miércoles, 30 de junio de 2010

Esto es serio.. se requiere un verdadero arrepentimiento para que se genere el cambio!!


"EL QUE encubre sus transgresiones, no prosperará; mas quien las confiese y las abandone, alcanzará misericordia" (Proverbios 28: 13).

Las condiciones para obtener la misericordia de Dios son sencillas, justas y razonables. El Señor no nos exige que hagamos alguna cosa penosa para obtener el perdón de los pecados. No necesitamos hacer largas y cansadoras peregrinaciones, ni ejecutar duras penitencias, para encomendar nuestras almas al Dios de los cielos o para expiar nuestra transgresión; mas el que confiesa su pecado y se aparta de él, alcanzará misericordia.

El apóstol dice: "Confesad pues vuestros pecados los unos a los otros, y orad los unos por los otros, para que seáis sanados" (Santiago 5: 16). Confesad vuestros pecados a Dios, quien sólo puede perdonarlos, y vuestras faltas unos a otros. Si has dado motivo de ofensa a tu amigo o vecino, debes reconocer tu falta, y es su deber perdonarte libremente. Debes entonces buscar el perdón de Dios, porque el hermano a quien s ofendido pertenece a Dios y al perjudicarlo has pecado contra su Creador y Redentor. Debemos presentar el caso delante del único y verdadero Mediador, nuestro gran Sumo Sacerdote, que "ha sido tentado en todo punto, así como nosotros, mas sin pecado" que es capaz de compadecerse de nuestras flaquezas" (Hebreos 4: 15) y es poderoso para limpiarnos de toda mancha de pecado.

Los que no se han humillado de corazón delante de Dios reconociendo su culpa, no han cumplido todavía la primera condición de la aceptación. Si no hemos experimentado ese arrepentimiento, del cual nadie se arrepiente, y no hemos confesado nuestros pecados con verdadera humillación de alma y quebrantamiento de espíritu, aborreciendo nuestra iniquidad, no hemos buscado verdaderamente el perdón de nuestros pecados; y si nunca lo hemos buscado, nunca hemos encontrado la paz de Dios. La única razón porque no obtenemos la remisión de nuestros pecados pasados es que no estamos dispuestos a humillar nuestro corazón y a cumplir con las condiciones de la Palabra de verdad.

Se nos dan instrucciones explícitas tocante a este asunto. La confesión de nuestros pecados, ya sea pública o privada, debe ser de corazón y voluntaria. No debe ser arrancada al pecador. No debe hacerse de un modo ligero y descuidado o exigirse de aquellos que no tienen real comprensión del carácter aborrecible del pecado. La confesión que brota de lo íntimo del alma sube al Dios de piedad infinita. El salmista dice: "Cercano está Jehová a los quebrantados de corazón, y salva a los de espíritu contrito" (Salmo 34: 18).

La verdadera confesión es siempre de un carácter específico y declara pecados particulares. Pueden ser de tal naturaleza que solamente pueden presentarse delante de Dios. Pueden ser males que deben confesarse individualmente a los que hayan sufrido daño por ellos; pueden ser de un carácter público y, en ese caso, deberán confesarse públicamente. Toda confesión debe hacerse definida y al punto, reconociendo los mismos pecados de que seáis culpables.

En los días de Samuel los israelitas se extraviaron de Dios. Estaban sufriendo las consecuencias del pecado; porque habían perdido su fe en Dios, el discernimiento de su poder y su sabiduría para gobernar a la nación y su confianza en la capacidad del Señor para defender y vindicar su causa. Se apartaron del gran Gobernante del universo y quisieron ser gobernados como las naciones que los rodeaban. Antes de encontrar paz hicieron esta confesión explícita: "Porque a todos nuestros pecados hemos añadido esta maldad de pedir para nosotros un rey" (1 Samuel 12: 19). Tenían que confesar el mismo pecado del cual estaban convencidos. Su ingratitud oprimía sus almas y los separaba de Dios.

Dios no acepta la confesión sin sincero arrepentimiento y reforma. Debe haber un cambio decidido en la vida; toda cosa que sea ofensiva a Dios debe dejarse. Esto será el resultado de una verdadera tristeza por el pecado. Se nos presenta claramente la obra que tenemos que hacer de nuestra parte: "¡Lavaos, limpiaos; apartad la maldad de vuestras obras de delante de mis ojos; cesad de hacer lo malo; aprended a hacer lo bueno; buscad lo justo; socorred al oprimido; mantened el derecho del huérfano defended la causa de la viuda!" (Isaías 1: 16, 17) "Si el inicuo devolviere la prenda, restituyere lo robado, y anduviere en los estatutos de la vida, sin cometer iniquidad, ciertamente vivirá; no morirá" (Ezequiel 33: 15). San Pablo dice, hablando de la obra de arrepentimiento: "Pues, he aquí, esto mismo, el que fuisteis entristecidos según Dios, ¡qué solícito cuidado obró en vosotros! y qué defensa de vosotros mismos! y ¡qué indignación! y ¡qué temor! y ¡qué ardiente deseo! y ¡qué celo! y ¡qué justicia vengativa! En todo os habéis mostrado puros en este asunto" (2 Corintios 7: 11).

Cuando el pecado ha amortiguado la percepción moral, el injusto no discierne los defectos de su carácter, ni comprende la enormidad del mal que ha cometido y, a menos que ceda al poder convincente del Espíritu Santo, permanecerá parcialmente ciego sin percibir su pecado. Sus confesiones no son sinceras ni de corazón. Cada vez que reconoce su maldad trata de excusar su conducta declarando que si no hubiese sido por ciertas circunstancias, no habría hecho esto o aquello, de lo que se lo reprueba.

Después de que Adán y Eva hubieron comido de la fruta prohibida, los embargó un sentimiento de vergüenza y terror. Al principio solamente pensaban en cómo podrían excusar su pecado y escapar de la terrible sentencia de muerte. Cuando el Señor les habló tocante a su pecado, Adán respondió, echando la culpa en parte a Dios y en parte a su compañera: "La mujer que pusiste aquí conmigo me dio del árbol, y comí". La mujer echó la culpa a la serpiente, diciendo: "La serpiente me engañó, y comí" (Génesis 3: 12, 13) ¿Por qué hiciste la serpiente? ¿Por qué le permitiste que entrase en el Edén? Esas eran las preguntas implicadas en la excusa de su pecado, haciendo así a Dios responsable de su caída. El espíritu de justificación propia tuvo su origen en el padre de la mentira y ha sido exhibido por todos los hijos e hijas de Adán. Las confesiones de esta clase no son inspiradas por el Espíritu divino y no serán aceptables para Dios.

