo que muchos han predicado por más de veinte años únicamente
una salvación personal. Sin embargo, el Señor nos dice que ―la salvación ha
venido a esta casa‖.
Cuando usted predique el evangelio, tiene que
hacerlo con miras a la salvación de toda la casa. No debe procurar únicamente
la salvación personal de un solo individuo. Si usted verdaderamente cree en
esto y esta es su expectativa, entonces la manera en que usted labore será
completamente distinta. Esto depende íntegramente de la fe y expectativa que
usted tenga. Si usted tiene la expectativa de que las personas vendrán una por
una al Señor, ellas vendrán una a una. Pero si usted cree en que las personas
vendrán al Señor casa por casa, entonces ellas sí vendrán familia por familia.
La salvación de Dios abarca a toda la casa. No debiéramos reducir el espectro
que abarca la salvación.
2. La casa de un noble
Juan 4:53 dice: ―El padre entonces entendió que
aquella era la hora en que Jesús le había dicho: Tu hijo vive; y creyó él con
toda su casa‖. En este caso, solamente una persona fue sanada: el hijo. Sin
embargo, la Biblia dice que ―creyó él con toda su casa‖. Este es un hecho al que usted puede aferrarse delante del Señor. Si
bien el hijo era quien había recibido directamente la gracia de Dios, toda la
casa se volvió al Señor y creyó en Él. Nuestra esperanza, nuestra expectativa,
es que nosotros también llevemos fruto de una manera prevaleciente.
3. La casa de Cornelio
Hechos 10:2 dice que Cornelio era ―devoto y
temeroso de Dios con toda su casa, y que hacía muchas limosnas al pueblo, y
oraba a Dios siempre‖, y Hechos 11:14 dice: ―Él te hablará palabras por las cuales serás
salvo tú, y toda tu casa‖.
Toda la casa de
Cornelio fue salva; no fue solamente una persona la que se salvó. Cornelio
invitó a sus parientes y amigos más íntimos a su casa para que ellos también
escucharan lo que Pedro iba a decirles. Mientras Pedro estaba hablando todavía,
el Espíritu Santo fue derramado sobre todos aquellos que se encontraban en la
casa de Cornelio, y todos ellos recibieron la salvación.
4. La casa de Lidia
Hechos 16:15 dice: ―Y cuando fue bautizada ella,
lo mismo que su familia‖. El apóstol predicó el evangelio a la familia de Lidia, y toda su
casa creyó y fue bautizada.
5. La casa del carcelero
Hechos 16:31 dice: ―Cree en el Señor Jesús, y
serás salvo, tú y tu casa‖. Este es uno de los versículos más conocidos entre los cristianos.
Cree en el Señor Jesús y serás salvo, tú y tu casa. La Palabra de Dios no dice
que si usted cree en el Señor Jesús, usted y su casa recibirán la vida eterna;
más bien, dice que si usted cree en el Señor Jesús, usted y su casa serán
salvos.
A través de todo el Antiguo Testamento vemos que
Dios se relacionó con el hombre únicamente por familias. De la misma manera, en
el Nuevo Testamento vemos que Dios se relaciona con el hombre por medio de
familias. La familia es la unidad básica, no existe otra unidad menor que esta.
Si alguno cree en el Señor Jesús, toda su casa será salva. ¡Esto es
verdaderamente maravilloso! Yo no podría explicarles por qué es así, pero la
palabra del Señor dice que es así. El Antiguo Testamento y el Nuevo concuerdan
entre sí, pues ambos reconocen la misma unidad.
La iglesia en Filipos tuvo sus comienzos con un
carcelero. Pablo le dijo: ―Cree en el Señor Jesús, y serás salvo, tú y tu casa‖. El versículo 34 del mismo capítulo dice: ―Y haciéndolos subir a su
casa, les puso la mesa; y se regocijó de que toda su casa hubiera creído en
Dios‖. Aquí podemos contemplar un cuadro maravilloso. Al comienzo, la
promesa le fue hecha al carcelero, pero nadie más escuchó tales palabras. ―Cree
en el Señor Jesús, y serás salvo, tú y tu casa‖. Más tarde,
el carcelero trajo su familia a Pablo. Después que Pablo les hubo hablado,
ellos fueron bautizados.
