LA RELACIÓN DEL ESPÍRITU CON NUESTRA SALVACIÓN
1). Convicción de pecado
Cada fase de nuestra salvación es la obra del Espíritu. Jesús dijo que cuando el Paracleto viniera, reargüiría al mundo de pecado, de justicia y de juicio (Juan 16:8). En el día de Pentecostés, cuando las gentes oyeron el mensaje acerca de Jesucristo, de su muerte y resurrección, fueron “compungidos de corazón” y dijeron: “¿Qué haremos?” (Hechos 2:37). La obra del Espíritu Divino es la de hacer que los hombres se den cuenta de su condición perdida y hacer que ellos busquen la vida y la justicia. No hay poder fuera del poder de Dios que pueda hacer eso en los hombres.
2). Renovación espiritual
El pecador no solamente no puede hacer nada para merecer su salvación, sino que él de si mismo tampoco puede recibirla; siquiera puede desearla. El deseo de ser salvo y la capacidad para apropiarse la salvación, ambas cosas deben ser creadas en el corazón del hombre por el Espíritu Santo. La creación de la disposición y del poder en el corazón del pecador para aceptar a Cristo es la obra del Espíritu Santo. El Espíritu regenera al pecador llevándolo al arrepentimiento y a la fe en Cristo.
3). Seguridad
El Espíritu Divino nos da también la seguridad de la salvación. El Espíritu Santo es en nuestros corazones el Espíritu de adopción, por el cual clamamos “Abba Padre. El mismo Espíritu da testimonio a nuestro espíritu que somos hijos de Dios”. (Rom 8:14-17).
4). Consumación
Pablo claramente enseña que el Espíritu de Dios que habita en nosotros es la garantía de que Él levantará nuestros cuerpos de entre los muertos. El Espíritu Santo da seguridad, no solamente en el sentido de que el Espíritu da testimonio de nuestra adopción delante de Dios según (Rom 8:14-17), sino que también por este mismo Espíritu somos sellados para el día de la redención (Ef. 4:30). Este día de redención es el día de la redención del cuerpo, el día de la resurrección (Rom 8:23). El mismo Espíritu que habita en nuestros corazones como las primicias de la cosecha venidera de redención, hace que gimamos dentro de nosotros mismos, esperando aquella gloriosa consumación. Porque en esperanza somos salvos (Rom 8:24).
Y así vemos la salvación del hombre, de principio a fin, es atribuida al Espíritu de Dios. Es el poder de Dios el que salva al hombre. Y debe notarse, como ya se ha indicado, que todo lo que el Espíritu hace para salvarnos está en relación con Cristo. Los hombres son convencidos de sus pecados en relación con Jesucristo. Al ser traídos por el arrepentimiento y la fe, a una recta relación con Cristo. Al formar a Cristo en nosotros, nuestra esperanza de gloria, es como el Espíritu Santo llega a ser la garantía de nuestra redención final.
Esto lleva consigo el principio de que la verdad del evangelio es el medio que el Espíritu usa en nuestra salvación.
Dios le bendiga amado hermano(a)
Samuel Duarte Bautista
Caracas, Venezuela.-
Por John J. Alvarado D. COMUNIDAD BIBLICA DE LA GRACIA DE JESUCRISTO
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