LAS REACCIONES QUE TIENE UN CREYENTE
Lectura bíblica: Mt. 5:38-48
Pasamos más de la mitad de nuestra vida
reaccionando. Cuando nos alegramos por lo que otras personas dicen, estamos
reaccionando. Cuando nos enfadamos por lo que nos comparten, también estamos
reaccionando. Ya sea que nos sintamos bien o mal acerca de algo, estamos
reaccionando.
Reaccionamos al estar inquietos y reaccionamos si nos resentimos
por algún maltrato que sufrimos. Cuando otros nos acusan injustamente y
procuramos defendernos, esta es una clase de reacción. Si al ser hostilizados,
procuramos soportar tales maltratos, esta es otra clase de reacción. Si
analizamos detenidamente nuestra vida, descubriremos que vivimos reaccionando
la mayor parte del tiempo.
I. LAS REACCIONES DE LOS CREYENTES SON DIFERENTES
A LAS DE LOS INCRÉDULOS
Los cristianos también reaccionamos. Sin embargo,
las reacciones de los creyentes pertenecen a una clase distinta a la que
pertenecen las reacciones de los incrédulos. Podemos conocer una persona por la
manera en que ella reacciona. Ningún cristiano debiera jamás reaccionar como un
incrédulo, y ningún incrédulo es capaz de reaccionar como un cristiano. Si
usted quiere conocer a alguien, basta con observar la manera en que reacciona.
Los creyentes deben tener su propia manera de
reaccionar, que es la manera en particular que el Señor nos mandó a reaccionar.
El Señor no quiere que reaccionemos como queramos. De hecho, la vida cristiana
se compone de una serie de reacciones. Entonces, usted es un buen cristiano si
reacciona apropiadamente, y usted es un cristiano deficiente si reacciona de
modo impropio.
Nosotros hemos creído en el Señor y ahora somos
cristianos. Cuando enfrentamos eventos, pruebas, persecuciones, oposición o el
desafío que representa cualquier circunstancia, debemos conocer lo que ordena
el Señor respecto a la manera en que debemos reaccionar. Un cristiano necesita
ser disciplinado por Dios, no sólo con respecto a su conducta, sino también con
respecto a sus
reacciones. Todas nuestras reacciones deberían ser estrictamente dirigidas por
el Señor y gobernadas por Su disciplina. Debemos reaccionar únicamente según
las directivas de Dios, pues esto corresponde con la clase de vida que el Señor
nos ha dado.
II. LA ENSEÑANZA DEL SEÑOR EN EL MONTE
Leamos Mateo 5:38-48, pues este pasaje de la
Palabra trata de nuestras reacciones: ―Oísteis que fue dicho: Ojo por ojo, y
diente por diente‖ (v. 38). ―Ojo por ojo, y diente por diente‖ significa que si alguien me golpea en el ojo, yo también le haré lo
mismo. Si alguien me rompe el diente, yo también le haré lo mismo. Es decir, yo
haré a otros lo que ellos me han hecho a mí. Esta es una clase de reacción. Los
hombres en la edad del Antiguo Testamento, que estaban bajo la ley,
reaccionaban de este modo.
Sin embargo, el Señor dijo: ―Pero Yo os digo: No
resistáis al que es malo‖ (v. 39). El Señor dijo que nuestras reacciones deben ser diferentes,
que nosotros los creyentes debemos ser diferentes en nuestra manera de
reaccionar. No debemos resistir a los malos. Enseguida, el Señor hizo
referencia a tres cosas más. Estas tres expresiones se han convertido en las
palabras más conocidas de la Biblia. Son muchas las personas que conocen estas
palabras: ―A cualquiera que te abofetee en la mejilla derecha, vuélvele también
la otra; y al que quiera litigar contigo y quitarte la túnica, déjale también
la capa; y a cualquiera que te obligue a ir una milla, ve con él dos‖ (vs. 39-41). ¿Se dan cuenta de que dar la otra mejilla, entregar la
capa y recorrer la segunda milla son las reacciones cristianas? La otra
mejilla, la túnica y la primera milla representan las exigencias propias de los
hombres. La demanda de los hombres es la mejilla derecha, pero nuestra reacción
es darles también la mejilla izquierda. La exigencia de los hombres es la
túnica, pero nuestra reacción es entregarles además una capa. Los hombres
exigen una milla, pero la reacción cristiana es dos millas. Todo el capítulo 5
de Mateo nos recuerda una sola cosa, a saber, que nuestras reacciones tienen
que ser diferentes. La vida cristiana se manifiesta a través de una clase de
reacciones totalmente distinta de las otras.
Quisiera mostrarles cuáles son las reacciones
cristianas. Es erróneo ser cristianos y vivir como tales durante ocho o diez
años, sin saber cuáles son las reacciones que debe tener un creyente. Desde los
primeros días de su vida cristiana, una persona debe saber cuáles son las
reacciones que el Señor exige. Jamás podremos ser cristianos apropiados si
nuestras reacciones no son las apropiadas. Si nuestras reacciones no son las
apropiadas, entonces no estamos comportándonos según la naturaleza o la vida de
Dios en nosotros, ni tampoco satisfacemos la norma que Dios exige de todos
nosotros. En nuestra vida diaria, tenemos que
reaccionar como cristianos. Es erróneo decir que somos cristianos y, aun así,
reaccionar igual que la gente del mundo.
―Al que te pida, dale; y al que quiera tomar de
ti prestado, no le des la espalda‖ (v. 42). Estas son
reacciones. Cuando otros les pidan algo, deben dárselo. Cuando otros quieran
tomar prestado de ustedes, no deben rechazarlos. No les es permitido negarse a
ayudar a nadie, a menos que ustedes mismos carezcan de los medios que les
piden.
―Oísteis que fue dicho: ‗Amarás a tu prójimo, y
aborrecerás a tu enemigo‘‖ (v. 43). Esta es la manera en que reaccionan los hombres que están
bajo la ley. Si uno es su prójimo, ellos reaccionan con amor, pero si uno es su
enemigo, ellos reaccionan con odio.