Entonces, el carcelero trajo a todos a su casa, y se
regocijó él y toda su casa por haber creído en Dios. ―Cree en el Señor Jesús, y
serás salvo, tú y tu casa‖, fíjense que no se trata de algo muy difícil de lograr. El apóstol le
hizo al carcelero una promesa, y toda su casa fue salva. Todos escucharon,
todos fueron bautizados y todos se regocijaron.
Supongamos que el apóstol le hubiese dicho al
carcelero: ―Cree en el Señor Jesús, y serás salvo‖. Si tal
fuera el caso, tendríamos que dejar pasar algunos días posteriores a
la salvación de esta persona, enseñarle algo con la esperanza de que comprenda
y, sólo entonces, poco a poco, podríamos testificar a su familia, y entonces al
final quizás su familia podría llegar a creer y ser salva. Si este hubiese sido
el caso, ¿cuánto tiempo hubiera requerido la casa del carcelero para ser salva?
El apóstol no predicó el evangelio de esta manera.
Él no trató con cada
individuo en forma particular; en lugar de ello, él se dirigió a toda la
familia, y le dijo: ―Tú y tu casa‖ serán salvos. Es
imprescindible que comprendamos esto: la salvación de una familia no difiere en
nada de la salvación de una persona ni es más difícil. Nunca debiéramos
renunciar al privilegio de hacer que toda la familia sea salva. Si toda su
familia le acompaña, toda su familia será salva.
Espero que en unos cinco a diez años, cuando la
iglesia predique el evangelio, sean familias las que acudan al Señor. De ahora
en adelante, la meta de nuestros obreros que salen a evangelizar, deberá ser
ganar familias completas. Si nuestra meta es ganar familias, serán familias las
que ganemos, pero si nuestra meta es simplemente ganar individuos, solamente
ganaremos individuos. Dios actúa conforme a nuestra fe.
Si entendemos bien la manera en que Dios se
relaciona con los hombres, no sufriremos pérdidas innecesarias. Para Dios, la
familia es la unidad. Si Dios gana una persona, deberá ganar a toda su familia
también, sin importar cuántas personas conformen dicha familia. Espero que
ustedes exhorten a los hermanos a tomar resoluciones firmes, casa por casa.
Aquellos que son cabeza del hogar tienen la prerrogativa de traer a su familia
completa al Señor, y son ellos quienes deben hacer que toda la familia sea
salva.
La salvación de la familia implica el regocijo de
toda la familia. ¡Este asunto es muy importante! Si comprendemos que Dios se
relaciona con el hombre en función de sus familias, experimentaremos muchas
bendiciones. Tenemos que aprender a tomar posesión de esta promesa de Dios.
6. La casa de Crispo
Hechos 18:8 dice: ―Y Crispo, el principal de la
sinagoga, creyó en el Señor con toda su casa ... y eran bautizados‖.
En la Biblia podemos encontrar tanto individuos
como familias que creyeron en el Señor. Nótese cuán fácil es que la gracia de
Dios alcance a toda una familia. Toda la casa de Crispo creyó y fue bautizada.
7. La promesa del Pentecostés fue dada a vosotros
y a vuestros hijos
Examinemos cual fue
la condición de Pentecostés. Hechos 2:39 dice: ―Porque para vosotros es la
promesa, y para vuestros hijos, y para todos los que están lejos; para cuantos
el Señor nuestro Dios llame a Sí‖.
La promesa del Pentecostés incluye recibir el
perdón de los pecados y recibir al Espíritu Santo. Esta promesa fue dada a
―vosotros‖ y a ―vuestros hijos‖; no fue dada
meramente a vosotros. Especialmente los que son jefes de familia deben
apropiarse de esta promesa y decir: ―Señor, Tu promesa es tanto para mí como
para mis hijos. Ella no puede ser sólo para mí sin que mis niños fuesen
incluidos. Yo la quiero para mí y también para mis hijos‖.
