jueves, 26 de enero de 2012

EL AMOR FRATERNAL Y EL TRABAJO (PRIMERA PARTE).-

EL AMOR FRATERNAL Y EL TRABAJO (PRIMERA PARTE).-

LECTURA 1 Tes. 4:1-12

"Pero acerca del amor fraternal no tenéis necesidad de que os escriba, porque vosotros mismos habéis aprendido de Dios que os améis unos a otros; y también lo hacéis así con todos los hermanos que están por toda Macedonia. Pero os rogamos, hermanos, que abundéis más y más; y que os esforcéis afanosamente por tener tranquilidad, y ocuparos en vuestros propios asuntos, y trabajar con vuestras manos de la manera que os hemos mandado, a fin de que os conduzcáis honradamente para con los de afuera, y no tengáis necesidad de nada" (1 Tes.4:9-12).

Después de haberles hecho tan solemne advertencia acerca de las serias consecuencias que se acarrearían al desechar: desoír o desobedecer, o menospreciar como palabras de hombres las instrucciones que les ha comunicado por la autoridad del Señor Jesús, el apóstol Pablo pasa a hacerles ciertos reconocimientos y recomendaciones, con los cuales complementa sus exhortaciones a vivir como les conviene, a fin de agradar a Dios, que es la meta que como cristianos debemos procurar alcanzar día a día. Sabiamente el apóstol bajo el control del Espíritu Santo coloca la aprobación o el reconocimiento del evidente amor fraternal, del cual hacían ejercicio los miembros de la iglesia en Tesalónica, entre la amonestación solemne y la recomendación a una vida tranquila, laboriosa y honrada; y de paso, nos enseña por medio del ejemplo la manera cómo debemos hablar y edificar a nuestros consiervos. La exhortación a abundar más y más en la práctica del amor fraternal se hace siempre necesaria porque el tope o la cima se mantiene todavía muy alta.

(:9) "Pero acerca del amor fraternal no tenéis necesidad de que os escriba". Obviamente, esta manera de expresarse del apóstol nos deja ver claramente el cuidado que tenía al escribir sus cartas. Pablo conocía bien la condición en general de esa iglesia; se mantenía bien informado, aún a pesar de la lentitud del correo o la falta de medios de comunicación, como los que tenemos ahora. En este caso, siendo que él mismo había sido instrumento en las manos de Dios para traer a la existencia esta iglesia, sin duda, los conocía bien; él los había instruido y ellos habían aprendido de él. Por referencias en otras cartas, sabemos que él recibía informes de hermanos interesados en la obra del Señor, personas conscientes de la autoridad apostólica bajo la cual se halla la iglesia; pero -incluso- ya hemos leído que el apóstol, al no poder ir él mismo a visitarles, les envió a su más cercano colaborador: Timoteo. Ahora bien, ¿era esta condición señalada por el apóstol aquí, una condición exclusiva de los hermanos tesalonicenses, o es una condición básica de cada verdadera iglesia? Creo firmemente que ambas cosas merecen una respuesta positiva. El apóstol está haciendo un reconocimiento a la práctica del amor fraternal entre aquellos hermanos, que de local se había extendido a provincial, como vemos en el :10 "y también lo hacéis así con todos los hermanos que están por toda Macedonia".

La provincia de Macedonia contaba con varias ciudades, en algunas ya se había establecido una iglesia, como Filipos, Berea y Tesalónica. Así que, los tesalonicenses supieron poner en práctica el amor entre hermanos, extendiéndose hasta otras iglesias locales en otras ciudades de la provincia, y el apóstol les hace un reconocimiento a ellos. Pero el amor fraternal es -antes que nada- una condición básica del verdadero cristianismo: por eso el escritor a los hebreos exhorta a los destinatarios de su carta de esta manera: "Permanezca el amor fraternal" (Hebreos 13:1), lo cual deja implícito que el amor fraternal ya era una realidad en ellos. Es, entonces, una recomendación a perseverar en el ejercicio de esa gracia, a no decaer a pesar de las muchas dificultades y provocaciones a abandonarla. Según 1 Juan.3:10 el amor al hermano es la manifestación de los hijos de Dios. Lo contrario es la condición de los hijos del diablo, los que no practican justicia y no aman a su prójimo.

En cuanto a la practica del amor fraternal entre los hermanos tesalonicenses, y aún más allá de los límites de su iglesia local, ellos no tenían necesidad de que se les escribiera nada, el apóstol Pablo no tenía una nueva instrucción que darles, porque ellos se mantenían en el ejercicio de ese amor por los hermanos, se sintió motivado sólo a animarles a que abunden más y más en ello.

No obstante, en los evangelios y en otras cartas del NT encontraremos varias exhortaciones a activar esa gracia entre los creyentes en Cristo, los hijos de Dios, porque como cualquier otro pecado el amor puede enfriarse a causa de la maldad. En Romanos 12:9,10 el apóstol nos exhorta: "El amor sea sin fingimiento. Aborreced lo malo, adheríos a lo bueno. Amaos entrañablemente los unos a los otros con amor fraternal; en cuanto a honor, dando la preferencia los unos a los otros". Ahora bien, lo que hace innecesario que el apóstol tenga algo que escribir a los hermanos tesalonicenses al respecto es:

(1) Que ellos mismos habían aprendido de Dios a amarse unos a otros.
(2) Que ellos lo estaban poniendo en práctica, no sólo localmente sino también a nivel de toda la provincia de Macedonia.