―Pero Yo os digo: Amad a vuestros enemigos‖ (v. 44). La reacción cristiana es diferente. Incluso si alguno es su
enemigo, aun así, necesita amarlo. ―Y orad por los que os persiguen‖. Quizás ellos le persigan, pero su reacción debe ser orar por ellos.
―Para que seáis hijos de vuestro Padre que está
en los cielos, que hace salir Su sol sobre malos y buenos, y que hace llover
sobre justos e injustos‖ (v. 45). Esta es la reacción de Dios. Dios envía lluvia sobre los
justos al igual que sobre los injustos. El sol brilla sobre los buenos y los
malos. Dios no reacciona con los hombres de una manera maligna.
Enseguida dice: ―Porque si amáis a los que os
aman, ¿qué recompensa tendréis?‖ (v. 46). Si otros le aman, su
reacción natural es amarlos, pero ¿qué recompensa recibirá? ―¿No hacen también
lo mismo los recaudadores de impuestos?‖. Si esto es todo
lo que un cristiano es capaz de hacer, entonces es igual que los recaudadores
de impuestos. Tal clase de reacción es una reacción demasiado fácil y barata.
―Y si saludáis a vuestros hermanos solamente,
¿qué hacéis de más?‖ (v. 47). Si alguien es hermano suyo, entonces usted lo saluda, y si
alguien no es su hermano, entonces usted no lo saluda. O quizás usted salude a
una persona siempre y cuando no tenga nada en contra de ella, pero si usted
tiene algo en contra de ella, entonces le da la espalda y se aleja. Si usted
actúa así, ¿en qué se diferencia de los gentiles? Tal conducta es demasiado
pobre.
―Sed, pues, vosotros perfectos, como vuestro
Padre celestial es perfecto‖ (v. 48). Esto quiere decir que
nosotros debemos reaccionar de la misma manera en que Dios reacciona.
III. ES
IMPERATIVO QUE MODIFIQUEMOS NUESTRAS REACCIONES
Todos los pasajes citados anteriormente, hablan
de una sola cosa: las reacciones cristianas. Si podemos cambiar nuestras
reacciones, habremos eliminado prácticamente la mitad de los problemas de
nuestra vida cristiana. Nosotros reaccionamos cuando otros se comportan o
hablan de cierta manera. Nosotros adoptamos cierta actitud en respuesta a
cierta actitud de otros. Así pues, las reacciones abundan entre nosotros. Por
eso digo que más de la mitad de nuestra vida cristiana está compuesta de
reacciones.
Puesto que nuestras reacciones ocupan más de la mitad de nuestra
vida, si ellas son las que corresponden a un cristiano, podremos esperar que
agradaremos a Dios, pero si nuestras reacciones no son las apropiadas, no
podremos abrigar ni la esperanza de ser cristianos apropiados.
Tal vez algunos se estén preguntando por qué es
necesario darle tanto énfasis a estos asuntos.
Permítanme hablarles con
franqueza. No piensen que estamos tratando de algo insignificante. Yo he tenido
este sentir profundo en mí durante los últimos veinte años o más, porque he
visto que son muchos los que han sido cristianos por ocho, diez, incluso veinte
años, y han leído el sermón del monte una docena de veces, pero todavía no
saben qué es lo que el Señor desea con respecto a sus reacciones. Ellos han
sido cristianos por muchos años; sin embargo, están fundamentalmente
equivocados en sus reacciones. Tales personas discuten acerca de todo y hablan
acerca de la ley, de sus derechos y sobre lo que otros deben o no deben hacer.
Pero ellos mismos no han comprendido cuáles son las reacciones propias de un
cristiano.
Tales individuos manifiestan reacciones justas,
reacciones legalistas, reacciones propias de un gentil o de un recaudador de
impuestos, pero ciertamente no manifiestan las reacciones propias de un
cristiano. Ellos dicen: ―¿No estoy en lo correcto?‖. A ellos les parece que tienen toda la razón.
Pero se han olvidado
que las reacciones de un cristiano no se basan en argumentos razonables. Ellos
no tienen la menor idea de cómo debe reaccionar un cristiano. Este es un
problema muy serio. Debido a que ellos no saben cómo debe reaccionar un
cristiano, ellos tampoco saben cómo deben reaccionar los demás. Así pues, si un
hermano ha decidido guardar silencio acerca de alguna injusticia cometida en
contra de él, tales personas piensan que, al actuar así, este hermano está
admitiendo su culpabilidad.
Hace poco escuché a alguien que decía: ―Fulano de
tal tuvo que callar ante las reprensiones de los demás‖. Según la persona que dijo estas palabras, lo correcto era argüir,
mientras que guardar silencio era incorrecto. Pero esta persona simplemente no
conoce cuál es el significado de la cruz. Ella no sabe en qué consiste la vida
cristiana. De hecho, tal persona desconoce lo que es un cristiano.
Un hermano que
recién ha sido salvo debe conocer desde un principio la manera de reaccionar
que corresponde a un cristiano. Una vez que comprenda esto claramente, sabrá
cómo es que debe vivir delante de Dios. Los cristianos tienen su propia manera
de reaccionar. Si usted no reacciona de dicha manera, usted es semejante a un
recaudador de impuestos o a un gentil. Permítanme reiterarles que la mitad de
nuestra existencia consiste en reacciones. Actuamos de cierta manera porque
otros actúan de cierto modo. Nos sentimos de cierto modo debido a que otros se
sienten de la misma manera.
Todos los días estamos reaccionando; por lo que, si
tenemos reacciones equivocadas, temo que nuestro andar cotidiano no sea de
mucho valor delante del Señor. Es por ello que debemos modificar nuestras
reacciones.