8. Paz sea a esta casa
Lucas 10:5-6 dice: ―En cualquier casa donde
entréis, primeramente decid: Paz sea a esta casa. Y si hay allí algún hijo de
paz, vuestra paz reposará sobre aquélla; y si no, se volverá a vosotros‖.
El Señor afirma que cuando alguno sale a predicar
el evangelio, en el momento de entrar a una casa debe decir: ―Paz sea a esta casa‖. Esto nos muestra que la paz de Dios viene a los hombres casa por
casa. Tal paz no es dada a individuos, sino a familias. Si en esa casa hay
alguno sobre quien dicha paz se dignara reposar, entonces tal paz habrá venido
a toda su casa. Este versículo es muy claro. Al relacionarse con el hombre,
Dios lo hace de familia en familia. Damos gracias a Dios porque la paz viene al
hombre casa por casa.
9. La familia de Estéfanas
En 1 Corintios 1:16 dice: ―También bauticé a la
familia de Estéfanas‖. Aquí Pablo afirma haber bautizado a todos y cada uno de los miembros
de la casa de Estéfanas. Al igual que la familia del carcelero y la casa de
Lidia, toda la casa de Estéfanas creyó y fue bautizada.
10. La casa de Onesíforo
En 2 Timoteo 4:19 dice: ―Saluda a Prisca y a
Aquila, y a la casa de Onesíforo‖, y en 2 Timoteo
1:16 dice: ―Tenga el Señor misericordia de la casa de Onesíforo, porque muchas
veces me confortó, y no se avergonzó de mis cadenas‖. He aquí una familia que auxilió a Pablo, una familia que no se
avergonzaba de sus cadenas. Nótese nuevamente que no se trataba de un solo
individuo, sino de una familia entera.
Todos estos numerosos casos son evidencia
suficiente para concluir que, tanto en el Antiguo Testamento como en el Nuevo,
Dios se relaciona con el hombre casa por casa. Esto
resulta particularmente cierto con respecto al tema de la salvación, pues Dios
considera a la familia como la unidad mínima.
III. AL ADMINISTRAR SU CASTIGO, DIOS TOMA LA FAMILIA
COMO LA UNIDAD BÁSICA
Ahora debemos examinar algunos versículos que nos
muestran que, también al administrar Su castigo, Dios toma a la familia como la
unidad. Cuando el hombre se rebeló en contra de Dios, Dios fue provocado y
juzgó al hombre. Al hacerlo, Él consideró la familia como la unidad. El juicio
de Dios vino por medio de un hombre sobre toda la casa, de la misma manera Su
bendición viene sobre toda la casa también por un solo hombre. Una vez que
comprendamos esto, tomaremos una firme postura con respecto a nuestra familia,
y proclamaremos que nuestra casa es para el Señor.
A. Faraón y su casa
Génesis 12:17 dice: ―Mas Jehová hirió a Faraón y
a su casa con grandes plagas, por causa de Sarai mujer de Abram‖. El pecado de Faraón trajo sobre toda su casa las plagas que Dios
envió. Dios castigó a toda su casa. Si el juicio de Dios viene sobre toda la
casa, debiera ser nuestra expectativa que también Su bendición venga sobre toda
la casa. Nosotros no somos aquellos que están bajo Su condenación, sino bajo Su
bendición.
B. La casa de Abimelec
Génesis 20:18 dice: ―Porque Jehová había cerrado
completamente toda matriz de la casa de Abimelec, a causa de Sara mujer de
Abraham‖. Dios cerró toda matriz de las mujeres de la casa de Abimelec. Toda
su casa fue castigada, no solamente una o dos personas.
C. La casa de David
En 2 Samuel 12:10-11 dice: ―Por lo cual ahora no
se apartará jamás de tu casa la espada, por cuanto me menospreciaste, y tomaste
la mujer de Urías heteo para que fuese tu mujer. Así ha dicho Jehová: He aquí
Yo haré levantar el mal sobre ti de tu misma casa, y tomaré tus mujeres delante
de tus ojos, y las daré a tu compañero, el cual yacerá con tus mujeres a la
vista del sol‖.