El arrepentimiento verdadero induce al hombre a reconocer su propia maldad, sin engaño ni hipocresía. Como el pobre publicano que no osaba ni aun alzar sus ojos al cielo, exclamará: "Dios, ten misericordia de mí, pecador", y los que reconozcan así su iniquidad serán justificados, porque Jesús presentará su sangre en favor del alma arrepentida.

Los ejemplos de arrepentimiento y humillación genuinos que da la Palabra de Dios revelan un espíritu de confesión sin excusa por el pecado, ni intento de justificación propia. San Pablo no procura defenderse; pinta su pecado como es, sin intentar atenuar su culpa. Dice: "Lo cual también hice en Jerusalén, encerrando yo mismo en la cárcel a muchos de los santos habiendo recibido autorización de parte de los jefes de los sacerdotes; y cuando se les daba muerte, yo echaba mi voto contra ellos.

Y castigándolos muchas veces, por todas las sinagogas, les hacia fuerza para que blasfemasen; y estando sobremanera enfurecido contra ellos, iba en persecución de ellos hasta las ciudades extranjeras". (Hechos 26: 10, 11). Sin vacilar declara: "Cristo Jesús vino al mundo para salvar a los pecadores; de los cuales yo soy el primero" (1 Timoteo 1: 15). El corazón humilde y quebrantado, enternecido por el arrepentimiento genuino, apreciará algo del amor de Dios y del costo del Calvario; y como el hijo se confiesa a un padre amoroso, así presentará el que esté verdaderamente arrepentido todos sus pecados delante de Dios. "Si confesamos nuestros pecados, él es fiel y justo para perdonarnos nuestros pecados, y limpiarnos de toda iniquidad' (1 S. Juan 1: 9). 42

lunes, 28 de junio de 2010

El arrepentimiento es un don de Dios


El arrepentimiento, tanto como el perdón, es el don de Dios por medio de Cristo. Mediante la influencia del Espíritu Santo somos convencidos de pecado y sentimos nuestra necesidad de perdón. Sólo los contritos son perdonados, pero es la gracia de Dios la que hace que se arrepienta el corazón. El conoce todas nuestras debilidades y flaquezas, y nos ayudará.

Algunos que acuden a Dios mediante el arrepentimiento y la confesión, y creen que sus pecados han sido perdonados, no recurren, sin embargo, a las promesas de Dios como debieran. No comprenden que Jesús es un Salvador siempre presente y no están listos para confiarle la custodia de su alma, descansando en El para que perfeccione la obra de la gracia comenzada en su corazón.

Al paso que piensan que se entregan a Dios, existe mucho de confianza propia. Hay almas concienzudas que confían parcialmente en Dios y parcialmente en sí mismas. No recurren a Dios para ser preservadas por su poder, sino que dependen de su vigilancia contra la tentación y de la realización de ciertos deberes para que Dios las acepte.

No hay victorias en esta clase de fe. Tales personas se esfuerzan en vano. Sus almas están en un yugo continuo y no hallan descanso hasta que sus cargas son puestas a los pies de Jesús.

Se necesitan vigilancia constante y ferviente y amante devoción. Pero ellas se presentan naturalmente cuando el alma es preservada por el poder de Dios, mediante la fe. No podemos hacer nada, absolutamente nada para ganar el favor divino. No debemos confiar en absoluto en nosotros mismos ni en nuestras buenas obras. Sin embargo, cuando vamos a Cristo como seres falibles y pecaminosos, podemos hallar descanso en su amor.

Dios acepta a cada uno que acude a El confiando plenamente en los méritos de un Salvador crucificado. El amor surge en el corazón. Puede no haber un éxtasis de sentimientos, pero hay una confianza serena y permanente. Toda carga se hace liviana, pues es fácil el yugo que impone Cristo. El deber se convierte en una delicia, y el sacrificio en un placer. La senda que antes parecía envuelta en tinieblas se hace brillante con los rayos del Sol de Justicia. Esto es caminar en la luz así como Cristo está en la luz.

jueves, 24 de junio de 2010

La Más Urgente Necesidad del Hombre


EL HOMBRE estaba dotado originalmente de facultades nobles y de un entendimiento bien equilibrado. Era perfecto y estaba en armonía con Dios. Sus pensamientos eran puros, sus designios santos. Pero por la desobediencia, sus facultades se pervirtieron y el egoísmo sustituyó al amor. Su naturaleza se hizo tan débil por la transgresión, que le fue imposible, por su propia fuerza, resistir el poder del mal.

Fue hecho cautivo por Satanás, y hubiera permanecido así para siempre si Dios no hubiese intervenido de una manera especial. El propósito del tentador era contrariar el plan que Dios había tenido al crear al hombre y llenar la tierra de miseria y desolación. Quería señalar todo este mal como el resultado de la obra de Dios al crear al hombre.

El hombre, en su estado de inocencia, gozaba de completa comunión con Aquel "en quien están escondidos todos los tesoros de la sabiduría y de la ciencia" (Colosenses 2: 3.) Mas después de su caída, no pudo encontrar gozo en la santidad y procuró ocultarse de la presencia de Dios. Y tal es aún la condición del corazón no renovado. No está en armonía con Dios, ni encuentra gozo en la comunión con él. El pecador no podría ser feliz en la presencia de Dios; le desagradaría la compañía de los seres santos. Y si se le pudiese permitir entrar en el cielo, no hallaría alegría en aquel lugar.

El espíritu de amor puro que reina allí donde responde cada corazón al corazón del Amor Infinito, no haría vibrar en su alma cuerda alguna de simpatía. Sus pensamientos, sus intereses, sus móviles, serían distintos de los que mueven a los moradores celestiales. Sería una nota discordante en la melodía del cielo. El cielo sería para él un lugar de tortura. Ansiaría ocultarse de la presencia de Aquel que es su luz y el centro de su gozo.

No es un decreto arbitrario de parte de Dios el que excluye del cielo a los malvados: ellos mismos se han cerrado las puertas por su propia ineptitud para aquella compañía. La gloria de Dios sería para ellos un fuego consumidor. Desearían ser destruidos para esconderse del rostro de Aquel que murió por salvarlos.