IV. TRES CLASES DIFERENTES DE REACCIONES
Examinemos ahora los principios subyacentes a las
reacciones de este pasaje de Mateo. Las reacciones humanas ante asuntos
cotidianos pueden ser clasificadas según tres niveles. La primera clase de
reacciones está en el nivel de nuestro raciocinio. La segunda clase está en el
nivel del buen comportamiento. La tercera es la que corresponde a la vida santa
de Dios. Si usted se encuentra en el nivel de su raciocinio, su reacción será
el enojo y la ira. Si usted está en el nivel del buen comportamiento, su
reacción será la de soportar.
Pero, si usted está en el nivel que corresponde a
la vida santa de Dios, usted podrá trascender todo. Estas son las tres clases
de reacciones posibles.
Si hoy alguno le golpea en la mejilla derecha, y
usted es una persona llena de razonamientos, quizás diga: ―¿Cómo puede haberme
hecho tal cosa? ¿Por qué me golpeó?‖. Cuando otros le
golpean la mejilla, quizás usted dé rienda suelta a su ira y argumente al
respecto. Esto indica que usted está en el nivel del raciocinio. Pero quizás
usted sepa que los cristianos deben comportarse apropiadamente y que está mal enojarse.
Entonces, cuando otros le piden la túnica, usted los soporta en silencio y
permite que ellos se lleven su túnica. Esta clase de reacción es mucho mejor
que dar rienda suelta a su ira. Mas el Señor nos dice que existe otra clase de
reacción, y esta última es la clase de reacción que Él requiere.
Cuando otros golpean nuestra mejilla, el Señor no
desea que reaccionemos con ira. Tampoco desea que soportemos pasivamente
mientras otros se llevan nuestra túnica. El Señor nos dice que cuando otros nos
golpean en la mejilla derecha, les volvamos también la otra, y que les
entreguemos nuestra capa a quienes quieren nuestra túnica; y que cuando otros
quieren que andemos una milla, debemos andar dos.
Esto no es soportar, sino
trascender; esta clase de reacción supera las exigencias de los hombres. Los
hombres exigen sólo hasta cierto punto, pero nosotros, delante del Señor,
podemos hacer mucho más que simplemente
satisfacer las exigencias de los hombres. Nosotros además podemos sobrepasarlas
Hermanos y hermanas, el Señor nos dice que los
cristianos únicamente deben manifestar una clase de reacción. Nuestra reacción
debe ser la de trascender; no debe ser la de razonar ni la de sólo soportar.
Les pido que nunca se olviden que aquellos que no logran trascender sus
circunstancias, no se están comportando como cristianos. El Señor no nos dice
que paguemos ojo por ojo; es decir, que golpeemos a la otra persona en el ojo
si ella nos ha golpeado en el ojo.
Tampoco nos dice que debemos soportar a
quienes nos golpean en el ojo. El Señor dice que debemos, más bien, añadir a
ese ojo el otro, es decir, que si alguien me golpea en un ojo, debo permitirle
que también me golpee el otro ojo.
Por favor no se olviden que para hacer el cambio
de ojo por ojo, a añadir un ojo al otro ojo, se requieren de por lo menos dos
pasos adicionales. Para hacer el cambio de mejilla por mejilla, a añadir la
otra mejilla; y de túnica por túnica, a añadir la capa; y de milla por milla, a
añadir otra milla, se necesita dar dos pasos más. Ojo por ojo es una reacción.
La ira es una reacción. Soportar es otra reacción. Añadir un ojo al otro ojo es
otra clase de reacción. De estas reacciones, debemos rechazar todas, menos la
última.
V. EL CRISTIANO ES LIBRADO DE HUMILLACIÓN, DE LAS
POSESIONES MATERIALES Y DE LA VOLUNTAD
Permítanme hacer un breve repaso de estas tres
cosas nuevamente. Ser golpeados en la mejilla tiene que ver con ser humillados.
Los chinos podemos entender esto; también los judíos y romanos de la antigüedad
entendían esto. Hay muchos relatos de aquellos tiempos que nos muestran que
muchos de los esclavos de los romanos preferían que sus amos los matasen en vez
de ser golpeados en la mejilla. Podían tolerar que los maten, pero no ser
golpeados en la mejilla. Por tanto, ser golpeados en la mejilla significa
sufrir una humillación extremada. En aquellos tiempos, tal acto representaba
infligir la más grande de las humillaciones.
Las túnicas y las capas son aquellas cosas que el
hombre tiene derecho a poseer. Entre las posesiones que uno pueda tener,
difícilmente encontrará posesión más legítima que aquello que lleva puesto.
Hasta el más pobre tiene una túnica y una capa. No importa cuánto insista
alguno en negarse a todo disfrute material, ciertamente tiene que vestirse por
lo menos con una túnica y una capa. Es bastante legítimo exigir tales cosas
para uno mismo, pero aquí hay una persona que no le pide a usted sus
propiedades ni sus haciendas, sino su túnica. Más aún, si él quiere su túnica,
usted tiene que quitarse primero su capa. Por tanto, este asunto atañe a
nuestras posesiones materiales de la manera más profunda.
Si ser golpeados en
la mejilla se relaciona con ser humillados, ser despojados de nuestra túnica
tiene que ver con nuestras posesiones más esenciales.
Obligar a otro a andar se relaciona
particularmente con la voluntad de dicha persona. Puede ser que yo no tenga la
intención de optar por cierto camino o ir a cierto lugar, pero otros me obligan
a hacerlo. Esto quiere decir que tengo que negarme a mí mismo a fin de tomar el
camino que otros eligieron. Esto implica doblegar nuestra voluntad.
Quisiera que mis hermanos y hermanas
comprendieran que las reacciones cristianas tienen que ver con la otra mejilla,
la capa y la milla adicional. Cuando otros me golpean en mi mejilla derecha,
les doy también la otra. Cuando otros quieren mi túnica, les entrego mi capa
también. Cuando otros me obligan a andar una milla, yo camino dos. Esto quiere
decir que no he sido afectado por la mejilla derecha, ni tampoco por la túnica,
ni por la jornada de una milla. Por esto llamo a esta clase de reacción, una
reacción que trasciende. Si soy golpeado en la mejilla derecha y esto produce
en mí cierto sentimiento, no permitiré que me golpeen en la mejilla izquierda.
