APRECIADOS HERMANOS Y HERMANAS: Mientras el error progresa rápidamente, debemos procurar estar despiertos en la causa de Dios, y darnos cuenta del tiempo en el cual vivimos. Las tinieblas van a cubrir la tierra, y la obscuridad los pueblos.
Y mientras casi todos los que nos rodean están envueltos en densas tinieblas de error y engaño, nos incumbe sacudir el estupor y vivir cerca de Dios, donde podemos recibir divinos rayos de luz y gloria del rostro de Jesús.
A medida que las tinieblas se intensifican y el error aumenta, debemos obtener un conocimiento más cabal de la verdad y estar preparados para sostener nuestra posición mediante las Escrituras.
Debemos estar santificados por la verdad ser completamente consagrados a Dios, y vivir de tal manera la santidad que profesamos, que el Señor pueda derramar cada vez más luz sobre nosotros, y podamos ver luz en su luz, y ser fortalecidos con su fortaleza.
Cada momento en que no estamos en guardia nos vemos expuestos a ser asediados por el enemigo y corremos gran peligro de ser vencidos por las potestades de las tinieblas. Satanás manda que sus ángeles sean vigilantes y derriben a cuantos puedan; que descubran la indocilidad y los vicios dominantes de quienes profesan la verdad.
Les ordena arrojar tinieblas en derredor de ellos, para que dejen de velar, y sigan una conducta que deshonre la causa que profesan amar y entristezca a la iglesia. Las almas de estas personas extraviadas, que no velan, se hunden cada vez más en la obscuridad, y la luz del cielo se desvanece de ellas. No pueden descubrir sus vicios dominantes, y Satanás teje su red en derredor de ellas, y son prendidas en su lazo.
Dios es nuestra fortaleza.
Debemos buscar en él sabiduría y dirección, y teniendo en vista su gloria, el bien de la iglesia y la salvación de nuestras propias almas, debemos vencer nuestros vicios dominantes.
Debemos procurar individualmente obtener nueva victoria cada día.
Debemos aprender a permanecer en pie solos y depender por completo de Dios. Cuanto antes aprendamos esto, mejor. Descubra cada uno en qué fracasa, y luego vele fielmente para que sus pecados no lo venzan, antes bien, obtenga la victoria sobre ellos.
Entonces podremos tener confianza para con Dios y se ahorrarán muchas dificultades para la iglesia.
Cuando los mensajeros de Dios dejan sus casas para trabajar por la salvación de las almas dedican mucho de su tiempo a trabajar en favor de aquellos que han estado en la verdad durante años, pero que son todavía débiles porque aflojan innecesariamente las riendas, dejan de velar sobre si mismos, y hasta, pienso a veces, tientan al enemigo a que los tiente.
Caen en algunas mezquinas dificultades y pruebas, y los siervos del Señor tienen que dedicar tiempo a visitarlos. Esto los retiene, horas y hasta días, y sus almas se agravian y hieren al oír el relato de pequeñas dificultades y pruebas, mientras cada uno amplia sus agravios para hacerlos tan importantes como sea posible, por temor de que los siervos de Dios los tengan por demasiado insignificantes para considerarlos.
En vez de depender de los siervos del Señor para ayudarles a salir de estas pruebas, debieran quebrantarse delante de Dios, y ayunar y orar hasta que aquéllas sean eliminadas.
Algunos parecen creer que lo único para lo cual Dios llama a los mensajeros al campo es estar a sus órdenes y llevarlos en los brazos; y que la parte más importante de su trabajo es arreglar las pequeñas pruebas y dificultades que atrajeron sobre sí mismos por decisiones poco juiciosas, y por ceder al enemigo participando de un espíritu de censura rígida hacia los que los rodean.
Mientras tanto, ¿dónde están las ovejas hambrientas? Se mueren de inanición por falta del pan de vida. Los que conocen la verdad y han sido establecidos en ella, pero no la obedecen -si lo hiciesen se ahorrarían muchas de esas pruebas- están robando tiempo a los mensajeros, y no se cumple el objeto mismo por el cual Dios los llamó al campo.
Los siervos de Dios están apenados y su valor queda destruido por la presencia de tales cosas en la iglesia, cuando todos debieran esforzarse por no añadir el peso de una pluma a su carga, sino más bien ayudarles mediante palabras alentadoras y la oración de fe.
Cuánto más libres estarían si todos los que profesan la verdad mirasen en derredor suyo y procurasen ayudar a otros, en vez de solicitar tanta ayuda ellos mismos.
Como van las cosas, cuando los siervos de Dios entran en lugares obscuros, donde la verdad no ha sido proclamada todavía, llevan en su espíritu una herida causada por las pruebas inútiles de sus hermanos. En adición a todo esto, tienen que hacer frente a la incredulidad y al prejuicio de los opositores y ser pisoteados por algunos.
Cuánto más fácil sería conmover el corazón y cuánto más glorificado se vería Dios si sus siervos estuviesen libres de desaliento y prueba, para poder disfrutar de un espíritu libre mientras presentan la verdad en su hermosura. Los que han sido culpables de exigir tanta labor de los siervos de Dios y los han cargado con pruebas que les toca a ellos decidir, tendrán que dar cuenta a Dios por todo el tiempo y los recursos que se gastaron para satisfacerlos a ellos y también al enemigo.
Debieran estar en situación de ayudar a los hermanos. Nunca debieran reservar sus pruebas y dificultades para ocupar toda una reunión, ni aguardar hasta que alguno de los mensajeros venga para arreglarlas; sino que debieran corregir ellos mismos las cosas delante de Dios, sacar sus pruebas del camino, y estar preparados cuando vienen los obreros para sostener sus manos en vez de debilitarlas.
Predicando el Evangelio eterno. Ap. 14: 6 Vi volar por en medio del cielo a otro ángel, que tenía el evangelio eterno para predicarlo a los moradores de la tierra, a toda nación, tribu, lengua y pueblo,7 diciendo a gran voz: Temed a Dios, y dadle gloria, porque la hora de su juicio ha llegado; y adorad a aquel que hizo el cielo y la tierra, el mar y las fuentes de las aguas. 12 Aquí está la paciencia de los santos, los que guardan los mandamientos de Dios y la fe de Jesús.
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