Es imposible que escapemos por nosotros mismos del abismo del pecado en que estamos sumidos. Nuestro corazón es malo y no lo podemos cambiar. "¿Quién podrá sacar cosa limpia de inmunda? Ninguno" (Job 14: 4 )"Por cuanto el ánimo carnal es enemistad contra Dios; pues no está sujeto a la ley de Dios, ni a la verdad lo puede estar" (Romanos 8: 7). La educación, la cultura, el ejercicio de la voluntad, el esfuerzo humano todos tienen su propia esfera, pero para esto no tienen ningún poder.

Pueden producir una corrección externa de la conducta, pero no pueden cambiar el corazón; no pueden purificar las fuentes de la vida. Debe haber un poder que obre en el interior, una vida nueva de lo alto,antes de que el hombre pueda convertirse del pecado a la santidad. Ese poder es Cristo.

Solamente su gracia puede vivificar las facultades muertas del alma y atraerlas a Dios, a la santidad. El Salvador dijo: "A menos que el hombre naciere de nuevo", a menos que reciba un corazón nuevo, nuevos deseos, designios y móviles que lo guíen a una nueva vida, "no puede ver el reino de Dios" (S. Juan 3: 3).

La idea de que solamente es necesario desarrollar lo bueno que existe en el hombre por naturaleza, es un engaño fatal. "El hombre natural no recibe las cosas del Espíritu de Dios; porque le son insensatez; ni las puede conocer, por cuanto se disciernen espiritualmente" (1 Corintios 2: 14). "No te maravilles de que te dije: os es necesario nacer de nuevo" (S. Juan 3: 7.) De Cristo está escrito: "En él estaba la vida; y la vida era la luz de los hombres" (S. Juan 1: 4), el único "nombre debajo del cielo dado a los hombres, en el cual podamos ser salvos" (Hechos 4: 12).

No basta comprender la bondad amorosa de Dios, ni percibir la benevolencia y ternura paternal de su carácter. No basta discernir la sabiduría y justicia de su ley, ver que está fundada sobre el eterno principio del amor. El apóstol Pablo veía todo esto cuando exclamó: "Consiento en que la ley es buena", "la ley es santa, y el mandamiento, santo y justo y bueno". Mas él añadió en la amargura de su alma agonizante y desesperada: "Soy carnal, vendido bajo el poder del pecado" (Romanos 7: 12, 14). Ansiaba la pureza, la justicia que no podía alcanzar por sí mismo, y dijo: "¡Oh hombre infeliz que soy! ¿quién me libertará de este cuerpo de muerte?" (Romanos 7: 24). La misma exclamación ha subido en todas partes y en todo tiempo, de corazones sobrecargados. No hay más que una contestación para todos: "'¡He aquí el Cordero de Dios, que quita el pecado del mundo!" (S. Juan 1: 29).

martes, 22 de junio de 2010

La guia de Dios en todo momento... necesitamos esto


Ustedes se habrán encontrado, como yo, con personas que profesan ser santas, perfectas. Ahora bien, esta doctrina contiene una influencia maléfica. Tales personas les expondrán maravillosos ejercicios mentales para mostrarles que el Señor los está guiando e instruyendo. Entonces, ¿cómo pueden ustedes saber si el Señor los está guiando? Bueno, hay una forma de probarlo: "¡A la ley y al testimonio! Si no dijeren conforme a esto, es porque no les ha amanecido" (Isa. 8: 20).

Si se suscita la enemistad del corazón humano cuando se menciona al Señor, el gran Jehová, pueden saber que la persona no tiene comunión con Dios. La gente puede pretender que tiene gran fe en Jesús, y que no hay nada que uno pueda hacer sino que Cristo lo hará por uno. Ahora bien, cuando Cristo llame a los muertos, dependerá enteramente de nuestro curso de acción si será una resurrección para vida eterna o una resurrección para condenación. De esa manera ellos mezclan estas verdades completamente con el error, al punto de que no saben qué es verdad; y si se les pide que se sienten y escudriñen las Escrituras con uno para ver qué dice el Señor, nunca conocí un caso en el que la respuesta no fuera que ellos no tienen necesidad de escudriñar las Escrituras, porque el Señor les ha dicho qué tienen que hacer.

La voz de Dios nos habla por medio de su Palabra, y hay muchas voces que vamos a oír; pero Cristo nos advirtió que debemos cuidarnos de los que nos dijeren: "Aquí está el Cristo, o allí está". Entonces, ¿cómo sabremos que los tales no tienen la verdad a menos que cotejemos cada cosa con las Escrituras? Cristo nos amonestó que estemos alerta de los falsos profetas que vendrán a nosotros en su nombre, diciendo que son el Cristo. Ahora, si ustedes toman la posición de que no tiene importancia que entiendan las Escrituras por sí mismos, estarán en peligro de ser extraviados por estas doctrinas. Cristo ha dicho que habrá muchos que en el día del juicio retributivo dirán: "Señor, Señor, ¿no profetizamos en tu nombre, y en tu nombre echamos fuera demonios, y en tu nombre hicimos muchos milagros?" Pero Cristo les responderá: "Apartaos de mí, hacedores de maldad" (Mat. 7: 22, 23).

Ahora bien, nosotros queremos entender qué es pecado: es la transgresión de la ley de Dios. Esta es la única definición que dan las Escrituras. Por consiguiente, vemos que los que pretenden ser guiados por Dios, pero se apartan de El y de su ley, no escudriñan las Escrituras. Pero el Señor conducirá a su pueblo; porque El dice que sus ovejas lo seguirán si oyeren su voz, pero que no seguirán a un extraño. Entonces, nos resulta apropiado comprender cabalmente las Escrituras. Y no necesitaremos inquirir si otros tienen la verdad, porque se echará de ver en sus caracteres.

Se acerca el tiempo cuando Satanás obrará milagros directamente a la vista de ustedes, proclamando que él es Cristo: y si sus pies no están firmemente establecidos en la verdad de Dios, entonces ustedes serán apartados de su fundamento. La única seguridad para ustedes es buscar la verdad como a tesoros escondidos. Excaven en busca de la verdad como lo harían para hallar tesoros en la tierra, y presenten la Palabra de Dios, la Biblia, delante de su Padre celestial, y digan: "Ilumíname; enséñame qué es verdad".