Si después de haber andado una milla he alcanzado mis límites, no podré andar
una segunda milla.
El resultado de esto es la clase de reacción que
manifestamos ante tales circunstancias.
Los cristianos somos personas que han sido
libradas de todo sentimiento de gloria y de humillación. Somos personas que han
sido libradas de la atadura de las posesiones materiales y librados de nuestra
propia voluntad. Cuando seamos libres de humillación, de posesiones materiales
y de nuestra propia voluntad, tales cosas jamás nos volverán a afectar.
VI. LA LECCIÓN PRINCIPAL DE LA CRUZ CONSISTE EN
PARAR TODOS LOS ARGUMENTOS
Tenemos que aprender a nunca discutir delante de
Dios. La primera lección de la cruz es no alegar. Ninguno entre nosotros debe
descender tan bajo que llegue a convertirse en una persona vengativa. Por ende,
ni siquiera es necesario considerar la opción de pagar ojo por ojo o diente por
diente. Sin embargo, me temo que sí hay muchos entre nosotros que les gusta
alegar y defender sus derechos, diciendo: ―Tu no debieras haberme golpeado‖. Siempre que una persona discute con otras, significa que tal persona
ha sido afectada por lo que le hicieron o por lo que le sucedió.
El Señor, en
cambio, nos enseña que la respuesta apropiada para el mal irracional, es el
bien irracional. Otros pueden ser irracionalmente malos con nosotros, pero
nosotros les pagamos con bondad también irracional. La primera milla ya era una
exigencia bastante irracional, pero la segunda milla resulta todavía más
irracional. En realidad, ninguna de las dos es razonable. Ser golpeados en la
mejilla derecha no es razonable, pero tampoco es dar la otra mejilla. Ser
despojados de nuestra túnica no es nada razonable, pero
tampoco lo es regalar nuestra capa. Los cristianos son aquellos que nunca
alegan conforme a la razón; ellos responden con bondad irracional al mal
irracional.
Ustedes no deben ser atrapados por sus propios
razonamientos. No debieran tratar de determinar si algo es razonable o no.
Quizás ustedes digan que la primera milla no era razonable, pero yo les digo
que la segunda milla es mucho menos razonable. Si la primera milla no se podía
justificar, mucho menos la segunda. Si no pueden aceptar la primera milla,
¿cómo podrán aceptar la segunda?
Pero, ¡gracias a Dios!, Sus hijos no
reaccionan alegando. Ninguno de los hijos de Dios debería dar rienda suelta a
su enojo; pues la esfera en la que se encuentran no es la de discutir en
función de lo correcto o lo erróneo. El acto de discutir resulta totalmente
ajeno al ámbito que corresponde a un creyente. Si usted cayera en tal práctica,
la de argüir, habrá caído de la posición que le corresponde como cristiano, y
ya no estará posicionado sobre la base que es propia de un cristiano.
VII. LOS CRISTIANOS NO SON LOS QUE HACEN LO
CORRECTO O EL BIEN, SINO LOS QUE TRASCIENDEN
Espero que todos podamos ver algo aquí. Si alguno
quiere mi túnica, es absolutamente correcto si me rehúso a dársela. Si se la
doy, estaré haciendo el bien; pero lo que es propio de un cristiano es que se
despoje de la túnica y además le dé su capa. Me parece que esto es muy claro.
Cuando alguno quiere mi túnica, ¿por qué habría de dársela? Yo estoy actuando
correctamente aun si me rehúso a entregársela, y si se la doy, estoy haciendo
el bien. Puesto que soy bondadoso, le doy mi túnica. Sin embargo, actuar correctamente
no implica que uno sea un cristiano, ni tampoco ser una persona bondadosa
implica que uno sea un cristiano.
Un cristiano no sólo da la túnica, sino
también la capa. Así pues, un cristiano es uno que se despoja de la segunda
prenda.
¿Cuál es la reacción propia de un cristiano? La
reacción cristiana no consiste en hacer lo correcto ni en hacer el bien, sino
en hacer aquello que trasciende. Cuando los hijos de Dios son más perseguidos,
acorralados y privados de lo que les corresponde, más alto deberán elevarse. Es
una lástima que algunos tropiezan cuando se ven acorralados. Es lamentable que
los hijos de Dios lleguen a dar rienda suelta a su enojo y a actuar sin razón.
Es especialmente lamentable que ellos se esfuercen por soportar sus
circunstancias adversas, pues lo que caracteriza a un cristiano es que se
remonta a grandes alturas cuando sufre persecución, cuando toda vía de escape
ha sido bloqueada y cuando lo único que tiene por delante es un muro que le
impide avanzar.
Recuerdo mucho un
comentario que escuché hace varios años acerca de un hermano que acababa de
fallecer, en el cual se decía de él: ―Todo aquel que no haya sido alguna vez su
enemigo, no ha llegado a conocer cuán grande era el amor de este hermano‖. Este es un comentario maravilloso. Cuanto más lo hostigaban a este
hermano, más fuerte se mostraba.
Cuanto más lo maltrataban, más alto se
elevaba. Cuanto más feroz era uno con él, más generoso era él con uno. Cuando
él murió, muchos hermanos comentaban: ―A fin de conocer la fortaleza de su
amor, uno tenía que convertirse en su más grande enemigo. No le hicimos
suficiente mal.
Cuanto peor se le trataba, mayor era su amor por ti‖. En esto consiste la reacción cristiana. Cuanto más se persigue a un
cristiano y más se lo acorrala, más amplia es la senda que él tiene por
delante.