Después que David pecó, la reprensión y el
castigo de Dios no cayeron solamente sobre David como individuo, sino que Dios
le dijo: ―Por lo cual ahora no se apartará jamás de tu casa la espada‖. Esto está muy claro. Fue únicamente David quien pecó
individualmente; sin embargo, el resultado fue que toda su casa sufrió el
juicio de Dios. Esto nos muestra que cuando Dios considera a la humanidad no ve
individuos, sino familias. Por tanto, los hombres deben acercarse a Dios
familia por familia.
D. La casa de Jeroboam
En 1 Reyes 13:34 se nos dice: ―Y esto fue causa
de pecado a la casa de Jeroboam, por lo cual fue cortada y raída de sobre la
faz de la tierra‖. El que se hacía ídolos era Jeroboam, pero Dios juzgó su casa y la
desarraigó de la faz de la tierra.
En 1 Reyes 14:14 se nos dice: ―Y Jehová levantará
para Sí un rey sobre Israel, el cual destruirá la casa de Jeroboam en este día;
y lo hará ahora mismo‖. Fue Jeroboam quien adoraba ídolos, pero Jehová desarraigó a toda su
casa. No sé por qué Dios hizo esto. Únicamente puedo decir que a los ojos de
Dios, la familia es una unidad. Esto está muy claro. A menos que
deliberadamente elijamos hacer caso omiso de este hecho, no podemos hacer nada
más que reconocer tal realidad.
E. La casa de Baasa
En 1 Reyes 16:3 dice: ―He aquí Yo barreré la
posteridad de Baasa, y la posteridad de su casa; y pondré su casa como la casa
de Jeroboam hijo de Nabat‖. Debido al pecado de un hombre: Baasa, Dios aniquiló la posteridad de
Baasa junto con su casa, de la misma manera que desarraigó a toda la casa de
Jeroboam. Dios se relaciona con el hombre familia por familia.
F. La casa de Acab
Creo que una de las familias más conocidas del
libro de 1 Reyes es la casa de Acab. En 1 Reyes 21:22 dice: ―Y pondré tu casa
como la casa de Jeroboam hijo de Nabat, y como la casa de Baasa hijo de Ahías,
por la provocación con que me provocaste a ira, y con que has hecho pecar a
Israel‖. ¿Por qué Dios pronunció juicio sobre la casa de Acab? Porque Acab
provocó a Dios. Acab fue un rey maligno en tiempos del Antiguo Testamento. Dios
dijo que aniquilaría la casa de Acab de la misma manera que había hecho con la
casa de Jeroboam y de Baasa. La casa entera sería desarraigada. Incluso con
respecto al juicio que Dios ejecuta sobre los hombres, la unidad es la familia.
Esto es obvio y evidente.
G. Las casas de Datán y Abiram
Examinaremos un pasaje más, el cual demuestra
claramente lo que queremos decir. Deuteronomio 11:6 dice: ―Y lo que hizo con
Datán y Abiram, hijos de Eliab hijo de Rubén; cómo abrió su boca la tierra, y
los tragó con sus familias, sus tiendas, y todo lo que les pertenecía, en medio
de todo Israel‖. Cuando Datán y
Abiram pecaron,
Dios hizo que se abriera la tierra y tragara, no solamente a Datán y Abiram,
sino a sus familias también.
En la Biblia, tanto en sentido positivo como
negativo y tanto en el Antiguo Testamento como en el Nuevo, todos los relatos
coinciden en mostrarnos claramente que Dios se relaciona con el hombre familia
por familia. Hermanos, deben darle mucha importancia a la manera en que vivimos
delante de Dios, porque todo cuanto hagamos individualmente afectará a toda
nuestra casa.