Y cuando el Espíritu Santo entre en sus corazones, para grabar la verdad en sus almas, no la dejarán desvanecerse fácilmente. Ustedes han ganado tal experiencia en escudriñar las Escrituras que cada punto está consolidado. Y es importante que ustedes escudriñen en las Escrituras continuamente. Deberían llenar la mente con la Palabra de Dios; porque pueden ser aislados y colocados donde no tengan el privilegio de reunirse con los hijos de Dios. Entonces querrán tener los tesoros de la Palabra de Dios guardados en sus corazones, y cuando la oposición se levante a su alrededor, necesitarán cotejar cada punto con las Escrituras.

lunes, 21 de junio de 2010

LAS OPINIONES Y PRACTICAS DEBEN AJUSTARSE A LA PALABRA DE DIOS


Hay muchos que afirman que han sido santificados a Dios, y sin embargo, cuando se presenta ante ellos la gran norma de santidad, se excitan grandemente y manifiestan un espíritu que demuestra que nada saben de lo que significa ser santo. No tienen la mente de Cristo; porque quienes están verdaderamente santificados han de reverenciar y obedecer la Palabra de Dios tan pronto como es abierta delante de ellos, y expresarán un vehemente deseo de saber qué es la verdad en cada punto de doctrina. Un sentimiento de gran regocijo no es evidencia de santificación. La afirmación "Soy salvo, soy salvo", no prueba que el alma esté salva o santificada.

A muchos que están grandemente excitados se les dice que están santificados, cuando los tales no tienen una idea inteligente de lo que significa el término, porque no conocen las Escrituras ni el poder de Dios. Se halagan a sí mismos creyendo que están en conformidad con la voluntad de Dios porque se sienten contentos; pero cuando son probados, cuando se presenta la Palabra de Dios para cotejarla con su experiencia, cierran sus oídos a la verdad, diciendo: "Estoy santificado", y eso pone fin al debate. No querrán escudriñar las Escrituras para saber qué es verdad y comprobar que se han engañado terriblemente a sí mismos. La santificación significa muchísimo más que un arranque de sentimientos.

Excitación no es santificación. Unicamente la completa conformidad con la voluntad de nuestro Padre que está en el cielo es santificación, y la voluntad de Dios está expresada en su santa ley. La observancia de todos los mandamientos de Dios es santificación. Evidenciar que somos hijos obedientes a la Palabra de Dios es santificación. La Palabra de Dios debe ser nuestra guía, no las opiniones o ideas humanas. Los que han de ser verdaderamente santificados, escudriñen la Palabra de Dios con paciencia, con oración, y con humildad y contrición de alma. Recuerden que Jesús oró: "Santifícalos en tu verdad; tu palabra es verdad" (Juan 17: 17).

Vivir de toda palabra de Dios

El cristianismo es simplemente vivir de toda palabra que sale de la boca de Dios. Debemos creer en Cristo, y vivir en Cristo, quien es el camino, y la verdad, y la vida. Tenemos fe en Dios cuando creemos en su Palabra; confiamos en Dios y lo obedecemos cuando guardamos sus mandamientos; y amamos a Dios cuando amarnos su ley.

Creer una mentira no pondrá a ninguno de nosotros en el camino de ser santificado. Si todos los ministros del mundo nos dijeran que estamos a salvo aunque desobedezcamos algún precepto de la sagrada norma de santidad, eso no disminuiría nuestras obligaciones ni haría menor nuestra culpa, si rechazamos un claro "Harás" o "No harás". No necesitamos pensar que porque nuestros padres obraron de un cierto modo y murieron felices, nosotros podemos seguir sus pasos y ser aceptados al rendir el mismo servicio y hacer las mismas obras que ellos realizaron.

Nosotros tenemos más luz que la que ellos tuvieron en sus días; y si hemos de ser aceptados por Dios, debemos ser fieles en obedecer la luz y caminar en ella como lo fueron ellos al recibir y obedecer la luz que Dios les envió. Debemos aceptar y perfeccionar la luz que brilla en nuestro sendero tan fielmente como ellos aceptaron y perfeccionaron la luz que iluminó su sendero en su generación. Hemos de ser juzgados de acuerdo con la luz que brilla en el templo del alma en nuestros días; y si seguimos esa luz, seremos hombres y mujeres libres en Cristo Jesús.

La prueba de toda doctrina


La justificación propia es el peligro de esta era; separa al alma de Cristo. Los que confían en su propia justicia no pueden entender cómo la salvación viene por medio de Cristo. Al pecado llaman justicia, y a la justicia, pecado. No perciben la malignidad de la transgresión, ni comprenden el terror de la ley; porque no respetan la norma moral de Dios.


La razón por la cual hay tantas conversiones espurias en estos días es porque hay una estimación muy baja de la ley de Dios. En lugar de la norma divina de justicia, los hombres han erigido un patrón de su propia hechura por el cual miden el carácter. Ven a través de un vidrio, oscuramente, y presentan ante la gente ideas falsas acerca de la santificación, estimulando así el egotismo, el orgullo y la justificación propia. La doctrina de la santificación que muchos propugnan está llena de engaño, porque es halagadora del corazón humano; pero lo más bondadoso que se le puede predicar al pecador, es la verdad de los requerimientos obligatorios de la ley de Dios. La fe y las obras deben ir de la mano; porque la fe sola, sin obras, es muerta.


El profeta declara una verdad por la cual podemos probar toda doctrina. Dice: "¡A la ley y al testimonio! Si no dijeren conforme a esto, es porque no les ha amanecido" (Isa. 8: 20). Aunque el error abunda en el mundo, no hay razón para que los hombres permanezcan en el engaño. La verdad es clara, y cuando se la compara con el error, se puede discernir su carácter. Todos los súbditos de la gracia de Dios pueden comprender lo que se requiere de ellos. Mediante la fe podemos conformar nuestras vidas a la norma de justicia, porque podemos apropiarnos de la justicia de Cristo.


El honesto buscador de la verdad encontrará en la Palabra de Dios la regla para la santificación genuina. El apóstol dice: "Ahora, pues, ninguna condenación hay para los que están en Cristo Jesús, los que no andan conforme a la carne, sino conforme al Espíritu. . . Porque lo que era imposible para la ley, por cuanto era débil por la carne, Dios, enviando a su Hijo en semejanza de carne de pecado y a causa del pecado, condenó al pecado en la carne; para que la justicia de la ley se cumpliese en nosotros, que no andamos conforme a la carne, sino conforme al Espíritu.