Nadie debe pensar que esta lección es demasiado
profunda. Del capítulo 5 al capítulo 7 del Evangelio de Mateo, encontramos el
primer sermón del Señor Jesús. Las enseñanzas en aquel monte fueron las
primeras que oyeron Sus discípulos. Esta es la razón por la cual nosotros
debemos decirles estas cosas a los nuevos creyentes. Tenemos que practicar esto
desde el comienzo mismo de nuestra vida cristiana. Mientras seamos cristianos,
tenemos que practicar esto. Si no lo llevamos a la práctica, no tendremos paz.
Un cristiano que alega con los demás, jamás podrá gozar de paz.
Probablemente
estemos molestos y ansiosos en el momento en que somos despojados por otros,
pero no tendremos paz. Por el contrario, cuando otros nos piden la túnica y
nosotros les damos además nuestra capa, daremos gritos, diciendo: ―¡Aleluya!‖, durante todo el regreso a casa. Nos sentiremos felices. Cuando otros
quieren prestar dinero de nosotros, quizás ahorremos un poco si nos negamos a
prestarlo, pero también perderemos nuestro gozo. Si nos piden dinero, debemos
dárselo, porque esta es la manera de llevar una vida cristiana feliz.
Son muchos los cristianos que están todo el día
con la cara larga debido a que no están dispuestos a andar una segunda milla.
Si usted recorre la segunda milla, podrá hacerlo cantando en su interior.
VIII. PROBLEMAS RELACIONADOS CON LAS REACCIONES
DE UN CREYENTE
Muchos hermanos y hermanas tienen problemas con
sus reacciones debido a que no conocen al Señor. Les es imposible dar la otra
mejilla, regalar su capa o andar una segunda milla. Siempre están diciendo:
―¡Qué irrazonables son estas personas!‖. Quisiera decirles
con franqueza a tales hermanos, que esto es lo que el Señor exige de nosotros.
Quizás a la otra persona le baste con golpearle la mejilla derecha, pero el
Señor le ha dicho a usted que debe darle también la otra mejilla. Quizás la
otra persona se sienta satisfecha al recibir su túnica, pero el Señor le ha
dicho a usted que debe darle la capa también. Quizás la otra persona se sienta
satisfecha si puede obligarlo a andar una milla, pero el Señor le obliga a
recorrer una segunda milla.
Tenemos que darnos cuenta de que la otra mejilla,
la capa y la segunda milla es lo que el Señor exige de nosotros, no los
hombres. Todos aquellos que tienen dificultad con la otra mejilla, la segunda
prenda y la milla adicional no están en conflicto con los hombres, sino con el
Señor mismo, pues es Él quien exige esto de nosotros.
Quizás usted diga que los hombres están siendo
irrazonables, pero recuerde que en realidad es el Señor quien es irrazonable.
Si no deben golpearle en la mejilla derecha, mucho menos deben golpearle en la
izquierda. Si exigirle la primera prenda era irrazonable, exigirle la segunda
prenda es menos razonable todavía. Si obligarlo a andar la primera milla ya era
una demanda irrazonable, la segunda milla es aún más irrazonable. Pero el Señor
exige lo segundo.
Se trata de un mandamiento del Señor. Podemos afirmar, pues,
que el mandato del Señor es más exigente y severo que las exigencias propias de
un hombre injusto. Ningún hombre irrazonable puede ser más exigente que nuestro
Señor con Sus mandamientos.
¿Por qué es tan severo nuestro Señor? Porque Él
sabe que la vida que Él nos dio es una vida trascendente. A menos que esta vida
trascienda, no tendremos paz. Esta vida es feliz únicamente cuando ha logrado
trascender. Cuanto más se procure avergonzar, deshonrar o herir a esta vida,
mayor será la manifestación de Su poder.
Esto es lo que significa ser un cristiano. No es
cuestión de simplemente no enojarse y ser comprensivos y tolerantes, sino se
trata de trascender todas las cosas. Quizás otros nos obliguen a andar una
milla, pero nosotros andaremos dos millas. Tal vez alguno quiera quitarnos una
de nuestras prendas, pero nosotros le regalaremos dos. Quizás otro nos golpee
en la mejilla derecha, pero nosotros le mostraremos también nuestra mejilla
izquierda. Hermanos, esta vida es una vida que trasciende, que se remonta sobre
todo. Es así como los creyentes reaccionan. Únicamente si actuamos así, nos
estaremos comportando como cristianos.
IX. LA GRACIA QUE MORA EN LOS HIJOS DE DIOS
Algunas personas que no conocen bien la Biblia
piensan que las enseñanzas impartidas en el monte y que están contenidas en los
capítulos 5, 6 y 7 de Mateo, están vinculadas a la ley. ¿Será esto la ley? ¡No!
Esto es gracia. La ley demanda ojo por ojo y diente por diente. ¿En qué
consiste la gracia? La gracia consiste en dar a otros lo que no se merecen. De
hecho, la primera mejilla, la primera prenda y la primera milla ya corresponden
a la gracia. Los demás no merecen ninguna de estas cosas, pero debido a que la
vida divina en nuestro ser lo trasciende todo,
ninguna de estas cosas puede afectarnos.
Por esto permitimos que los demás nos
golpeen en la mejilla derecha y luego volvemos la mejilla izquierda. Por esto
podemos darles no solamente la túnica, sino también la capa. Y por esto podemos
andar no sólo una milla, sino dos. Esto es gracia sobre gracia. Pero esta no es
la gracia de Dios; esta es la gracia de los hijos de Dios. Esto es lo que los
hijos de Dios hacen cuando actúan en concordancia con el Dios de toda gracia.
Dios les da a los hombres lo que ellos no merecen. Nosotros también podemos
darles a los hombres lo que ellos no merecen, e incluso más.
X. NUESTRA CAPACIDAD ES ENSANCHADA A TRAVÉS DE
NUESTRAS REACCIONES
¿Por qué tenemos que hacer esto? Permítanme
decirles lo siguiente: la enseñanza en el monte fue impartida con el fin de que
nuestra capacidad fuese ensanchada. Nuestras reacciones permiten que Dios
aumente nuestra medida. Nosotros queremos demasiado a muchas cosas. Pero apenas
empezamos a poner en práctica las enseñanzas que el Señor impartió en el monte
en nuestra vida diaria, Él comienza a despojarnos de aquellas cosas que nos
eran tan queridas. La túnica y la capa nos son quitadas una y otra vez, y esto
nos ensancha una y otra vez. Seremos ensanchados mucho más allá de nuestra
capacidad que tener una capa o una túnica.
