NUESTRA OCUPACIÓN
Lectura bíblica: 2 Ts. 3:10-12
La ocupación a la que se dedique un cristiano,
reviste especial importancia. Si este elige la ocupación equivocada, no podrá
avanzar de manera positiva. Un cristiano tiene que darle la debida atención al
asunto de elegir su ocupación.
I. LAS OCUPACIONES QUE DIOS DISPUSO PARA EL
HOMBRE SEGÚN LAS ESCRITURAS
A. En la era del Antiguo Testamento
Después que Dios
creó al hombre, Él proveyó una ocupación para él. Dios les asignó a Adán y a
Eva la tarea de cuidar y mantener el huerto. Así pues, aun la ocupación existió
antes que el hombre pecara. En el principio, la ocupación a la que estaban
dedicados Adán y Eva era la de horticultores, pues ellos cuidaban y mantenían
el huerto de Edén, el huerto que Dios había creado.
Después que Adán y Eva pecaron, la tierra dejó de
servirlos. Ellos se vieron obligados a labrar la tierra y obtener su alimento
con el sudor de sus rostros (Gn. 3:17-19). Esto nos muestra claramente que
después que el hombre cayó, la ocupación que Dios dispuso para él fue la de
agricultor, de uno que labraba la tierra. El hombre todavía tiene que arar la
tierra con el sudor de su rostro a fin de lograr que la tierra produzca
alimentos para él. Hasta el día de hoy, los agricultores siguen siendo los más
honestos entre los hombres. En el principio, Dios dispuso que el hombre labrara
la tierra.
En el cuarto capítulo de Génesis se nos dice que
Caín cultivaba la tierra mientras que Abel cuidaba ovejas. Aquí, se introduce
la crianza del ganado ovino. Esto nos muestra que otra ocupación aceptable para
Dios es la ganadería.
Después de esto, cuando los hombres comenzaron a
multiplicarse sobre la tierra, surgieron diversas clases de artesanos. Hubo
herreros, fabricantes de instrumentos musicales y artífices de bronce y metal
(4:21-22). Para el tiempo de la torre de Babel, ya había albañiles y
carpinteros (11:3-4) (aunque edificar la torre de Babel fue un acto incorrecto,
esto sin embargo indica que los hombres estaban aprendiendo a construir; por
tanto, trabajar en bronce, herrería, fabricación de instrumentos musicales y
los oficios en general son ocupaciones apropiadas).
En Génesis 12, Dios eligió a Abraham, quien
estaba dedicado a la ganadería y poseía mucho ganado vacuno y lanar. Jacob
también tenía rebaños de ganado vacuno y ovino. Esto nos muestra que su
principal ocupación consistía en criar animales.
Cuando los israelitas estuvieron en Egipto,
trabajaron como obreros, fabricando ladrillos para Faraón. Pero después que
salieron de Egipto, Dios les prometió que los llevaría a una tierra que fluye
leche y la miel. En la leche y la miel, podemos distinguir dos ocupaciones: la
ganadería y la agricultura. Sabemos que los racimos de uva que aquella tierra
daba, requerían de dos personas para transportarlas.
Esto demuestra que ya se
practicaba la agricultura. Dios dijo que si los israelitas le desobedecían y
adoraban a los ídolos, Él haría que los cielos fuesen como bronce y la tierra
como hierro para ellos; es decir, los cielos y la tierra dejarían de rendirle
su cooperación a los israelitas. Esto muestra claramente que las ocupaciones
que se desempeñaban en la tierra prometida de
Canaán, consistían
en el cultivo de la tierra y la crianza de ganado. Estas eran las ocupaciones
en el Antiguo Testamento.
B. En la era del Nuevo Testamento
Las parábolas del Señor Jesús en el Evangelio de
Mateo nos muestran que en la época del Nuevo Testamento una de las ocupaciones
básicas era dedicarse a la agricultura. Por ejemplo, en el capítulo 13 se nos
relata la parábola del sembrador, y en el capítulo 20 la parábola de la vid.
