¿COMO OBTENER PODER ESPIRITUAL?
¡Qué esperanzas brotan del alma del creyente que medita en las posibilidades que ofrece el poder espiritual! Puesto que el poder espiritual constituye un anhelo legítimo para el pueblo de Dios, resulta positivo que el creyente experimente tales esperanzas.
Aun cuando los cristianos puedan disentir en cuanto a los medios por los cuales se obtiene el poder espiritual, todos concuerdan que solo es por resultado de la obra del Espíritu Santo. No hay tema alguno, por consiguiente, que pueda tener mayor significación para el hijo de Dios que el del Espíritu Santo. Cristiano es la persona que ha recibido a Jesucristo; cristiano espiritual es aquel exhibe a Cristo en su vida; y esto último se logra mediante el poder del Espíritu Santo que mora en él.
La espiritualidad es, por lo tanto, la semejanza a Cristo; y la semejanza a Cristo es el fruto del Espíritu. ¿Qué mejor representación de Cristo puede haber que ésta: "Amor, gozo, paz, paciencia, benignidad, bondad, fe, mansedumbre, templanza" (Gá. 5:22-23)? Este es el fruto del Espíritu. El poder espiritual no es necesariamente, ni generalmente, una manifestación de lo milagroso o lo espectacular, sino más bien la exhibición consecuente de las características del Señor Jesús en la vida del creyente.
Todo esto es obra del Espíritu Santo, aquél de quien el Señor Jesús dijo: "El me glorificará."Para vivir cristianamente es esencial contar con una adecuada comprensión del ministerio del Espíritu Santo. Mas no es posible comprender plenamente la obra de una persona si no se le conoce a la persona. Del mismo modo, es preciso saber algo sobre la persona del Espíritu Santo a fin de poder apreciar plenamente su obra. Al cristiano le puede parecer tedioso tener que dedicarse al estudio de la personalidad y la deidad del Espíritu.
Pero resulta vital entender aquello que hace, y el conocimiento tanto de su persona como de su obra es fundamental para la vida y la devoción cristianas. No hay parte de la familia de Dios que se haya beneficiado con tantos ministerios del Espíritu como la iglesia de Dios a partir de Pentecostés. Hasta ese momento el Espíritu no había venido a morar en forma permanente en cada uno de los creyentes. La obra de unir a los creyentes con el Cristo resucitado era imposible antes de la resurrección del Señor y la venida del Espíritu en Pentecostés. Su ministerio de enseñanza, de consolación y de intercesión son beneficios que todos los cristianos pueden experimentar sin restricción en el día de hoy.
Con toda propiedad puede llamarse a esta época la época del Espíritu; el pueblo de Dios de la época actual tiene un privilegio grandemente superior al de cualquier otra época. Pablo escribió una sola carta circular a un grupo de iglesias, y dicha carta es Efesios. Fue enviada a todas las iglesias de Asia Menor. Resulta interesante notar la frecuencia con que se mencionan diversos ministerios del Espíritu Santo en esa epístola. Es como si el Espíritu fuese un antibiótico de espectro amplio para los males de la gente.
Pablo les recuerda a los que pudieran tener falta de seguridad en cuanto a su salvación que el Espíritu los ha sellado y que su presencia en ellos constituye la prenda o garantía del carácter eterno de su redención (Ef. 1:13-14). Si Dios ha puesto su propio sello de propiedad en nosotros, mediante la persona de su Espíritu, no hay cosa que pueda ser más segura que nuestra redención. La tarea, aparentemente imposible, de unir a judíos y gentiles en un solo cuerpo fue obra del Espíritu, y dicha unión trae aparejado el acceso o ingreso a la misma presencia del Padre (Ef. 2: 1 8). Pablo les asegura a quienes necesitan fuerzas para permitir que Cristo reine en su vida que el Espíritu Santo es quien las da (Ef. 3: 16), y es cuando lo hace que se puede comenzar a comprender las dimensiones del amor de Cristo.
El problema sumamente práctico, y a la vez importante, de las relaciones con otros creyentes ha de ser orientado y regido por el principio que dice: "Esforzándoos para guardar la unidad del Espíritu en el vínculo de la paz" (Ef. 4:3, VM). Un cuerpo, un Espíritu, una esperanza, un Señor, una fe, un bautismo, y un Dios son las bases en que se asienta este principio de la unidad. Lo que provoca la desunión es el pecado, y uno de los pecados más graves es el mal uso de la lengua; por ello Pablo les recordó a sus lectores que las palabras vanas (y cuánto más las palabras pecaminosas) entristecen al Espíritu Santo (Ef. 4:29- 3 1 ).
La presencia del Espíritu en nosotros ha de servir para controlar nuestra lengua. Las armas de batalla del creyente son la espada del Espíritu y la oración en el Espíritu (Ef. 6: 17-18). El modo de obtener poder espiritual es la plenitud del Espíritu, lo que significa simplemente ser regido por el Espíritu (Ef. 5: 18). El Espíritu Santo en la vida individual y en la vida corporativa de la iglesia constituye, en efecto, un tema que se repite en esta carta circular que llamamos Efesios. La solución de los problemas que aquejan a la iglesia hoy está en resolver los problemas del cristiano individual, y la solución para estos últimos es una Persona: el Espíritu Santo.