Muchos cristianos son del mismo tamaño que las
prendas que visten; son muy pequeños. Ellos son afectados por una pequeña
prenda de vestir. Una sola prenda es capaz de provocar su ira y el sacrificio
de su decoro cristiano. En todo lugar que vamos, encontramos estas personas ―diminutas‖.
Los cristianos pueden ser grandes, pero aún más,
ellos pueden ser ensanchados, porque Dios les ha dado una vida que es grande.
Si usted permite que le despojen de una prenda, podrá permitir que le despojen
de cien prendas. Si usted cede ante la exigencia de caminar una milla, podrá
ceder cuando le exijan caminar dos millas. Si usted pone esto en práctica, será
ensanchado por Dios.
La gente le da mucha importancia a que no las
ridiculicen. Son muchos los que no pueden soportar ser humillados o
deshonrados. Ellos son capaces de renunciar a todas sus prendas, pero no pueden
ser golpeados ni deshonrados. Les es muy difícil permitir que otros les
insulten. Pero he aquí uno que es golpeado en su rostro y que no solamente
soporta tal golpe, sino que lo acepta gustoso, contento y feliz. Apenas
volvemos nuestra mejilla para que otros nos golpeen, somos ensanchados. Somos
ensanchados por medio de todas las experiencias irrazonables que nos toca
vivir.
Supongamos que
usted es una persona con una voluntad férrea. Si usted es oprimido y
perseguido, y acepta gustosamente tal opresión y persecución al punto de
recorrer una milla adicional, entonces usted será ensanchado a medida que pasa
el tiempo.
En los últimos años, he conocido mucha gente ―diminuta‖ en este mundo. Ni siquiera en la iglesia he conocido mucha gente
―grande‖. Es mi esperanza que los nuevos creyentes elijan este sendero desde
el comienzo de su vida cristiana. Debemos tomar la vida de Dios, y reaccionar
de una manera trascendente. Este es el requisito fundamental para alcanzar la
madurez.
Si ustedes reaccionan continuamente en conformidad con la vida
trascendente de Dios, entonces serán ensanchados cada vez más. No estarán
atados a ninguna cosa material. No serán limitados por ningún acto de
humillación o deshonra en contra de ustedes. Ni aún su propia voluntad férrea
podrá oprimirlos. Crecerán continuamente. Si no practicamos esto, la iglesia
estará llena de gente ―diminuta‖.
XI. LA VICTORIA CRISTIANA ES UNA VICTORIA
TRASCENDENTE
No estoy diciendo que sea suficiente que
recorramos una milla adicional. Andar la segunda milla representa un principio,
y este principio involucra que seamos trascendentes. Dar la otra mejilla
también representa un principio que implica trascender.
¿Qué quiere decir ser trascendente? Trascender
significa estar en la cumbre. Supongamos que alguien le golpea en la mejilla
derecha. Si usted trata de recordar Mateo 5 y dice: ―Estoy resuelto a dejarme
golpear. Si me pide mi túnica, se la daré a mi pesar. Si me obliga a andar una
milla, me esforzaré por acompañarlo por dos millas‖. Esta clase de comportamiento es inútil. Esto no es trascender.
Todavía no han ascendido lo suficientemente alto. ¿Quién es capaz de dar la
otra mejilla?
Aquellos que, cuando son injuriados, llegan a comprender que han
recibido del Señor una vida que es abundante. Por esto ellos son capaces de dar
la mejilla izquierda cuando alguien los golpea en la derecha. Puede ser que los
hayan obligado a andar una milla, pero la vida que han recibido del Señor es
tan abundante que pueden andar una segunda milla. Los cristianos jamás han sido
personas renuentes, y la reacción propia de un cristiano jamás se limita a
satisfacer, apenas, los requisitos mínimos.
En cierta ocasión, una hermana exclamó: ―¡Por
poco doy rienda suelta a mi enojo!‖. Ella parecía
sentirse muy victoriosa cuando declaró esto, pero esta no es la reacción propia
de un cristiano. La reacción cristiana hace mucho más que aquello que es
estrictamente necesario; un cristiano enfrenta los desafíos con solvencia. Este
es el significado de la segunda milla. ¿Han visto esto?
Algunas personas pueden ser
muy despiadadas con usted; ello representa ―la mejilla derecha‖. Si usted puede retribuirles con bondad y continuar siendo victorioso
delante de Dios, ello representa ―la mejilla izquierda‖. La ―mejilla izquierda‖ habla de
abundancia; denota un excedente. La victoria propia de un cristiano no es una
victoria lograda a duras penas, sino que es una victoria desbordante. Los
cristianos siempre debiéramos gozar de un excedente; siempre debiéramos
trascender nuestra experiencia.
La victoria cristiana jamás se logra de manera
forzada, nunca se logra por medio de rechinar los dientes o argüir. La victoria
cristiana es siempre lograda con facilidad. Quiera el Señor ensancharnos una y
otra vez, y que podamos expresar la gracia de los hijos de Dios una y otra vez.
XII. NUESTRA REACCIÓN DEBE SER PARA EL AUMENTO DE
LA OBRA DEL SEÑOR
¿Por qué tenemos que volver la mejilla izquierda
cuando somos golpeados en la mejilla derecha? Cuando el Señor nos concede pasar
por sufrimientos a manos de los hombres, nosotros debiéramos más bien facilitar
Su operación en nosotros, en vez de anularla. Por esto, damos la otra mejilla.
El Señor usa las manos de los hombres para ensanchar nuestra capacidad y
ayudarnos a crecer. La mano se detiene en la mejilla derecha, pero nosotros
podemos añadir nuestra mejilla izquierda. Esto quiere decir que nosotros no frustramos
la operación del Señor realizada por medio de la mano de los hombres, sino más
bien permitimos que dicha operación avance.