IV. ES NECESARIO QUE LA CABEZA DEL HOGAR HAGA UNA
DECLARACIÓN
Ahora, quiero dirigirme particularmente a los que
son la cabeza del hogar. En la Biblia, la mayoría de las personas que asumieron
alguna responsabilidad fueron jefes de familia. Delante de Dios, el jefe de
familia tiene la especial responsabilidad de traer a toda su casa al Señor y
ponerla al servicio del Señor. Es necesario que ustedes asuman una postura
definida en vuestra condición de cabeza del hogar y declaren que sus familias
habrán de creer en el Señor y que ustedes no permitirán que ninguno de los suyos
sea un incrédulo. Los jefes de familia pueden decidir esto en representación de
toda su casa.
Incluso si sus hijos aún no creen, usted aún puede afirmar que su
familia creerá en el Señor, debido a que la familia le pertenece a usted y no a
sus niños. Es usted, no sus hijos, el responsable de la familia. Así pues,
usted puede declarar lo dicho en Josué 24:15 delante del Señor y delante de
toda su familia: ―Pero yo y mi casa serviremos a Jehová‖. Ustedes tienen que reconocer que su familia es una familia de
creyentes. Ustedes tienen que declarar esto por fe, y además tienen que
establecer esto en su esposa e hijos. Siempre manténganse en esta posición. ―Yo
soy la cabeza de este hogar, y mi familia creerá en Dios. Mi casa no va a creer
en el diablo. Yo he decidido que esta familia será una familia que cree en el
Señor‖. Si usted declara esto con fe, y si usa su autoridad para tomar la
delantera en hacerlo, sus hijos lo seguirán.
Yo creo que la cabeza de todos los hogares deben
hacer la declaración de Josué 24:15. Deben reunir a todos sus hijos y los
dependientes suyos, y decirles: ―Pero yo y mi casa serviremos a Jehová‖. Entonces, mientras usted exista, su familia servirá al Señor, pues
esta es su familia y usted tiene la potestad para decidir si su familia servirá
al Señor. Cuando usted resuelva esto con firmeza, todos los que se encuentran
bajo su autoridad vendrán al Señor, pues no tendrán otra opción. ¡Esto es
maravilloso!
V. ALGUNOS EJEMPLOS EN INGLATERRA
Durante mis primeros años como creyente, leí
sobre este tema en la Biblia, pero en ese entonces mi experiencia era muy
limitada. Doy gracias al Señor que cuando estuve en
Inglaterra, el Señor me dio la oportunidad de conocer ciertos hermanos que
también creían en la salvación de la familia. En docenas de casos que observé
en diversas localidades en Inglaterra, familias enteras eran cristianas. Esto
me impresionó profundamente. Dios opera conforme a la fe del hombre. Allí, casi
en todas las familias se experimentó la salvación de todos sus integrantes.
―Cree
en el Señor Jesús, y serás salvo, tú y tu casa‖. Entre
quienes habían creído conforme a este versículo, eran muy pocos los que aún no
habían experimentado la salvación entre ellos. Todos ellos fueron salvos
familia por familia, incluyendo al padre, la madre, esposa, los hijos y todos
los demás miembros de sus familias. A medida que me entrevistaba con estos
hermanos, aumentaba mi asombro.
En una ocasión visité al señor George Cutting,
autor del famoso folleto Safety, Certainty and Enjoyment [La seguridad,
la certeza y el gozo]. Sin duda, este folleto debe ser el segundo libro más
vendido después de la Biblia; y aunque se trata de un pequeño tratado, es una
de las publicaciones más difundidas en el mundo. Cuando conocí al señor
Cutting, él tenía más de ochenta años de edad. Sus cabellos y su barba eran
completamente blancos. Tenía que guardar cama permanentemente, y su mente ya no
era tan lúcida como antes. Cuando lo conocí, él me dijo:
―Hermano Nee, yo no
puedo vivir sin Él, y Él no puede vivir sin mí‖. Él
disfrutaba de una comunión muy profunda con el Señor. Doy gracias al Señor que
todos los miembros de su familia, más de ochenta, eran salvos. Cada uno de sus
hijos, yernos y nueras, nietos y nietas, sobrinos y sobrinas, así como
bisnietos y bisnietas, fueran viejos o jóvenes, varones o mujeres, todos ellos
habían sido salvos. George Cutting mismo creyó estas palabras: ―Cree en el
Señor Jesús, y serás salvo, tú y tu casa‖; y en
consecuencia, toda su casa era salva.