Lucas 17 habla del esclavo que regresa de haber arado la tierra o cuidado el
ganado en los campos. En Juan 10, el Señor dijo que el buen Pastor dio su vida
por las ovejas. Por tanto, la crianza de ganado y la agricultura son las
ocupaciones básicas que Dios dispuso para los hombres.
El Señor llamó a los doce apóstoles, la mayoría
de los cuales eran pescadores. A quien había sido recaudador de impuestos, el
Señor le dijo expresamente que abandonara tal oficio. Pero con los pescadores,
fue como si el Señor les dijese: ―Una vez fueron pescadores, pero de ahora en
adelante, Yo los haré pescadores de hombres‖. Esto nos muestra
que la pesca es otra ocupación aceptable.
Lucas era médico y Pablo fabricaba tiendas.
Fabricar tiendas difiere de la pesca. Al fabricar tiendas, la mano de obra es
agregada al costo del material. Al cultivar la tierra, generamos directamente
el producto final. Al fabricar telas, vestimentas o tiendas; el precio de
nuestra labor es añadido a los materiales brutos para manufacturar el producto
final.
En base tanto al Antiguo Testamento como al Nuevo
Testamento, lo único que puedo decirles es que Dios ha dispuesto ciertas
ocupaciones para el hombre. Los discípulos del Señor eran agricultores,
ganaderos, artífices, pescadores y fabricantes. Si habían otras ocupaciones, la
única que podríamos incluir es la que corresponde a los ―obreros‖ (no la de los obreros que llevan a cabo la obra espiritual), porque
el Nuevo Testamento dice: ―Digno es el obrero de su salario‖ (1 Ti. 5:18). Un obrero es uno que labora manualmente o que vende su
labor. Así pues, obtener un salario por medio de labores manuales constituye
también una ocupación aceptable en la Biblia.
II. EL PRINCIPIO QUE RIGE NUESTRA OCUPACIÓN
Basándonos en las ocupaciones aprobadas por Dios
que se mencionan en la Biblia, podemos ver un principio básico: el hombre tiene
que recibir o tomar de la naturaleza, o tiene que ganar su salario a cambio de
su tiempo y labor. Estos son los principios mostrados en la Biblia con respecto
a nuestras ocupaciones.
A. Al
recibir lo que produce la naturaleza, la abundancia es incrementada
El sembrador siembra la semilla de trigo en la
tierra. Después de algún tiempo, la tierra produce muchos granos, a razón de
cien por uno, sesenta por uno o treinta por uno (Mt. 13:3, 8). Un grano se
convierte en cien, sesenta o treinta granos. Sembramos una sola semilla en la
tierra, pero esta produce muchos granos. Esto es recibir de la naturaleza. La
naturaleza provee ricamente y todos pueden extraer de ella. Dios hace salir Su
sol sobre malos y buenos, y hace llover sobre justos e injustos (5:45). Esto
nos indica claramente que Dios envía tales cosas con miras a la agricultura.
Es
la intención de Dios que el hombre obtenga su suministro de la naturaleza. El
mismo principio se aplica a la ganadería. Uno cría ovejas para que den leche o
para que produzcan muchas ovejas.
Esto representa un incremento de la
producción. Es algo que la naturaleza nos suministra; no es algo que adquirimos
por otros medios.
En el Nuevo Testamento, vemos que la pesca es una
ocupación. La pesca sustrae su producto de los ríos y los mares. Nuevamente,
esto equivale a recibir de la naturaleza. No empobrecemos a nadie al pescar en
ríos y mares, y hasta podríamos hacernos ricos al sustraer algo de los ríos, y
estas riquezas no harían pobre a nadie. Cuando mi oveja me da seis corderitos,
o mi vaca me da dos terneros, ninguna familia es empobrecida a causa de esto.
Cuando cultivo la tierra, ninguno se queda hambriento ni sufre pérdida porque
mi campo haya producido granos a razón de cien por uno.