El Señor nos golpea, y nosotros
también nos golpeamos. El Señor nos disciplina, y nosotros también nos
disciplinamos. Cuando otros nos golpean en la mejilla derecha, nos unimos a
ellos para golpearnos a nosotros mismos. Nosotros no estamos de nuestro lado a
fin de levantarnos en contra de los que nos atacan. Por el contrario, estamos
del lado de los que nos atacan. Un golpe no es suficiente, así que necesitamos
ser más golpeados. El Señor nos está disciplinando y nosotros también nos
disciplinamos a nosotros mismos.
La mano del Señor está sobre mí, y mi oración es
que Su mano permanezca allí. Si lo he perdido todo, no me queda nada más que
perder. Si he muerto completamente, ya no puedo morir más. Si todavía puedo
morir un poco más, quiere decir que aún no he muerto lo suficiente. Si todavía
puedo perder, quiere decir que no he perdido lo suficiente. Yo quiero que la
mano del Señor caiga sobre mí con un peso todavía mayor. Yo no estoy procurando
reducir el peso de Su mano sobre mí.
Si usted puede permanecer del lado del Señor y
disciplinarse de este modo, no guardará rencor en contra de nadie. Las
exigencias de los hombres jamás podrán ser más elevadas que las del Señor. Lo
máximo que el hombre exige es una milla. La exigencia del Señor es una segunda
milla. Lo máximo que los hombres pueden
hacer es obligarlo a andar una milla. Pero usted puede darle al hombre aún más;
usted puede añadir algo más. Así pues, puede hacer lo mejor que pueda a fin de
realizar aquello que el Señor ya ha hecho.
XIII. DEBEMOS PERMANECER FIRMES EN NUESTRA
POSICIÓN CRISTIANA
Permítanme hacerles otra pregunta: ¿Es mejor ser
aquel que golpea o ser aquel que recibe el golpe? ¿Envidian ustedes a los
demás? Ellos nos golpean. ¿Harán ustedes lo mismo? Aquellos que golpean no
están actuando como cristianos, y aquellos que soportan los golpes tampoco
están comportándose como cristianos. Únicamente aquellas personas que aceptan
voluntariamente ser golpeadas y que dan la otra mejilla a quienes las golpean
diciéndoles: ―Por favor, hagan más‖, son las personas
que se están comportando como cristianos.
Hoy en día, si un hermano te golpea, ¿sabes qué
es lo que te ha dado? Te ha dado la mejor oportunidad de ser un buen cristiano.
Él te honra al golpearte, pues te ha dado la oportunidad de actuar como un
cristiano apropiado.
Por favor no olviden que aquel cristiano que
golpea a otros ha perdido su dignidad cristiana. No debiéramos envidiar a
quienes han caído de su posición cristiana. Cada vez que usted sea maltratado o
amenazado, se le estará dando la oportunidad de vivir la vida cristiana. De
hecho, aquellos que le maltratan de este modo en realidad están diciendo: ―Fulano,
ya no quiero ser un cristiano. ¡Quiero que tú tomes mi lugar!‖. Sus acciones equivalen a esto.
Si un hermano le lleva ante los tribunales, o le
exige dinero o alguna prenda suya, en realidad tal persona está diciéndole:
―Hoy no quiero ser cristiano. ¡Dejaré que tú lo seas en mi lugar!‖. Tal persona ha renunciado a su posición cristiana y, en lugar de
ello, lo ha colocado a usted en tal posición. ¿Acaso no deberíamos dar gracias
a Dios por esto? Usted necesita decir: ―¡Oh Dios! Te agradezco y te alabo por
haberme puesto en una posición cristiana apropiada. Ciertamente, esta es
Tu
gracia‖.
Hermanos y hermanas, debemos aprender a luchar por mantenernos en la
posición propia de un cristiano.
Cierta vez, hice negocios con un hermano. Según
el sentido común, yo no le debía ningún dinero; sin embargo, él exigió de mí
una cantidad equivalente a unos sesenta y ocho mil dólares. Mi primera reacción
fue la de enojarme. Mi sentir era que él no tenía ni el más mínimo derecho a
pedirme algo así. ¿Cómo podría llamarse cristiana una persona así? Ciertamente,
tal persona estaba siendo totalmente irrazonable. Si él tuviera el más mínimo
sentido de justicia, ¿cómo podría pedir este dinero? Pero luego, mi siguiente
reacción fue de gozo. Aunque él estaba equivocado, todavía sentía gozo de poder
darle ese dinero. Yo le pregunté: ―Hermano, ¿verdaderamente quieres este
dinero?‖. Él respondió:
―Sí‖. En ese momento, el Señor puso Su palabra en mí: ―Este hombre te está
dando la oportunidad de ser un cristiano‖. Esta fue la primera
vez que el Señor me habló algo así. Yo dije:
―Es cierto‖, y fui a preparar el dinero para dárselo.
Desde aquel día, aprendí esta lección. Cuando una
persona se comporta de la manera en que este hombre lo hizo, está dejando la
posición de cristiano. Cuando una persona nos hace esto, qué vergonzoso y
penoso sería que nosotros también dejásemos nuestra posición cristiana. Debemos
aprender a decir: ―El Señor me ha puesto aquí, y es Él quien me está dando la
oportunidad de vivir como un cristiano‖.
Debiéramos decir:
―Señor, yo quiero ser un cristiano‖. No existe pérdida
más grande que la pérdida de nuestra posición cristiana. Ser golpeados es una
gran pérdida; ser despojados de nuestras posesiones igualmente es una gran
pérdida; y ser avergonzados y privados de libertad son pérdidas todavía
mayores, pero el Señor nos ha confiado la responsabilidad de expresar Su gracia
y comprensión. Si fracasamos en esto, habremos sufrido la más grande de las
pérdidas.