"porque vosotros mismos habéis aprendido de Dios que os améis unos a otros; y también lo hacéis así con todos los hermanos que están en toda Macedonia". Dios es amor. Dios nos ha enseñado a amar. "En esto se mostró el amor de Dios para con nosotros, en que Dios envió a su Hijo unigénito al mundo, para que vivamos por medio de él. En esto consiste el amor: no en que nosotros hayamos amado a Dios, sino en que él nos amó a nosotros, y envió a su Hijo como propiciación por nuestros pecados. Amados, si Dios nos ha amado así, también nosotros debemos amarnos unos a otros. Nadie ha visto jamás a Dios. Si nos amamos unos a otros, Dios permanece en nosotros, y su amor se ha perfeccionado en nosotros" (1 Jn.4:9-12).  

"No debáis a nadie nada, sino el amaros unos a otros, porque el que ama al prójimo, ha cumplido la ley" (Rom.13:8). El amor fraternal es la evidencia del amor a Dios: "Nosotros le amamos a él, porque él nos amó primero. Si alguno dice: Yo amo a Dios, y aborrece a su hermano, es mentiroso" (1 Jn.4:19,20ª). "Dios ha mostrado su amor para con nosotros en que siendo aún pecadores Cristo murió por nosotros" (Rom.5:8). El amor de Dios a nosotros no tuvo su origen en el objeto del amor sino en Dios mismo. Él nos amó siendo impíos, pecadores y enemigos suyos, si hemos aprendido de él, entonces amaremos y no aborreceremos ni aún a nuestros propios enemigos.

Que podamos amarnos fraternalmente es una realidad "porque el amor de Dios ha sido derramado en nuestros corazones por medio del Espíritu Santo que nos fue dado" (Rom.5:5). Si es así, y así lo creemos, la exhortación es a ponerlo en operación, manifestarlo, haciendo el bien: "porque el que tiene bienes de este mundo y ve a su hermano tener necesidad, y cierra contra él su corazón, ¿cómo mora el amor de Dios en él? Hijitos, no amemos de palabra ni de lengua, sino de hecho y en verdad" (1 Jn.3:17,18).

La mejor definición de Amor la ofrece el mismo apóstol Pablo al escribir a los Corintios en 1 Cor.13:4-8 "El amor es paciente, es servicial; el amor no tiene envidia, el amor no es jactancioso, no se engríe; no hace nada indecoroso, no busca su propio interés, no se irrita, no toma en cuenta el mal (no ve malas intenciones), no se goza de la injusticia; mas se goza de la verdad. Todo lo excusa, todo lo cree, todo lo espera, todo lo soporta; el amor no caduca jamás". El amor es comunión entre personas; como dice un cántico: "Amor es entregarse". Cuando Cristo vino a la tierra, el perfecto amor fue encarnado. El mismo Dios hecho hombre; los que le vieron a él, vieron al Padre. Ni aún sus enemigos encontraron falta en él.

La salvación misma fue concebida por el amor de Dios, no tuvo otro motivo. El Padre planeó la salvación; el Hijo la ejecutó y el Espíritu Santo es el que la aplica. Las tres divinas personas están perfectamente unidas en la obra de la salvación. El verdadero punto de contacto entre Dios y el hombre es el amor: Cristo nos amó hasta el fin y se entregó a sí mismo por nosotros. Hemos sido vueltos a la imagen de Dios, y ahora somos capaces de entregarnos a nosotros mismos por amor. Mientras más bondadosos y amantes seamos más nos pareceremos a Dios, porque Dios es bueno, Dios es amante. El amor no busca lo suyo; una persona que ama prefiere a los otros antes que a si misma; a una persona egoísta le será imposible amar.

Quien ama verdaderamente se halla por encima de la ley; el amor hace nula la ley porque la sobrepasa; el amor contiene su propio sentido de obligación; lo que nos impulsa a la acción es el amor, manifestamos el amor actuando de forma natural, no como el cumplimiento de un deber; el amor no necesita la ley. Cuando se nos manda a amar, tal mandamiento contiene dos cosas:

(1) Un juicio o reprensión contra el desamor
(2) Una prescripción o exhortación para ser amantes. Siendo totalmente dependientes de Dios, no nos relacionados correctamente con él a menos que nos presentemos completamente humildes ante El. Si amamos a Dios le adoraremos, y esta comunión es posible por la vida y la muerte de Cristo.


El más importante mandamiento es amar a Dios sobre todas las cosas y el segundo es semejante: "amarás a tu prójimo como a ti mismo". Debemos señalar que todo ser humano normal tiene un sentido de su propia dignidad escrito en su corazón; por eso no llamaremos buena a una persona que no dé señales claras de recibir tal dignidad. El amor a uno mismo es la base del amor al prójimo. Debemos amar al prójimo con la misma intensidad, celo y consistencia con que nos amamos a nosotros mismos. Así como no hay límites prácticos a los derechos del amor propio, tampoco los hay para nuestro deber de amar al prójimo.

REFLEXIÓN: ¿TIENES AMOR FRATERNAL?



Por COMUNIDAD BIBLICA DE LA GRACIA DE JESUCRISTO

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