El principio básico con
respecto a las ocupaciones que Dios aprueba, consiste en obtener ganancias sin
que nadie incurra en pérdidas. Esta es la clase de ocupaciones nobles que Dios
dispuso para los hombres.
B. La manufactura añade valor
El mismo principio se aplica a la fabricación de
tiendas que realizaba Pablo. Él no recibió directamente de la naturaleza. Al
pescar, criar ganado y cultivar la tierra, nosotros recibimos directamente de
la naturaleza. Pero Pablo, al manufacturar, añadía valor a los materiales que
había adquirido. Esto incrementa el valor de los bienes.
Un pedazo de tela
puede costarme un dólar. Después que he cortado y cosido ese pedazo de tela
para hacer una tienda, tales materiales pueden valer dos dólares. Así, el valor
de la tela ha sido incrementado y mi salario es equivalente al valor agregado.
Nadie fue empobrecido ni sufrió pérdida porque Pablo hubiese fabricado tiendas.
Si hago que el valor de una tela aumente, es apropiado que yo reciba mi
salario, porque he invertido mis habilidades y mi tiempo en ello. Por tanto,
otro de los principios con respecto a las ocupaciones que Dios aprueba es que
ellas añaden valor a los bienes.
C. Trabajar
por un salario
Podemos descubrir otro principio al considerar
los obreros, artesanos o médicos que son contratados. En tales casos, uno gana
su dinero y compensaciones por medio de su labor. Esto no sustrae nada de la
naturaleza ni tampoco añade valor a los materiales, sino que consiste en invertir
la labor de uno, o sea, que uno paga cierto precio para proveer un servicio a
fin de percibir ingresos. Así pues, la recompensa obtenida como resultado de la
labor de uno, es aceptable delante de Dios.
D. Aquello que la Biblia desaprueba: el comercio
Existe una ocupación que la Biblia
particularmente desaprueba. Por favor, presten la atención adecuada a este
asunto. Si un nuevo creyente puede elegir su profesión, espero que no escoja la
de comerciante. ¿Por qué? Debemos considerar este asunto desde una perspectiva
más amplia, pues esto, probablemente, nos mostrará un cuadro más claro.
Supongamos que reunimos cien personas aquí y cada una de ellas tiene un millón
de dólares. Si los reunimos, tendremos cien millones de dólares. Supongamos que
soy uno de ellos y me dedico a hacer comercio entre ellos.
Naturalmente, querré
obtener más dinero; querré que mi millón de dólares se convierta en dos
millones de dólares. Olviden por un momento cómo administro mi dinero, ya sea
honesta o deshonestamente. El caso es que después de un mes, tengo dos millones
de dólares. Esto implica que algunos tienen menos dinero. Necesariamente es
este el caso porque solamente hay cien personas, cada una de las cuales tenía
un millón de dólares. Aun si he conducido mi negocio de la manera más honesta
posible, todavía habré causado que alguien pierda dinero al incrementar mis
fondos a dos millones de dólares.
Yo soy cristiano y si usted es cristiano,
entonces digamos que también usted es mi hermano. ¿Acaso se vería bien que gane
dinero y me haga más rico por medio de hacer que usted sea más pobre?
Ciertamente no. Aun si usted fuese un gentil y un pagano no debo hacer eso; yo
soy cristiano; yo soy un hijo de Dios y poseo la correspondiente posición, la
condición que es propia de un hijo de Dios. Los hijos de Dios no deben causar
que ningún incrédulo sea empobrecido cuando ellos aumentan sus fondos. Yo me
sentiría muy mal incluso si empleo medios honestos para ganar el dinero de otro
creyente. Y me sentiría igualmente mal si empleo medios honestos para ganar el
dinero de un incrédulo. Esto es lo que significa involucrarse en el comercio.
Usted no puede tomar el dinero del bolsillo de otros y ponérselo en el suyo
propio. No importa cómo lo haga. Siempre que usted hace que el dinero que estaba
en los bolsillos del otro pase a sus manos, usted está causándole pérdida a los
demás. Esto es un hecho.