Algunos quizás piensen que los fuertes son
aquellos que pueden golpear a los demás. Pero yo les digo que aquellos que son
verdaderamente fuertes son los que pueden recibir un golpe sin devolverlo. Una
persona que no puede controlar su propio genio, ciertamente es una persona
débil.
Una persona fuerte es una que puede ejercer dominio propio sobre su mal
genio. Necesitamos saber evaluar las cosas en forma espiritual delante de Dios,
y no evaluarlas como lo hace el mundo. No debemos atenernos a los puntos de
vista mundanos. Debemos poseer una perspectiva espiritual.
Espero que desde el comienzo mismo de su vida
cristiana, los nuevos creyentes vean cómo deben ser sus reacciones cristianas.
Nosotros debiéramos fijar tales pautas de conducta desde un comienzo. No
debemos permitir que pasen tres, cinco, ocho o diez años antes de que adoptemos
tal camino. No debemos pensar que la enseñanza impartida en el monte es
demasiado profunda.
Ningún cristiano debiera dejar transcurrir mucho tiempo
antes de adoptar la enseñanza que el Señor impartió en el monte. La enseñanza en
el monte debe ser nuestra primera enseñanza. Debe ser algo que el nuevo
creyente encuentra en la entrada, no algo que sólo consigue ver después de
muchos años de progreso. La enseñanza del sermón del monte es la respuesta
fundamental que los cristianos tienen para toda situación. Esta reacción es el
fruto de nuestra naturaleza cristiana.
Cuando uno cree en el Señor Jesús,
reacciona espontáneamente de esta manera y se comporta de este modo. Andar la
segunda milla trae gozo a nuestro corazón. Una persona no podrá disfrutar de
paz y gozo verdaderos hasta que esto sea su práctica. Esta vida está hecha para
enfrentar persecución, desgracia y maltrato. Cuanto más despiadada la
persecución, más fuerte será la manifestación del poder de la vida de Dios.
XIV. DOS COSAS
CON RESPECTO A LAS REACCIONES QUE CORRESPONDEN A ESTA VIDA
Por último, debemos prestar atención a dos cosas
con respecto a las reacciones de esta vida. En primer lugar, tenemos que orar
todos los días, y tenemos que pedirle al Señor que nos libre de las tentaciones
y del maligno. Tenemos que orar todos los días a fin de ser librados de la
tentación.
En términos humanos, es imposible vivir sobre esta tierra en
conformidad con los principios descritos anteriormente. Las reacciones
requeridas por el Señor son imposibles de ser encontradas en la tierra. Si
usted se esfuerza por vivir de esta manera, verá que sus esfuerzos se agotarán
en las pocas ocasiones que pruebe hacerlo. Por ello, el Señor intercaló una
oración entre las enseñanzas que impartió en el monte. Se trata de una oración
en la que se ruega, pidiendo ser librados de las tentaciones y del maligno.
Nosotros podemos vivir en este mundo únicamente con la protección del Señor.
Sin Su protección, no podemos proseguir ni por un solo día. Esta oración es
indispensable. Si no tenemos la intención de llevar esta clase de vida o tener
esta clase de reacciones, no es necesario decir nada más. Pero en cuanto surge
en nosotros el anhelo de vivir por la vida de Dios, tenemos que orar esta
oración. Inclusive tenemos que hacerla todos los días.
No compartan este principio de la vida cristiana
con los incrédulos ni con los cristianos nominales. A esto se refiere Mateo 7
cuando dice que no debemos dar cosas espirituales a los perros, ni arrojarles
perlas a los cerdos. Los perros y los cerdos son animales inmundos. Los perros
representan todo lo maligno e inmundo, y los cerdos representan a los que son
cristianos sólo de nombre, pero que carecen de vida. Externamente, ellos tienen
la pezuña partida, pero en su interior, no rumian.
Externamente, ellos son
cristianos, pero en su interior no lo son. A los tales, no les digan estas
palabras. Si lo hacen, estarán buscándose problemas. Si usted les habla de
esto, quizás ellos le digan: ―Dame la otra mejilla; a ver, deja que ponga esto
a prueba en ti‖. Decirles tales cosas es buscarse problemas para uno mismo. Tengan
cuidado con esto. Deben, pues, orar a fin de ser librados de semejante
problema.
En segundo lugar, tenemos que guardar nuestra
posición cristiana. No debemos buscar problemas. Sin embargo, con el permiso de
Dios, y bajo Su soberanía y el gobierno del Espíritu Santo, es posible que
tengamos que enfrentar ciertas circunstancias, ya sea a manos de creyentes o de
incrédulos. En tales ocasiones, debemos manifestar las reacciones apropiadas y
no emprender la retirada.
La vida cristiana es una vida maravillosa. Cuanto
más sea usted perseguido, avergonzado y tratado irrazonablemente, más feliz se
sentirá delante de Dios. Este es el único camino que conduce a la felicidad. Si
yo golpeo a un hermano hoy y este de
inmediato me diera la otra mejilla, yo me sentiría turbado por todo un mes; tal
cosa sería lo más triste que me pudiera suceder.
Mientras viva sobre esta tierra, un cristiano no
puede aprovecharse de nadie. Si en alguna ocasión usted se aprovecha de alguna
situación o alguna persona, le será imposible erguir la cabeza en presencia del
Señor en todo un mes. Cualquier ganancia terrenal constituye, en realidad, una
pérdida.
Es mejor dejar que otro lo golpee. Cuando uno es golpeado por otro,
puede irse a casa y dormir bien, comer bien y cantar bien. Podrá subir a una
colina, y la luna resplandecerá más intensamente sobre su rostro.
No piense que
ha ganado algo al haberse aprovechado de otros. La única manera de optar por el
camino correcto es reaccionar de la manera correcta, y la única manera de vivir
conforme a los principios apropiados es por medio de manifestar las reacciones
apropiadas.
Por COMUNIDAD BIBLICA DE LA GRACIA DE JESUCRISTO
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