Porque los que son de la carne piensan en las cosas de la carne; pero los que son del Espíritu, en las cosas del Espíritu.. Porque el ocuparse de la carne es muerte, pero el ocuparse del Espíritu es vida y paz. Por cuanto los designios de la carne son enemistad contra Dios; porque no se sujetan a la ley de Dios, ni tampoco pueden; y los que viven según la carne no pueden agradar a Dios. Mas vosotros no vivís según la carne, sino según el Espíritu, si es que el Espíritu de Dios mora en vosotros" (Rom. 8: 1-9).

lunes, 14 de junio de 2010

¿LA ESPIRITUALIDAD ES EVIDENTE EN EL CREYENTE?



En su conocimiento. El alimento sólido de la Palabra de Dios es para los cristianos maduros (He. 5: 14), y Pablo esperaba que los corintios, después de cuatro o cinco años de experiencia cristiana pudieran entender el alimento sólido de la Palabra. La leche de la Palabra es para los bebés de Cristo , y Pablo no regañaba a los corintios por tomar leche cuando eran recién convertidos. Pero cuando su comida continuaba siendo leche sola, hizo como el escritor de la carta a los hebreos, que les denunció como cristianos defectuosos . ¿Qué es la verdad que es alimento sólido? Desde luego, la Biblia no señala pasajes como de leche o de alimento sólido, de modo que no es siempre fácil contestar esa pregunta. Sin embargo, hay un tema que se califica de modo claro como alimento sólido y es el asunto que hizo pensar al escritor de hebreos en la incapacidad de sus lectores de comprender lo que estaba escribiendo. Ese tema es la verdad sobre Melquisedec y su sacerdocio (He. 5: 10-11). Tenemos aquí un ejemplo de la Biblia misma sobre el alimento sólido de la Palabra, y bien puede emplearse como prueba de la espiritualidad de una persona. ¿Cuánto sabe usted acerca de Melquisedec? O ¿sabe usted ahora más de él de lo que sabía hace un año? Admitimos que no es una doctrina fácil, pero es una doctrina de prueba para determinar el estado de adelanto de un cristiano en el conocimiento de la Palabra de Dios que es característica esencial de la espiritualidad genuina.

¿Qué debería saber un cristiano acerca de la Biblia? El estudio bíblico debería ser llevado a cabo en plena dependencia del Espíritu Santo . Él es nuestro Maestro y constantemente deberíamos buscar su guía (Juan 14:26; 16:13). No hay un atajo, una manera fácil de aprender la Biblia. Involucra duro trabajo para cada uno (como siempre lo he dicho) . De todos modos, nunca olvides que el Autor del libro está siempre presente, y nadie sabe más acerca de lo que está escrito que el Autor mismo. Si no entiendes, ora y pídele a él que te enseñe lo que dice (Juan 14:26).


A. Leer la Biblia.

Es un buen plan comenzar en Mateo y avanzar por el Nuevo Testamento. Luego comenzar en Génesis y leer la Biblia entera. No leas sólo para decir que has ido por toda la Biblia, sino lee para conocer lo que la Biblia dice.

B. Comparar la Escritura con Escritura.

No trates de edificar una doctrina sobre un solo versículo . Encuentra la consistente enseñanza de la Biblia entera sobre el tema. "La Verdad no contradice a la Verdad."

D. Escribir Notas.

Haciéndote las siguientes preguntas como:

1. ¿Qué aprendí acerca de Cristo?
2. ¿Cuál es el principal mensaje de este capítulo?
3. ¿Qué preciosa promesa puedo solicitar?
4. ¿Cuál es el versículo destacado?
5. ¿Cuál pecado fui enseñado a evitar?
6. ¿Qué ejemplo hay para que siga?
7. ¿Cuáles son los versículos dificultosos?

E. Compartir con alguien aquello que aprendiste.

Durante el día trata de compartir lo que has leído con alguien más. Esto te servirá en dos propósitos: te ayudará a fijar la lección en tu propia mente y te ayudará a compartir con otro la bendición que has recibido de tu estudio bíblico. Malaquías 3:16.

F. Memorizar dos o tres versículos cada semana.

Comienza a compartir con familiares versículos del evangelio tales como: Juan 1:12; Juan 3:16; Juan 3:36; Juan 5:24; Romanos 10:9, etc. Repasa todos los versículos memorizados constantemente hasta que realmente hayan sido puestos en tu mente y corazón. Escríbelos en tarjetitas y llévalos contigo para repasar durante el día. Hallarás tu propia vida enriquecida, y estarás en mejores condiciones para hablar a otros.

G. Practicar lo aprendido.

Deberíamos permitir a la Palabra redargüirnos, corregirnos y hacernos más como el Señor Jesús. Jeremías 15:16. Recuerda cuando estudias la Biblia que estás estudiando un libro eterno. Todo lo que aprendas de ella aquí es una inversión para la eternidad. Así que dale lo mejor de ti.


REFLEXIÓN: LA EVIDENCIA DE ESPIRITUALIDAD


La gracia sea con Usted.-


Samuel Duarte Bautista
Caracas, Venezuela.-

sábado, 12 de junio de 2010

Identificado con su iglesia


Dios tiene una iglesia, un pueblo escogido; y si todos pudieran ver como yo he visto cuán estrechamente se identifica Cristo con su iglesia, no se oiría un mensaje tal como el que acusa a la iglesia de ser Babilonia. Dios tiene un pueblo cuyos miembros colaboran con él, que ha avanzado teniendo la gloria del Señor en vista. Escuchad la oración de nuestro representante en el cielo: "Padre, aquellos que me has dado, quiero que donde yo estoy, también ellos estén conmigo, para que vean mi gloria que me has dado". ¡Oh, cómo anhelaba la divina Cabeza tener a su iglesia consigo! Sus hijos tuvieron comunión con él en sus sufrimientos y su humillación, y es su mayor gozo tenerlos consigo para que sean participantes de su gloria.

Cristo reclama el privilegio de tener a su iglesia consigo. "Aquellos que me has dado, quiero que donde yo estoy, también ellos estén conmigo". El tenerlos consigo está en armonía con la promesa del pacto, y el acuerdo hecho con su Padre. Presenta reverentemente ante el propiciatorio su completa redención en favor de su pueblo.