Por supuesto,
ninguna de las ocupaciones básicas que Dios aprueba en la Biblia conllevan tal
problema. Supongamos que yo cultivo la tierra y cosecho cien cargas de arroz.
Esto no hará que las posesiones de otro hermano sean reducidas de diez a nueve
cargas. Es imposible que al hacer esto yo vaya a causar que las riquezas de mi
hermano sean reducidas. Las cien cargas de arroz que obtenga, no habrán de
disminuir en nada lo que otro posea, ni empobrecerá a nadie. Esto no es ganar
dinero, sino incrementar la abundancia de la tierra. Tenemos que diferenciar
completamente entre estas dos clases de actividades: ganar dinero y hacer que
la abundancia sea incrementada son dos actividades completamente distintas.
Dios no desea que Sus hijos ganen dinero simplemente por ganar dinero.
Dios
quiere que nuestra ocupación haga que la abundancia aumente. Este principio
básico es bastante claro. Un nuevo creyente no debe estar pensando en el dinero
día y noche. No estén considerando constantemente cómo ganar dinero. Por favor
no se olviden que, en tales casos, siempre que usted gane dinero, lo hará a
costa de que otros hayan perdido dinero. El principio subyacente en el comercio
es que cuando el dinero de uno aumenta, el dinero de otros disminuye.
III. LAS TRES DISTINTAS CLASES DE OCUPACIONES
ENTRE LAS CUALES DEBEMOS ELEGIR
Aquí, vemos tres diferentes clases de
ocupaciones: una es el comercio, la otra es laborar y la tercera es producir.
Según la Biblia, la ocupación más elevada dispuesta por Dios para el hombre es
la de producir. Desde Adán, Dios puso la mira en ocupaciones que producen,
porque la producción contribuye a que aumente la abundancia de la tierra en lugar
de empobrecer a los demás. Por ejemplo, si crío cien ovejas, y después de
ciertos años estas se han convertido en cuatrocientas ovejas, habré logrado un
incremento de trescientas ovejas. Este incremento no sustrae un solo dólar del
bolsillo de ningún hermano o hermana. No variará la cantidad de dinero que
otros tengan en sus casas, ni otros tendrán menos simplemente porque mi oveja
parió cuatro corderitos.
Este es el principio bíblico básico con respecto a las
ocupaciones. Yo siempre debo estar multiplicando la riqueza y siempre debo
estar añadiendo a la misma. Quizás yo llegue a vender mis ovejas y recibir
dinero, pero al hacerlo, no habré hecho a nadie más pobre.
Si un nuevo creyente tiene la oportunidad de
elegir su propia ocupación, espero que vaya a elegir una que genere el aumento
de bienes antes que el aumento de su capital. Es muy egoísta procurar que
nuestro dinero aumente sin que aumenten los bienes. Tenemos que aprender a
generar un aumento de los bienes en la tierra y no un aumento de nuestra riqueza
personal. Existe una gran diferencia entre estas dos.
La fabricación de
tiendas por parte de Pablo nos muestra otro principio. Él no hizo que aumentara
la cantidad de algodón, seda u otro textil. Pero debido a que él cortó, cosió e
invirtió su esfuerzo y energía, él le agregó valor al material. De acuerdo con
los eruditos de la Biblia, en aquel entonces las tiendas tenían que ser
teñidas. Por ello, Dean Alford nos dice que cuando Pablo dijo: ―Estas manos...‖ en Hechos 20:34, él se estaba refiriendo a las manchas inevitables
que eran producidas en sus manos al teñir las tiendas. Al fabricar tiendas,
Pablo hacía que aumentara el valor de los bienes.
Es muy bueno aumentar las riquezas de la tierra.
Es muy bueno también aumentar el valor de los bienes. Supongamos que fabrico
una silla de madera. Esto es bueno, porque al hacerlo, he incrementado el valor
de la madera. Aunque no haya hecho que la abundancia de la naturaleza sea
multiplicada, el mundo cuenta con una silla más, gracias a mí trabajo. Cuando
Pablo terminaba de fabricar una tienda, el mundo contaba con una tienda más.