Utilizado con autorización de Editorial Portavoz.
Aun cuando los cristianos puedan disentir en cuanto a los medios por los cuales se obtiene el poder espiritual, todos concuerdan que solo es por resultado de la obra del Espíritu Santo. No hay tema alguno, por consiguiente, que pueda tener mayor significación para el hijo de Dios que el del Espíritu Santo. Cristiano es la persona que ha recibido a Jesucristo; cristiano espiritual es aquel exhibe a Cristo en su vida; y esto último se logra mediante el poder del Espíritu Santo que mora en él.
La espiritualidad es, por lo tanto, la semejanza a Cristo; y la semejanza a Cristo es el fruto del Espíritu. ¿Qué mejor representación de Cristo puede haber que ésta: "Amor, gozo, paz, paciencia, benignidad, bondad, fe, mansedumbre, templanza" (Gá. 5:22-23)? Este es el fruto del Espíritu. El poder espiritual no es necesariamente, ni generalmente, una manifestación de lo milagroso o lo espectacular, sino más bien la exhibición consecuente de las características del Señor Jesús en la vida del creyente.
Todo esto es obra del Espíritu Santo, aquél de quien el Señor Jesús dijo: "El me glorificará."Para vivir cristianamente es esencial contar con una adecuada comprensión del ministerio del Espíritu Santo. Mas no es posible comprender plenamente la obra de una persona si no se le conoce a la persona. Del mismo modo, es preciso saber algo sobre la persona del Espíritu Santo a fin de poder apreciar plenamente su obra. Al cristiano le puede parecer tedioso tener que dedicarse al estudio de la personalidad y la deidad del Espíritu.
Pero resulta vital entender aquello que hace, y el conocimiento tanto de su persona como de su obra es fundamental para la vida y la devoción cristianas. No hay parte de la familia de Dios que se haya beneficiado con tantos ministerios del Espíritu como la iglesia de Dios a partir de Pentecostés. Hasta ese momento el Espíritu no había venido a morar en forma permanente en cada uno de los creyentes. La obra de unir a los creyentes con el Cristo resucitado era imposible antes de la resurrección del Señor y la venida del Espíritu en Pentecostés. Su ministerio de enseñanza, de consolación y de intercesión son beneficios que todos los cristianos pueden experimentar sin restricción en el día de hoy.
Con toda propiedad puede llamarse a esta época la época del Espíritu; el pueblo de Dios de la época actual tiene un privilegio grandemente superior al de cualquier otra época. Pablo escribió una sola carta circular a un grupo de iglesias, y dicha carta es Efesios. Fue enviada a todas las iglesias de Asia Menor. Resulta interesante notar la frecuencia con que se mencionan diversos ministerios del Espíritu Santo en esa epístola. Es como si el Espíritu fuese un antibiótico de espectro amplio para los males de la gente.
Pablo les recuerda a los que pudieran tener falta de seguridad en cuanto a su salvación que el Espíritu los ha sellado y que su presencia en ellos constituye la prenda o garantía del carácter eterno de su redención (Ef. 1:13-14). Si Dios ha puesto su propio sello de propiedad en nosotros, mediante la persona de su Espíritu, no hay cosa que pueda ser más segura que nuestra redención. La tarea, aparentemente imposible, de unir a judíos y gentiles en un solo cuerpo fue obra del Espíritu, y dicha unión trae aparejado el acceso o ingreso a la misma presencia del Padre (Ef. 2: 1 8). Pablo les asegura a quienes necesitan fuerzas para permitir que Cristo reine en su vida que el Espíritu Santo es quien las da (Ef. 3: 16), y es cuando lo hace que se puede comenzar a comprender las dimensiones del amor de Cristo.
El problema sumamente práctico, y a la vez importante, de las relaciones con otros creyentes ha de ser orientado y regido por el principio que dice: "Esforzándoos para guardar la unidad del Espíritu en el vínculo de la paz" (Ef. 4:3, VM). Un cuerpo, un Espíritu, una esperanza, un Señor, una fe, un bautismo, y un Dios son las bases en que se asienta este principio de la unidad. Lo que provoca la desunión es el pecado, y uno de los pecados más graves es el mal uso de la lengua; por ello Pablo les recordó a sus lectores que las palabras vanas (y cuánto más las palabras pecaminosas) entristecen al Espíritu Santo (Ef. 4:29- 3 1 ).
La presencia del Espíritu en nosotros ha de servir para controlar nuestra lengua. Las armas de batalla del creyente son la espada del Espíritu y la oración en el Espíritu (Ef. 6: 17-18). El modo de obtener poder espiritual es la plenitud del Espíritu, lo que significa simplemente ser regido por el Espíritu (Ef. 5: 18). El Espíritu Santo en la vida individual y en la vida corporativa de la iglesia constituye, en efecto, un tema que se repite en esta carta circular que llamamos Efesios. La solución de los problemas que aquejan a la iglesia hoy está en resolver los problemas del cristiano individual, y la solución para estos últimos es una Persona: el Espíritu Santo.
Utilizado con autorización de Editorial Portavoz.
Por COMUNIDAD BIBLICA DE LA GRACIA DE JESUCRISTO
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