Una reexaminación de cómo la Biblia conecta los términos “atar” y “desatar” a los papeles únicos de los apóstoles en fundar la iglesia le ayudará a determinar si los creyentes deben o no deben atar a Satanás.
Jesús les dio autoridad a los apóstoles para atar y desatar cosas en la tierra. En Mateo 16:18-19 Jesús dice, “Y yo también te digo, que tú eres Pedro, y sobre esta roca edificaré mi iglesia; y las puertas del Hades no prevalecerán contra ella. Yo a ti te daré las llaves del reino de los cielos; y lo que atares en la tierra será atado en los cielos; y todo lo que desates en la tierra, será desatado en los cielos”.
Después dijo esencialmente la misma cosa a los demás apóstoles (18:18). Efesios 2:20 nos dice que la iglesia es “[edificada] sobre el fundamento de los apóstoles y profetas, siendo la principal piedra del ángulo Jesucristo mismo”.
El ministerio de los apóstoles fue fundacional – ellos constituyeron la autoridad y formación del ministerio entre la iglesia primaria dirigido por el Espíritu Santo. Hay un ejemplo de eso en Hechos 15, en donde los apóstoles y ancianos de la iglesia trabajaron en tal vez el más significante problema que ellos hasta ese momento habían tenido.
Algunas personas asociadas con la iglesia clamaban que la circuncisión era un requisito para la salvación. La decisión de los apóstoles contra esta posición vino a ser una atadura sobre todas las iglesias (Hechos 15:22-31). El Espíritu Santo orquestó su decisión de acuerdo a la voluntad de Dios (v. 28).
Después que Dios mandó a sus discípulos a recibir el Espíritu Santo en Juan 20:22, les dijo, “A quienes remitiereis los pecados, les son remitidos; y a quienes se los retuviereis, les son retenidos” (v. 23). No les estaba dando el poder de perdonar pecados – solamente nuestro Señor Jesucristo puede hacer eso (Marcos 2:7-10; Hechos 4:12). Sino, les dio la autoridad para declarar lo que Dios ya había hecho en el cielo (cp. Mateo 6:10).
Jesús les dio a los apóstoles la autoridad de atar y desatar – hablar y actuar bajo la autoridad de Dios – como los representantes fundacionales de la iglesia. Ellos no actuaron arbitrariamente, ni operaron aparte del Espíritu Santo (Hechos 2:42-47; 4:28-33).
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