Esto no lo beneficia a uno a expensas de los demás. Uno puede fabricar una
tienda, puede hacer que unos cuantos metros de tela sin mayor valor se
conviertan en una valiosa tienda. Hacer que un pedazo de tela se convierta en
una tienda, aumenta los bienes de este mundo. Esta es también una ocupación que
resulta aceptable para Dios.
Un nuevo creyente tiene que comprender que hay
dos características determinantes para una ocupación apropiada. Uno tiene que
hacer que aumente la abundancia de la tierra o que aumente el valor de los
bienes. De hecho, cuando alguien fabrica una tienda, también hace que la
abundancia de este mundo sea incrementada. A causa del trabajo que él hace con
sus manos, el número de tiendas en este mundo habrá sido aumentado. Por tanto,
también es correcto decir que esto hace que aumente la abundancia de este
mundo. Así pues, este es el principio básico con respecto a las ocupaciones que
Dios dispuso para el hombre.
IV. DEBEMOS EVITAR QUE NUESTRA OCUPACIÓN SEA UNA
ACTIVIDAD PURAMENTE COMERCIAL
He estudiado un poco de economía. Sé que el
comercio es necesario. Pero yo soy un cristiano, no un economista. Si bien es
cierto que el Señor Jesús dijo que debíamos negociar hasta que Él regresara
(Lc. 19:13), este versículo significa que debemos entregarnos a nuestro trabajo
tal como un comerciante se dedica a su negocio. Sabemos que un comerciante
tiene que estar dedicado a su negocio. Él se involucrará en cualquier cosa,
siempre y cuando pueda reportar algún dinero. Con aquellas palabras, el Señor
quería decirnos que debemos aprovechar toda oportunidad que se nos presente.
Nosotros tenemos que dedicarnos a nuestro trabajo de esa manera.
El comercio comenzó
en Tiro y acabará en Babilonia. Esto lo encontramos en Ezequiel 28 y
Apocalipsis 18. Aquel que inventó el comercio es el príncipe de Tiro. Ezequiel
28 nos indica que el príncipe de Tiro representa a Satanás. ―A causa de la
multitud de tus contrataciones (lit. comercio) fuiste lleno de iniquidad (lit.
violencia), y pecaste‖ (v. 16). Recuerden que el comercio siempre hace que uno obtenga
dinero a expensas de otros y a expensas de disminuir las riquezas de este
mundo. Esta no es la clase de ocupación que Dios desea para nosotros. Esta es
la clase de ocupación que pertenece a Satanás. El principio subyacente de tal
ocupación es erróneo.
El principio que rige el comercio es el de
incrementar el dinero en el bolsillo de uno, por medio de disminuir el dinero
en el bolsillo de otros. Una vez que la idea de ganar dinero se apodera de la
mente de una persona, el resultado es muy sencillo: uno ganará más dinero
mientras que otros tendrán menos. Una vez que el dinero de uno aumenta, otros
tienen que perder el suyo.
Supongamos que en todo el mundo sólo hubiera veinte
billones de dólares; ya sea que usted sea rico o pobre, la cantidad total de
dinero en el mundo es limitada. Para que mi dinero aumente, tengo que tomar el
de los demás. Esta es una actividad exclusivamente comercial.
No estoy diciendo
que después de haber atrapado muchos peces uno no pueda vender los pescados.
Tampoco estoy diciendo que después de haber cosechado nuestros cultivos, de
haberse reproducido nuestros corderos o haber fabricado una tienda, no podamos
vender tales productos. Lo que estoy diciendo es que fabricar tiendas, criar
ovejas, cosechar cultivos y pescar no son actividades puramente comerciales.
Tales ocupaciones intercambian lo producido por dinero; así pues, los
beneficios obtenidos se derivan de la naturaleza. Es la naturaleza la que me da
de su abundancia y no es que yo me haga rico por medio de empobrecer a otros.