Para George Cutting, este asunto revestía gran
seriedad. Él le daba mucha importancia a la salvación de la familia, no
solamente a la salvación del individuo. Su familia estaba conformada por lo
menos por unas ochenta o noventa personas, y todos ellos eran salvos. ¡Gracias
al Señor!
―Cree en el Señor Jesús, y serás salvo, tú y tu casa‖. Fiel es Su Palabra.
VI. ES NECESARIO QUE TODA NUESTRA FAMILIA SEA
CONDUCIDA AL SEÑOR
Espero que los hermanos y hermanas que recién han
sido salvos presten mucha atención a este asunto. Ahora que son salvos, ellos
deben reunir a los miembros de su familia y declararles: ―Desde ahora en
adelante, ustedes los de mi casa pertenecen a Dios‖. Ya sea que en ese momento ellos pertenezcan al Señor o no, y ya sea
que ellos estén de acuerdo o no, es necesario que usted haga tal declaración.
Por ser la cabeza de ese hogar a usted le corresponde hacer tal
declaración. Usted
tiene que tomar cartas en el asunto y declarar que su casa servirá al Señor.
Usted finalmente prevalecerá si ha ejercitado su fe al adoptar una postura
firme al respecto.
Si los que se salvan entre nosotros fueran salvos
familia por familia, en lugar de uno por uno, ¡cuán diferente sería nuestra
situación! Hermanos y hermanas, no sean descuidados con sus hijos.
Uno de los
mayores fracasos entre los protestantes consiste en no haber sabido cuidar de
las siguientes generaciones; ellos han permitido que sus generaciones posteriores
elijan su propia fe.
Los católicos no tienen que predicar el evangelio. Ellos
experimentan incremento numérico únicamente en virtud de los niños nacidos
entre ellos y, nada más con eso, superarán el incremento que logran los
protestantes en el curso de toda su vida. ¿Han visto ustedes a los católicos
predicando el evangelio en las esquinas de las calles tal como lo hace, por
ejemplo, el Ejército de Salvación? No. Ellos se propagan simplemente en virtud
de los nacidos en forma natural, una generación tras otra. Dos se convierten en
cuatro y cuatro llegan a ser ocho. Todo niño nacido en una familia católica se
convierte automáticamente en un católico romano. Los católicos no le dan mucha
importancia al aumento por la evangelización.
Siempre y cuando una persona haya
nacido en una familia católica, ella es arrastrada a dicha religión, ya sea que
se convierta en un auténtico creyente o no. No es de sorprender que el número
de católicos supere más de tres veces a la población protestante. No debemos
ser indiferentes al respecto, ni debemos permitir que nuestros hijos se
descarríen.
Permítanme reiterar esto: un nuevo creyente debe
declarar al inicio mismo de su vida cristiana que su familia pertenece al
Señor. No solamente él mismo deberá ser del Señor, sino que además, tiene que
declarar que su familia pertenece al Señor. Asuman su responsabilidad
cabalmente y la salvación de toda su familia se hará realidad. Ustedes tienen
que declarar una y otra vez en sus hogares: ―Pero yo y mi casa serviremos a
Jehová. Todos los que viven en esta casa deben optar por servir al Señor‖. Ustedes deben conducir a sus familias al Señor. No busquen excusas
al respecto. No permitan que ninguno se descarríe.
La salvación de la familia es uno de los
principios más importantes que encontramos en la Biblia. Una vez que usted es
salvo, toda su familia debe ser salva. En primer lugar, usted personalmente
tiene que optar resueltamente por el Señor; y entonces, su familia cambiará.
Espero que le den la debida importancia a este asunto. Esto es una gran
bendición. Si usted hace esto, conducirá a más personas al Señor.
Por COMUNIDAD BIBLICA DE LA GRACIA DE JESUCRISTO tomado de W.N. Ministries.
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