El arco de la promesa circunda a nuestro Sustituto y Garante mientras se derrama su petición de amor: "Padre, aquellos que me has dado, quiero que donde yo estoy, también ellos estén conmigo, para que vean mi gloria que me has dado". Contemplaremos al Rey en su hermosura, y la iglesia será glorificada.

A semejanza de David, podemos orar ahora: "Tiempo es de actuar, oh Jehová, porque han invalidado tu ley". Los hombres han avanzado en la desobediencia a la ley de Dios, hasta alcanzar un punto de insolencia sin paralelo. Se están educando en la desobediencia, y se acercan rápidamente al límite de la tolerancia y del amor de Dios, y el Señor seguramente intervendrá.

El reivindicará ciertamente su honor, y reprimirá la iniquidad prevaleciente. ¿Serán arrastrados los que guardan los mandamientos de Dios por la iniquidad que predomina? ¿Serán ellos tentados, porque se tenga a la ley de Dios en oprobio universal, a menospreciar esa ley que es el fundamento de su gobierno tanto en el cielo, como en la tierra? No. Para su iglesia su ley llega a ser más preciosa, santa y honorable, a medida que los hombres arrojen sobre ella escarnio y desprecio. Como David, pueden decir: "Han invalidado tu ley. Por eso he amado tus mandamientos más que el oro, y más que oro muy puro. Por eso estimé rectos todos tus mandamientos sobre todas las cosas, y aborrecí todo camino de mentira".

La iglesia militante no es todavía la iglesia triunfante; pero Dios ama a su iglesia, y describe por medio del profeta cómo se opone y resiste a Satanás, que está vistiendo a los hijos de Dios con las ropas más negras y contaminadas, y está reclamando el privilegio de destruirlos. Los ángeles de Dios los protegen de los asaltos del enemigo. El profeta dice: "Me mostró al sumo sacerdote Josué, el cual estaba delante del ángel de Jehová; y Satanás estaba a su mano derecha para acusarle.

Y dijo Jehová a Satanás: Jehová te reprenda, oh Satanás, Jehová que ha escogido a Jerusalén te reprenda. ¿No es éste un tizón arrebatado del incendio? Y Josué estaba vestido de vestiduras viles, y estaba delante del ángel. Y habló el ángel, y mandó a los que estaban delante de sí, diciendo: Quitadle esas vestiduras viles. Y él le dijo: Mira que he quitado de ti tu pecado, y te he hecho vestir de ropas de gala. Después dijo: Pongan mitra limpia sobre su cabeza.

Y pusieron una mitra limpia sobre su cabeza, y le vistieron las ropas. Y el ángel de Jehová estaba en pie. Y el ángel de Jehová amonestó a Josué, diciendo: Así dice Jehová de los ejércitos: Si anduvieres por mis caminos, y si guardares mi ordenanza, también tú gobernarás mi casa, también guardarás mis atrios, y entre éstos que aquí están te daré lugar".

La Iglesia es propiedad de Dios


La iglesia es propiedad de Dios, y el Señor la recuerda constantemente mientras está en el mundo, sujeta a las tentaciones de Satanás. Cristo nunca ha olvidado los días de su condescendencia. Al abandonar el escenario de su humillación, Jesús no perdió nada de su humanidad.

Conserva el mismo amor tierno y piadoso, y siempre lo conmueve la angustia humana. Siempre tiene en cuenta que él fue un Varón de dolores, experimentado en quebrantos.

No olvida a su pueblo que lo representa, que está luchando para exaltar su ley pisoteada. Sabe que el mundo que lo odió a él, odia también a su pueblo. Aun cuando Cristo Jesús ha pasado a los cielos, allí continúa siendo una cadena viviente que une a sus creyentes con su propio corazón de amor infinito. Los más humildes 20 y débiles están unidos íntimamente a su corazón por una cadena de simpatía. Nunca olvida que él es nuestro representante, y que lleva nuestra naturaleza.

Jesús ve a su verdadera iglesia en la tierra, cuya mayor ambición consiste en cooperar con él en la grandiosa obra de salvar almas. Oye sus oraciones presentadas con contrición y poder, y la Omnipotencia no puede resistir sus ruegos por la salvación de cualquier miembro probado y tentado del cuerpo de Cristo. "Por tanto, teniendo un gran sumo sacerdote que traspasó los cielos, Jesús el Hijo de Dios, retengamos nuestra profesión.

Porque no tenemos un sumo sacerdote que no pueda compadecerse de nuestras debilidades; sino uno que fue tentado en todo según nuestra semejanza, pero sin pecado. Acerquémonos, pues, confiadamente al trono de la gracia, para alcanzar misericordia y hallar gracia para el oportuno socorro". Jesús vive siempre para interceder por nosotros. Por medio de nuestro Redentor, ¿qué bendiciones no recibirá el verdadero creyente? La iglesia, que está por entrar en su más severo conflicto, será, para Dios, el objeto más querido en la tierra. La confederación del mal será impulsada por un poder de abajo, y Satanás arrojará todo 21 vituperio posible sobre los escogidos, a quienes no puede engañar y alucinar con sus invenciones y falsedades satánicas. Pero exaltado "por Príncipe y Salvador, para dar a Israel arrepentimiento y perdón de pecados", Cristo, nuestro representante y nuestra cabeza, ¿cerrará su corazón, o retirará su mano, o dejará de cumplir su promesa? No; nunca, nunca.

jueves, 10 de junio de 2010

LA PRUEBA DE DIOS


El Señor Jesús está realizando experimentos en los corazones humanos, por medio de la manifestación de su misericordia y abundante gracia. Está realizando transformaciones 16 tan sorprendentes que Satanás, con toda su triunfante jactancia, con toda su confederación del mal unida contra Dios y las leyes de su gobierno, se detiene para mirarla como una fortaleza inexpugnable ante sus sofismas y engaños.

Son para él un misterio incomprensible. Los ángeles de Dios, serafines y querubines, los poderes comisionados para cooperar con los agentes humanos, contemplan con asombro y gozo cómo hombres caídos, una vez hijos de la ira, están desarrollando, por la enseñanza de Cristo, caracteres a la semejanza divina, para ser hijos e hijas de Dios, para desempeñar una parte importante en las ocupaciones y los deleites del cielo.

Cristo ha dado a la iglesia amplias facilidades, para poder recibir abundantes ganancias de gloria de su posesión redimida y adquirida. La iglesia, dotada de la justicia de Cristo, es su depositaria, en la cual las riquezas de su misericordia, su amor y su gracia han de aparecer en su plena y final manifestación.