Los cristianos no deben tratar de ganar el dinero
de otros. Jamás deben abrigar ningún pensamiento que tenga que ver con
aprovecharse de otros. Por ser hijos de Dios, nuestras normas de conducta son
muy elevadas. No se ve bien que nosotros tratemos de acumular el dinero del
mundo. Supongamos que el presidente de una nación extranjera visita la ciudad
de Kuling y se encuentra con un nativo enfermo de malaria. Si entonces el
dignatario procurase venderle pastillas de quinina diciéndole: ―Compré estas
píldoras a cinco dólares cada una. Ahora, te las vendo a seis cada una‖. ¿Qué clase de historias produciría esta acción? Ciertamente, no
corresponde a la condición del presidente de una nación el tratar de ganar un
dólar de un culi. Ver que un cristiano se aprovecha de otra persona es mucho
peor que ver al presidente de una nación aprovecharse de un culi. Los
cristianos pertenecemos a una posición diferente. Nosotros no podemos ganar
dinero de otros.
Los cristianos
somos personas nobles; tenemos nuestra dignidad, nuestra propia posición y
nuestros principios. Es una vergüenza que ganemos el dinero de otros. No
podemos aumentar nuestra riqueza de este modo. Yo preferiría ser un campesino
que se dedica a arar la tierra y a sembrar; esto es mucho más glorioso que
obtener dinero de los demás. Dios ha dispuesto que la naturaleza trabaje para
nosotros, y nosotros seremos personas mucho más nobles si no tratamos de ganar
dinero de los demás. Los cristianos deben tener en mente que jamás ganarán dinero
a expensas de otro ser humano.
Cualquier ocupación que aumenta la cantidad y el
valor de los bienes es aceptable para Dios, pero actividades puramente
comerciales, no son aceptables para Dios. Por favor, presten mucha atención al
capítulo 28 de Ezequiel. El principio que está escondido al procurar el
engrandecimiento por medio del comercio, comenzó con el príncipe de Tiro. Dios
lo reprendió diciéndole: ―A causa de la multitud de tus mercaderías te han
llenado con violencia (lit.)‖. En Apocalipsis 18 el mundo ha
llegado a su fin, y el reino está a punto de comenzar.
Allí vemos que Babilonia
es juzgada. El comercio habrá de continuar a lo largo de la historia hasta que
a Babilonia le llegue su fin. Todos los mercaderes de la tierra lloran y se
lamentan por lo que le ha sucedido a Babilonia. Allí también vemos todos los
bienes de la tierra; el primero es el oro y el último son las almas de los
hombres. Todo está dispuesto para la compra y venta, desde el oro hasta el alma
de los hombres. El hombre siempre piensa en ganar mucho dinero y hacerse rico.
Pero hermanos y hermanas, nosotros debemos huir de tan baja ocupación.
V. LAS ACTIVIDADES PURAMENTE COMERCIALES DIFIEREN
DE LAS PRODUCTIVAS
Espero que ustedes sepan distinguir entre
aquellas actividades que son puramente comerciales y las actividades
productivas. El trigo, el ganado, las ovejas, las tiendas y los pescados pueden
ser vendidos. No nos referimos a esta clase de comercio. Lo que el mundo llama
comercio consiste en que hoy yo compro cien sacos de harina de otra persona y
los guardo hasta que suba de precio, y entonces los vendo. O compro cincuenta
latas de aceite y las almaceno hasta que el precio suba para entonces
venderlas. Ni el trigo ni el aceite aumentaron por causa mía.
No hice que
hubiera más aceite ni más trigo; sólo conseguí que mi dinero aumentara. No
aumenté los bienes de este mundo; sin embargo, mi riqueza aumentó. Esto es
vergonzoso. Esto es algo que los creyentes deberían procurar evitar a cualquier
precio.
Es correcto comprar y vender lo que hemos
producido, a fin de seguir produciendo más, pero es incorrecto comprar y vender
por el mero hecho de comprar y vender. Es correcto que un hermano venda los
productos de su granja, pero es
incorrecto que ese mismo hermano compre arroz para venderlo nuevamente. Aunque
ambos están vendiendo, los principios que rigen en cada caso son completamente
distintos.
