miércoles, 11 de agosto de 2010

LA IGLESIA NO ES PERFECTA

Algunas personas parecen pensar que al entrar en la iglesia serán cumplidas sus expectativas, y hallarán solamente personas que son puras y perfectas. Son celosas en su fe, y cuando ven faltas en los miembros de la iglesia, dicen: "Nosotros abandonamos el mundo para no tener ninguna asociación con caracteres malos, pero el mal se halla aquí también"; y preguntan, como los siervos de la parábola: "¿De dónde, pues, tiene cizaña?"

Pero no necesitamos ser así chasqueados, pues el Señor no ha justificado la conclusión de que la iglesia es perfecta; y todo nuestro celo no nos permitirá tener éxito en lograr que la iglesia militante sea tan pura como la iglesia triunfante.

El Señor nos prohibe proceder de una manera violenta contra aquellos que pensamos que yerran, y no hemos de dispensar excomuniones y denuncias contra los que son defectuosos.

El hombre finito está propenso a juzgar mal el carácter, pero Dios no confía la obra de juzgar y hacer un pronunciamiento sobre el carácter a aquellos que no están capacitados para ello.

Nosotros no hemos de decir qué constituye el trigo, y qué constituye la cizaña. El tiempo de la siega determinará plenamente el carácter de las dos clases especificadas bajo el símbolo de la cizaña y el trigo. La obra de separación es dada a los ángeles de Dios; no se la encomienda a las manos de algún hombre.

Las falsas doctrinas constituyen una de las influencias satánicas que actúan en la iglesia, e introducen en ella a los que tienen el corazón inconverso. Los hombres no obedecen las palabras de Jesucristo, buscando unidad en la fe, en el espíritu y la doctrina.

No trabajan por la unidad del espíritu por la cual oró Jesús, la cual haría que el testimonio de los discípulos de Cristo fuera eficaz para convencer al mundo de que Dios ha enviado a su Hijo a esta tierra, "para que todo aquel que en él cree, no se pierda, mas tenga vida eterna". Si la unidad por la cual Cristo oró existiera entre los hijos de Dios, éstos presentarían un testimonio vivo, y reflejarían una luz clara que brillaría en medio de las tinieblas morales del mundo.

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