La declaración de su adoración intercesora, de que el amor del Padre es tan grande hacia nosotros como hacia él mismo, el Hijo unigénito, y que nosotros estaremos con él donde él está, hechos uno con Cristo y el Padre para siempre, es una maravilla para la hueste angelical, y constituye su gran gozo.

El don de su Espíritu Santo, rico, completo y abundante, ha de ser para su iglesia como un muro de fuego que la circunde, contra el cual no prevalecerán las potencias del infierno. Cristo mira a sus hijos en su inmaculada pureza y perfección impecable, como la recompensa de sus sufrimientos, su humillación y su amor, y la corona de su gloria, siendo él mismo el gran centro del cual irradia toda gloria.

"Bienaventurados los que son llamados a la cena de las bodas del Cordero"

BIBLIA + ORACIÓN + CONFESIÓN + GRATITUD, ES GANANCIA PARA NUESTRA VIDA ESPIRITUAL


En lugares de delicados pastos me hará descansar; junto a aguas de reposo me pastoreará.— Salmo 23:2

La palabra conectado refleja nuestro estilo de vida actual. Es raro que una persona vaya a alguna parte sin un teléfono móvil, un iPod, un ordenador portátil o un buscapersonas. Se nos puede encontrar las 24 horas del día. Algunos psicólogos consideran que este afán de permanecer conectados es una adicción. Sin embargo, un número creciente de personas está reduciendo deliberadamente el uso de la tecnología. Ser un «antitec» es su manera de preservar los momentos de quietud y limitar el caudal de información que los inunda.
Muchos seguidores de Cristo perciben que un tiempo diario de lectura bíblica y de oración es esencial para su andar cristiano. Esta «hora silenciosa» nos desconecta de las distracciones externas para conectarnos con Dios. Los «delicados pastos» y las «aguas de reposo» del Salmo 23:2 van más allá de una idílica escena campestre. Hablan de nuestra comunión con el Señor mientras Él restaura nuestra alma y nos guía en Sus sendas (v. 3).

Todos podemos apartar un tiempo para reunirnos con Dios, pero ¿lo hacemos? En su librito, «7 minutos con Dios», Robert Foster nos sugiere una forma de comenzar: Empieza orando brevemente para pedir ser guiado, luego lee la Biblia unos minutos y termina con una oración corta de adoración, confesión, gratitud e intercesión por otras personas. Subrayado Hoy es vital dedicar un tiempo para conectarnos con el Señor, el cual es nuestra vida.


REFLEXIÓN: El tiempo gastado con Dios está bien invertido.


La gracia sea con Usted.-


Samuel Duarte Bautista
Caracas, Venezuela.-

miércoles, 9 de junio de 2010

DISTINCIONES CLARAS Y DEFINIDAS


En este tiempo, la iglesia ha de ponerse sus hermosas vestiduras: "Cristo, nuestra justicia". Hay distinciones claras, definidas, que han de ser restauradas y ejemplificadas ante el mundo, al mantener en alto los mandamientos de Dios y la fe de Jesús. La hermosura de la santidad ha de aparecer con su lustre primitivo, en contraste con la deformidad y las tinieblas de los desleales, que se han rebelado contra la ley de Dios.

Así, nosotros reconocemos a Dios, y aceptamos su ley, el fundamento de su gobierno en el cielo y a lo largo de sus dominios terrenales. Su autoridad, debe ser mantenida distinta y clara delante del mundo; y no debe reconocerse ninguna ley, que se halle en conflicto con las leyes de Jehová. Si al desafiar las disposiciones de Dios, se permite que el mundo ejerza su influencia sobre nuestras decisiones o nuestras acciones, el propósito de Dios es anulado.



Por especioso que sea el pretexto, si la iglesia vacila aquí, se registra contra ella en los libros del cielo, una traición de las más sagradas verdades, y una deslealtad al reino de Cristo. La iglesia ha de sostener firme y decididamente sus principios ante todo el universo celestial y los reinos de la tierra; la inquebrantable fidelidad en mantener el honor y el carácter sagrado de Dios, atraerá la atención y la admiración aun del mundo, y muchos serán inducidos, por las buenas obras que contemplen, a glorificar a nuestro Padre que está en los cielos. Los leales y fieles llevan las credenciales del cielo, no las de los potentados terrenales.

Todos los hombres sabrán quiénes son los discípulos de Cristo, elegidos y fieles, y los conocerán cuando estén coronados y glorificados como personas que han honrado a Dios y a quienes él ha honrado, dándoles la posesión de un eterno peso de gloria...

El Señor ha provisto a su iglesia de talentos y bendiciones, para que presente ante el mundo, una imagen de la suficiencia de Dios y para que su iglesia sea completa en él, una constante ejemplificación de otro mundo, el mundo eterno, regido por leyes superiores a las terrenas. Su iglesia ha de ser un templo erigido a la semejanza divina, y el arquitecto angelical ha traído su áurea vara de medir, para que cada piedra pueda ser labrada y escuadrada según la medida divina, y pulida para brillar como emblema del cielo, irradiando en todas direcciones los rayos brillantes y claros del Sol de Justicia.

La iglesia ha de ser alimentada con el maná celestial y mantenida bajo la única custodia de su gracia. Revestida con la armadura completa de la luz y la justicia, entrará en su final conflicto. La escoria, el material inútil, será consumido, y la influencia de la verdad testificará ante el mundo, de su carácter santificador y ennoblecedor...

domingo, 6 de junio de 2010

MENTIRAS QUE ROBAN Y VERDADES QUE SANAN


Nuestra vida esta rodeada de mentiras y verdad. ¿Cuales predominan más en nuestra vida?

Desde niños personas significativas han dicho de nosotros mentiras y verdades, Lo que somos y como operamos se determina por que es lo que estamos creyendo. Muchas personas funcionan en la vida como producto de mentiras que les han robado la bendición de su vida. La Biblia esta llena de verdades que redimen.

Efesios 2:10 dice: “ Somos hechura suya creados en Cristo Jesús para buenas obras las cuales Dios preparó de antemano para que anduviésemos en ellas”.

Necesitamos permitir que la verdad de Dios sea la que nos rescate de los pozos de mentiras donde hemos estado por muchos años. Muchos han estado en el pozo de la depresión, el suicidio o las adicciones sexuales por las mentiras que el mismo infierno ha vertido sobre ellos.