Si un hermano compra diez tiendas y las revende, ciertamente no está
dedicado a la misma ocupación que Pablo tuvo. Ambos son completamente diferentes.
Si usted trabaja en algo y luego vende aquello que trabajó, esto es algo que
Dios bendice. Pero si usted compra algo y luego lo vende, abrigando en su
corazón la esperanza de que va a ganar dinero en el proceso, entonces se está
involucrando en la más baja de las ocupaciones, no solamente desde el punto de
vista de un cristiano, sino también desde el punto de vista de cualquier
gentil.
Ningún hermano dedicado a una actividad
exclusivamente comercial debe ser designado como hermano responsable, puesto
que tal persona jamás podrá ser completamente libre de la influencia del
dinero. Nuestra senda se hace cada vez más y más clara. Los hijos de Dios
tienen que ser completamente liberados de la influencia de las riquezas. Esta
es la única manera en que ellos pueden servir a Dios y es el único modo en que
la iglesia puede avanzar.
VI. LAS OCUPACIONES QUE AGRADAN A DIOS
Tanto los que se dedican a la crianza de ganado
así como a la agricultura, pueden ser considerados productores. Los mercaderes
pertenecen a una categoría distinta. Existe aún una tercera categoría que se
encuentra entre estas dos clases de personas. Ellos son trabajadores; como los
médicos y los profesores, que trabajan sirviéndose de sus habilidades.
Estas
también son buenas ocupaciones de acuerdo a la Biblia. Si bien ellos no están
produciendo nada, tampoco están extorsionando nada de los demás. Si bien ellos
no reciben nada de la naturaleza, tampoco están sustrayéndole nada a las
personas. Ellos se sostienen por medio de aportar su propia contribución de
tiempo, energía y capacidad mental. El obrero es digno de su salario.
Esta es
una ocupación bíblica que es aceptable para Dios. Podemos afirmar que la
ocupación más noble y elevada es aquella que produce. La segunda clase de
ocupación más elevada es aquella que labora utilizando ciertas habilidades y
que recibe compensación por haber aportado ya sea su capacidad física o
intelectual.
El productor toma de la naturaleza y no recibe
nada de los hombres. El obrero no toma nada de la naturaleza, pero tampoco
recibe nada de los hombres. El mercader no toma nada de la naturaleza y toma de
los hombres. Se trata, pues, de tres clases distintas de ocupaciones. El
productor toma algo de la naturaleza sin tomar nada de los hombres. Esta es la
ocupación más elevada en la Biblia. El obrero invierte su energía, ya sea
física o mental. Esta persona invierte su tiempo y energía para ganar lo que le
corresponde; ella no hace que los demás sean empobrecidos. Otros le pagan por
el servicio que ella les presta, y el interés
de ambas partes es
mutuamente complementario. Esta es una ocupación aceptable para Dios. El
mercader cuyo negocio es una actividad puramente comercial, no recibe nada de
la naturaleza, pero recibe algo de los hombres. Su única motivación es ganar
dinero. Esta es la más baja de las ocupaciones, según la Biblia.
Hoy en día, el camino es bastante claro y el
principio que rige también es bastante claro. Esperamos que todos los hermanos
procurarán que se produzca un cambio en cuanto a sus ocupaciones.
VII. LA MANERA DE PROSEGUIR
No quisiera ver que ninguno de ustedes tome un
camino exagerado. Al encontrarse con personas que se ocupan en actividades
puramente comerciales, no las condenen de inmediato. Ellos no tuvieron la
oportunidad de elegir sus ocupaciones. Yo conocí a un hermano que era bastante
puro cuando se graduó de la escuela, pero después que se involucró en los
negocios, su corazón fue gradualmente corrompido. Él procuraba ganar dinero día
y noche. Si usted quería que él le comprara algo, él procuraba ganar algún
dinero en el proceso. Él siempre estaba procurando ganar dinero a costa de
otros.
Esto es muy pobre. Estoy convencido que una persona que se comporta de
esa manera, ha sido corrompida en su corazón. Espero que cualquiera que pueda elegir
su ocupación, no elija dedicarse a una actividad puramente comercial. Tenemos
que abrir los ojos de aquellos que ya están dedicados a tales actividades y
ayudarles a cambiar. No los avergüencen, pero al menos muéstrenles el camino
claramente.
Las actividades puramente comerciales jamás
podrán ser buenas. Esperamos que de aquí a diez o veinte años, será una
tradición entre nosotros que ninguno de nosotros se dedique a una actividad
puramente comercial. Espero que, en el futuro, todos los hermanos y hermanas
entre nosotros fomenten el hábito de rehuir cualquier actividad puramente
comercial. Como hijos de Dios, debemos preferir ser maestros o trabajadores
manuales antes que dedicarnos a actividades puramente comerciales.
Hemos de
arar la tierra y cosechar el trigo, la cebada o el arroz, y luego vender lo
cosechado. Podemos criar los corderitos producidos por nuestras ovejas y
después venderlas. Nuestras gallinas pondrán huevos, los cuales venderemos.
Nuestras vacas darán leche, la cual después venderemos.
Fabricaremos telas para
luego venderlas. Nosotros podemos hacer todas estas cosas. Cuanto más
trabajemos y produzcamos, más seremos bendecidos por Dios. Lo peor que nos
podría suceder es que nuestros hermanos y hermanas simplemente ganen mucho
dinero. Nada podría ser peor que esto.
Hoy en día, los
hermanos y hermanas que se reúnen con nosotros son los más pobres en
comparación con los que se reúnen en las denominaciones. Si no somos
cuidadosos, podríamos llegar a ser los más ricos. Debido a que somos más
honestos, diligentes y frugales que los demás, y debido a que no mentimos, ni
fumamos, ni bebemos, ni vivimos en mansiones, es posible que en breve, todos
los hermanos y hermanas lleguen a ser muy ricos.
En cierta ocasión, poco antes
de morir, John Wesley dijo: ―Estoy preocupado por aquellos que se reúnen con
nosotros en la asamblea metodista. Son personas honestas, diligentes y
frugales. Pronto se convertirán en la gente más rica del mundo‖. Tales palabras se han hecho realidad hoy en día. Los metodistas
están entre las personas más ricas del mundo, pero como resultado de ello, su
testimonio se ha perdido.
Espero que todos los nuevos creyentes ganen su
sustento por medio de su propio trabajo. Espero que ninguno de ellos gane
dinero por medio de tomar con una mano y quitar con la otra. El principio que
nos rige debe consistir en hacer que aumente la abundancia de la tierra y no el
dinero del mundo. Si hacemos esto, el dinero que recibamos será limpio, y
cuando se lo entreguemos a Dios, será aceptable delante de Él. Así, cada uno de
nuestros dólares acabará en buen lugar. Supongamos que un hermano confecciona
una canasta, la vende y luego ofrenda ese dinero al Señor.
Esto es mucho mejor
que otro hermano que compra diez canastas, las vende y luego ofrenda sus
ganancias al Señor. La cantidad de dinero ofrecida puede ser la misma, pero la
naturaleza del dinero ofrecido es muy distinta. Espero que muchos hermanos y
hermanas vean este principio.
Nosotros tenemos que laborar con nuestras manos o
producir algo. Ambas actividades están de acuerdo con los principios
apropiados. Yo no puedo prohibir a nadie que se involucre en negocios que son
puramente comerciales, pero sí quisiera aconsejar a todos que se esfuercen al
máximo por evitar actividades que sean exclusivamente comerciales. Esta clase
de ocupación siempre oprimirá a un cristiano. Esperamos que los nuevos
creyentes entre nosotros puedan complacer al Señor al elegir sus ocupaciones.
Por COMUNIDAD BIBLICA DE LA GRACIA DE JESUCRISTO
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