Dejeme presentar esta una lista las MENTIRAS QUE ROBAN: En la siguiente lista de creencias, ponga un círculo a aquellas que ocurren como verdad durante su charla de identidad.

1.No necesito a nadie.
2.No puedo confiar en alguien.
3.Si yo no estoy en control, algo malo ocurrirá.
4.Soy una víctima.
5.Soy un caso especial.
6.Soy superior a otros.
7.Si soy vulnerable, seré lastimado.
8.Si dejo que otros vean mi vulnerabilidad, ellos me despreciarán.
9.Soy una persona mala.
10.Soy un fracaso en la vida.
11.Soy estúpido.
12.Soy inútil.
13.Soy imperfecto en alguna manera.
14.No puedo rivalizar sin drogas, alcohol, sexo y/o comida.
15.Tengo que ser necesitado.
16.Las reglas no son aplicables para mí.
17.Las personas son prescindibles y están ahí solo para ayudarme.
18.Las personas me demuestran que me quieren dejándome tener mi propia manera.
19.Soy inferior a otros.
20.No importa lo qué haga, no creo que me lastimaré.
21.Todos se vuelven contra mí.
22.Mi valía está basada en lo bien que yo me desempeño
23.Si dejo que las personas me conozcan, a ellos no les gustaré.
24.Dios realmente no me quiere tanto como El ama a otras personas.
25.Dios realmente no está ahí cuando yo lo necesito.
26.La vida debería ser más justa de lo que es.
27.No puedo confiar en las personas con autoridad.
28.No merezco ser feliz.
29.No nunca puedo cambiar, así que ¿para qué tratar?
30.El cambio es malo.
31.Pedir ayuda es una señal de debilidad.
32.No debería necesitar a otras personas.
33.Dios y yo podemos sanarnos y eso es todo lo que necesito.
34.Si yo soy perfecto, las personas me aceptarán.
35.Nunca seré exitoso.
36.Estoy completamente solo.
37.No me merezco buenas cosas.
38.Soy responsable del dolor de otros.
39.Cuando cosas malas ocurren, es mi culpa.
40.Mis necesidades no son tan importantes como las de otros.
41.Soy una desilusión para mi familia, para Dios etc.
42.Cualquier cosa que haga, no seré lo suficientemente bueno.
43.Si me pongo bien, todos me dejarán.
44.Si me voy, todo se vendrá abajo.
45.Siempre estaré solo.

¿Cuales de estas mentiras te han robado la bendición de verse victorioso en la vida? En Juan 10:10 Jesús dijo: “ El ladrón vino para matar, hurtar y destruir, más yo he venido para que tengan vida.” Necesitamos en la vida detenernos y no permitir que Satanás nos siga roban la calma, la victoria y la felicidad. Recordemos que Jesús para que vivamos abundantemente y son Sus verdades que sanan o que nos levantará.

Veamos ahora la lista de verdades que Sanan:

LAS VERDADES QUE SANAN


¿QUIEN SOY EN CRISTO? MI POSICIÓN EN CRISTO

He sido trasformado del dominio de la oscuridad al el reino de la luz (Col. 1: 13).
He muerto, y mi vida ahora está escondida con Cristo en Dios (Col 3:3).
Aunque antes estaba lejos de Dios, he sido acercado por la sangre de Cristo (Efesios 2: 13).
He sido comprado con un precio (1ª Cor. 6: 20) y le pertenezco a El (1ª Cor. 3: 23).
Soy una nueva criatura (2ª Cor. 5: 17).
No he recibido un espíritu de esclavitud que me conlleve al miedo sino un espíritu de adopción como hijos de Dios (Rom. 8: 15).
He sido hecho vivo con Cristo y resucitado con El y sentado con El en lugares celestiales (Efesios 2: 5 – 6).

¿Y EL PECADO?

He muerto con Cristo y soy libre del poder del pecado (Rom. 6: 7 – 8).
He sido crucificado con Cristo. Ya no soy yo el que vive sino Cristo vive en mí. La vida que vivo en el cuerpo, la vivo por la fe en Jesús (Galatas. 2: 20).
Estoy muerto al pecado pero vivo para Cristo Jesús (Rom. 6: 11).
El pecado ya no tiene dominio sobre mí, porque no estoy bajo la ley sino bajo la gracia (Rom. 6: 14).
Cristo me rescató de la maldición de la ley (Galatas. 3: 13).
He crucificado la carne en Cristo Jesús. Ya no tiene autoridad sobre mí (Galatas. 5: 24).

MIS PALABRAS VERSUS LA JUSTICIA DE CRISTO

He sido salvado a través de la fe, no como consecuencia de obras (Efesios 2: 8-9).
Ninguna obra que haga puede justificarme ante Dios (Rom. 3: 20).Estoy revestido con la Justicia de Dios en Cristo (Galatas. 3: 27).
Soy elegido de Dios y soy santo y amado (Col. 3: 12).
Soy perfecto en Cristo y estoy siendo hecho santo por él (Heb. 10: 14).

CRISTO EN MÍ

Soy el templo de Dios; el espíritu de Dios vive en mí (1ª Cor. 3: 16).
Tengo la mente de Cristo (1ª Cor. 2: 16).
Tengo dones espirituales, dados a mí por el Espíritu Santo (1ª Cor. 12: 7).
En El, he sido hecho completo (Colosenses 2:10).

CUANDO LAS PRUEBAS VIENEN EN MI CAMINO

Tengo la victoria a través de mi Señor Jesús (1ª Cor. 15: 57).
Nada puede separarme del amor de Dios (Rom. 8: 38 – 39).
Mayor es el que está en mí que el que está en el mundo (1ª Jn. 4: 4).
Dios está conmigo (Rom. 8: 31).
Sé que mi trabajo no es vano en el Señor (1ª Cor. 15: 58).
Dios siempre provee una vía de escape en la mitad de mi tentación, así que puedo soportarlo (1ª Cor. 10: 13).

Si vale la pena en la vida intercambiar las mentiras que nos han robado por las verdades que nos han sanado. Determine hoy permitir que la Verdad te libere de cualquier depresión, ansiedad, baja autoestima o cualquier adicción y Vive solo para Dios.

La gracia de Jesucristo sea contigo.-


Que Dios te bendiga.


Samuel Duarte Bautista
Carcas, Venezuela.-